El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

martes, 21 de febrero de 2017

No había amazonas en la selva

No había amazonas en la selva
no, no las había.
Había mujeres de rostros de barro
de piel de arcilla húmeda
de huesos de marfil pintado.

No había amazonas en la selva
las manos eran caricias
como las piedras pulidas por el río,
el viento en la casa de palma,
la piel y la risa de sus niños.

No había amazonas en la selva
sus pasos, semillas
sembraban la yuca, el grano.
Escogiendo la fina greda,
sus manos daban vida al barro.

No había amazonas en la selva
fueron sólo la sed y codicia
de hombres hirsutos con casco
que pisaron sin ver la selva
cautivos en su mito dorado.

No había amazonas en la selva
sus urnas de arcilla
huesos y rostros pintados
guardan esa paz sabia
de espíritus, de tiempos, de ríos.

domingo, 19 de febrero de 2017

Todos, toditos

Todos, toditos. No hay un alma en la oficina. Es después del almuerzo y los 10 minutos antes de la hora de entrar que aún faltan no son, por una vez la razón para que esté sólo en la oficina. A las 14:30, hora oficial para poner el dedo en el reloj biométrico y reanudar labores tampoco llegará nadie, ni cambiará el panorama media hora o una hora más tarde.

Todos, toditos han pedido permiso por motivos personales. Así suscriben todos los volantes de permiso que descansan en el escritorio vacío de Talento Humano. Todo todito está bien arreglando, legalmente, sobre los papeles. La razón de la ausencia no es otra que la campaña electoral. No hay por qué guardar silencio ni mantener el enigma. Todo el mundo lo sabe: así es, así ha sido siempre: en una demostración de civismo sin precedentes, los trabajadores públicos piden permiso por motivos personales, con cargo a sus vacaciones, para apoyar la campaña política de un partido u otro. Todos, toditos. O casi todos.

Se salvan seguramente aquellos que están en puestos sobre cuyas cabezas no oscila la espada de Damocles, aquellos que por alguna razón han conseguido que se respete su derecho a no expresar en público su orientación política, creencias, o valores éticos, ya bien sea porque se han plantado firmes en su derecho porque por alguna razón les dejan ser y estar. El resto, ante la indirecta y el temor futuro, se pondrán una u otra camiseta, y se irán de "vacaciones políticamente correctas" a apoyar con logística, bulto y banderita el siguiente mitin de la campaña.

¿Y la atención al público me pregunto yo? Sí, yo que he tenido que hacer malabarismos para mantener bajo mínimos la atención al público en mi trabajo, no puedo sino preguntar cuán importante es servir al pueblo haciendo campaña por uno u otro partido político. ¿No sería más cívico, más responsable, un acto de ejemplo de compromiso social y político (recordemos que todos en democracia somos parte de la política de nuestro país) el mantenerse en el puesto de trabajo, brindar el mejor de los servicios, y, en nuestro tiempo libre, organizar nuestras actividades personales como cada uno crea más oportuno? Aunque lo he evitado, en algún momento, ante algún trámite o solicitud de algún ciudadano no he podido evitar el decirle: "mire, mejor venga la próxima semana, estos días estamos de cierre de campaña electoral y casi todos están de permiso". Duele decir eso, pues duele el ejemplo de compromiso y atención que se está brindando al ciudadano. Y es que con semejante manera de actuar, no puedo sino pensar en cuál es el fin de los distintos partidos políticos en ese país. ¿Si cada administración local, provincial, nacional, de uno u otro partido político, "invita" a todos su empleados públicos a pedir "permiso por motivos personales" en tiempo de campaña política y se los lleva a hacer barra entre otras labores, qué les está diciendo a los ciudadanos? Quizá que es más importante ganar unas elecciones que atender a los ciudadanos. Quizá que lo que importa no es ofrecer un buen servicio al pueblo, sino ganarse el puesto y continuar medrando para su (el suyo) beneficio personal. Quizá, sólo quizá, claro. Hay muchas lecturas y muchas pasiones de fondo.

La democracia se construye en libertad. El libertad y en respeto. En respeto a la intimidad de las personas que es la base de la libertad: expresar lo que cada uno siente, cuando lo quiera expresar, y guardarlo para sí cuando así lo prefiera. El día que se separen totalmente las ideas y compromisos políticos del compromiso público, ciudadano y profesional de ejercer un cargo público o privado, ese día, estaremos construyendo un verdadero clima de democracia y de entrega por y para el pueblo. El día que las administraciones públicas no traten con desdén a la administración saliente, no echen tierra encima de todo lo realizado en el pasado y sepan corregir los errores pero también ver y valorar y aprovechar los aciertos de quienes trabajaron antes, ese día, viviremos y disfrutaremos de la democracia, de ese gobierno del pueblo por y para el pueblo. Pero mientras sigamos mirándonos al ombligo con photoshop y órdenes subliminales, seguiremos alimentando y perpetuando un circo en el que siempre estaremos atrapados por el miedo ser de pronto ya no domador sino bestia domada. Quizá por ello escribo hoy este pequeño comentario en el blog, porque aunque la pluma vibró hace tres días, no quise que se cargase de descontento y fuese interpretado como ataque por unos y otros, porque al final no es el partido político x al que hay que analizar, sino a un comportamiento social, que por muy arraigado y propio de un lugar o país que sea, dice bastante de las pretensiones individuales y colectivas de esos ciudadanos y de su compromiso y entrega para con el prójimo.

Déjennos en libertad. Enséñennos a pensar en lugar de dirigirnos para elegir. ¿De qué tienen miedo? Hoy las papeletas seguían mostrando las fotos de los distintos candidatos a lado de su nombre. El día que desaparezcan y sólo quede el nombre, será el día que todos los ciudadanos puedan leer, y por ende pensar y elegir en libertad.

Yo voto por seguir trabajando para que llegue ese día.

sábado, 18 de febrero de 2017

Micrococa # 3

- ¡Hola!
- ¡Hola! ¿Cómo vas?
Saludo a mi amiga Annie y la recibo con un abrazo de esos de "cuanto tiempo, vamos a ponernos al día", pero la invito a pasar al cine primero.
- ¿Ya ha empezado? ¿Y hay gente?
- Sí. - contesto casi con un susurro. - Voy a darle al play y apagar las luces.

Comienza la cinta. Música rock y créditos de una película ochentera, Demons, de Lamberto Bava. Terror ochentero adolescente lleno de sangre y vísceras para pasar la noche del jueves ¿Qué más se puede pedir, que aterrizar en una ciudad provinciana donde nunca pasa nada, justo el día que unos locos programan una película de terror gore en el cine-club? Bueno, se puede pedir también que coincida con el día del cierre de la campaña electoral, que la calle esté atestada de gente comiendo gratis en tarrinas de plástico, blandiendo banderitas al ritmo de la música y el discurso del cierre de un partido político que ha instalado su escenario en la misma calle del cine. Sí, se puede pedir eso, aunque quizá no sea muy sano...

Me siento en la oscuridad de la sala y saludo de nuevo a Annie divertido. Hay una docena de espectadores. La película comienza con los típicos chistes de cine de terror adolescente y va creando atmósfera. Y a la par que crea atmósfera y las primeras gotas de sangre en viscerales efectos especiales salpican la pantalla y nosotros soltamos la primeras risas, la sala se va llenado poco a poco de gente. Ruido de butacas una y otra vez. Miro alrededor y miro a mi amiga que sonríe divertida como diciendo "se están metiendo al cine los de la fiesta política de afuera". De pronto las butacas están llenas de gente de pueblo, campesinos, indígenas, con banderas, con comida, con niños. De pronto me incomodo. "Esto es una película gore, no es para niños". Pienso en levantarme y decirle al guardia que no deje entrar a esas familias con niños pero se que no va a funcionar, así que me relajo y disfruto de la función, la de la película y la de mi cine. La sala se está llenando y para mi sorpresa ¡la gente mira la película! Increíble pero la miran. La miran en silencio, como si miraran los dibujos de un test Rorschach, sin saber qué están viendo en esa extraña película plaga de demonios, adolescentes, sangre, gritos, todomezclado a ritmo de música heavy.

Un niño grita. Yo me siento responsable de los traumas causados en la mente de las futuras generaciones del 2017. Risas y más risas. Luego silencio. Y de pronto:
- ¡¡¡Por favor, los de Sapayurak, les están esperando!!!
Un tipo ha entrado gritando en el cine, levantado de golpe del asiento a todos los espectadores. O casi todos. Yo me aguanto las risas una vez más, intentando no romper el clima de "supuesta película de terror". Pero ya no hay remedio. El cine es parte del circo. La película se cuaja de sonrisas ya la par que los niños gritan cada vez que el demonio de turno araña a alguien, la gente entra y sale y unos pocos, seguimos sentados hasta el final, queremos saber en qué acaba la película y sobre todo, por lo menos yo, en qué acaba la función de hoy. Cuando termina, me levanto, hago las veces de improvisado portero, acomodador y conserje (todo estos están de campaña política), cierro el teatro, y busco a Annie, que sigue sonriendo divertida por el experimento sociológico que ha resultado esta última programación del cine-club.

La película se acabó. La bulla y la fiesta sigue. Mejor nos vamos a comer algo por ahí, antes de que nos empapelen con propaganda electoral. El cine queda a oscuras, y el guardia de seguridad, en medio del hall, solo y asustado observando a todos los otros demonios que deambulan por las calles al ritmo de la música y el cansancio y los eslóganes de fin de campaña. Si les rodasen y luego proyectasen la cinta, podrían ser la segunda parte de la película de hoy...

Cantaclaro

Un trueno retumba sobre la ciudad. Son casi las 6 de la tarde y estoy gastando los últimos minutos de la jornada laboral del viernes haciendo ese importante trabajo que es esperar impacientemente que el reloj de fichar marque las 18:00. Mi tiempo se reparte entre el computador, el reloj y el celular donde aparece mensajes de socorro como "¿Dónde andas pana?" "Ya te caigo" y otros similares.

Cuando finalmente el reloj de las 6 me libera de mi prisión laboral, el cielo se está poniendo cada vez más negro y empieza a chispear. Apuro el paso intentando escapar no de la inminente lluvia, sino del trabajo, de mis pensamientos enredados, de esta ciudad quizá. Justo en la esquina de casa aparece mi estimado Dr. Suárez con su nuevo look de "vamos a recuperar esas farras en discotecas, bro." "Cagamos", le hubiera contestado yo. Yo y todas la personas cabales de esta ciudad. Hoy no hay como chupar. Y eso significa muerte absoluta y total. Erradicación casi completa de la ya poca vida social que se pasea por las cuatro calles de esta ciudad. Ley seca. <> decía una acertada publicidad de Tráfico en mi país. Acá debe ser algo así como <>. Estamos de jornada de reflexión, y para que los ciudadanos reflexionen bien y decidan acertadamente su voto, para que reflexionen y se arrepienta de sus pecados (la redención llegará el domingo) y parezca aunque sólo sea durante tres días, que todo el mundo es educadito, cívico y buen demócrata, se prohíbe la venta y consumo de bebidas alcohólicas.

Punto y aparte. En casa nos atrapa el tremendo aguacero conchabado con la clase política y "pulcra" de este país. Tremendo aguacero en un oscuro viernes de ley seca en una ya de por sí moribunda ciudad amazónica. Es como si el cielo dijese: "si salen de casa, me caigo sobre vuestras cabezas", como temían aquellos galos de la época de César. Ley seca y noche de lluvia. Rematadamente mortal. Y además, en Coca. Triple puñalada al corazón. Por suerte en mi refrigeradora descansan cuatro transgresoras cervezas. No servirán de mucho pero mientras esperamos a que escampe, saben mejor que nunca.

Chistes. Conversas del día a día. Preguntas del qué tal ayer. 2 - 2. Dejamos el partido en empate técnico. Dos latas vacías y dos llenas para otro rato. Salgamos de esta ratonera. Así nos calemos hasta los huesos, cualquier cosa parece mejor que quedarse en casa a lo gato o unirse al after party de las vecinas que ya la noche pasada fue de lo más... me guardo los adjetivos y comentarios. Saca la basura, cruza la calle y acaba comiendo algo en el local de enfrente, ese en el que nunca tienen cerveza (salvo por encargo y hoy es imposible) y sólo hay música de cuando tenías 15 y comida barata. Y luego, asoma la cabeza fuera del local y otea el aire: Chispea. humedad y aire freso y la oscuridad al fondo. "Qué chuchas hacemos hoy pana" es la pregunta que pesa más que cualquier chuchaqui sobre nuestras cabezas. Irse a casa, la muerte. Salir a fuera, la segunda parte de Dawn of death pero sin zombies. No importa, caminemos la ciudad a ver que hay.

La veci tiene abierta la tienda en la esquina. Como dos buenos niños entramos y compramos dos botellas de agua mineral. Justo enfrente el Chris aparece y levanta la persiana metálica del local. "Salvación" pienso. "Eso, abre, déjanos pasar y cierra otra vez la persiana desde dentro y quememos la noche". No caerá eso, claro. Eso sólo pasa en las películas y no en esa realidad absurdamente cruda que supera al cine día a día. Caminamos las calles. La gente apura los últimos bocados en los últimos comedores, esos que están a punto de echar el cierre, no se sabe si por la ley seca, por la lluvia, o por la falta de oxígeno a orillas de una petrolera amazonía. El malecón está también oscuro y desierto. Los guardias de seguridad hacen corrillo en una noche en la que no encontrarán ni un alma por las calles, ni sobria ni ebria. Creo que realmente este país tiene un problema muy serio con el alcohol: no existe vida sin él. Nada, cero. Todo tipo de fiesta, comercio, reunión social, baile, conversa, ... Lo que pidan. Todo está vinculado al trago, y si no hay trago pues no hay nada. No hay discos, no hay comedores, no hay reuniones sociales en las entradas de las casa, no hay gente paseando y conversando por las calles y parques. Nada. Cero.

Me mata la estampa. ¿Pero por qué? Me pregunto como casi buen gallego. Hay diez mil cosas que se pueden hacer sin trago, incluso aunque llueva, Pero no, acá la música no importa, las risas no ríen, el cine se vacía, y la gente se mustia y desaparece sin dejar siquiera colillas en los charcos de la calle; los camareros se vuelven lentos y las luces dejan de brillar en las esquinas para teñirse de mortecino amarillo-anaranjado cuando no se puede aderezar todo un con una cerveza u otro trago.

Entramos en el desierto centro comercial del malecón, nos perdemos en el ascensor y pasamos a lado de una melosa pareja que se abraza en la escalera con la misma sensación de todos "no hay trago". Ni siquiera la chica del cine parece tener ganas de vender boletos. Las dos únicas películas para esa noche resultan ser dos "comedias románticas". Miro a mi alrededor, miro al Dr. Suárez y me miro a mi mismo. "Lo siento pana, ni de rebote me meto a ver eso". Sería algo así como la cuarta puñalada. Sigamos caminando por esta lluviosa ciudad de San Viernes sin Trago. Tengo la sensación de que al doblar alguna esquina aparecerá un muerto viviente o alguna estampa similar. "Demasiadas películas, colega".

"...Qué chuchas hacemos..." Sigue retumbando la frase como un imperativo eco en nuestras cabezas. Llamemos a nuestro preceptor, quizá el nos salve. Pero ni siquiera él contesta hoy el teléfono. Seguro se ha puesto a salvo en algún recóndito lugar lejos de esta ciudad que ya ni llora, sólo arrastra lágrimas viejas y orines de días de fiesta y glorias pasadas. Mientras caminamos continuando nuestra expedición en busca del perdido Eldorado, el Pepe, preceptor de almas y causas perdidas llama. La emisora está lejos pero llegaremos vivos. Por el camino, entre charco y charco arreglamos la vida, la maldecimos, la repensamos, planeamos huidas y hablamos de tiempos mejores, de esos que ya pasaron. Un té, un café, un helado. Una plaza del municipio frente a una emisora muda, silenciosa y apagada como la plaza y el teléfono del Pepe que vuelve a no contestar. Ya no hay más, derrotados por la geografía humana del lugar, nos dejamos llevar río abajo, hasta desembocar en una esquina entre dos calles, donde con un "nos vemos pana" asumimos nuestra horrible derrota contra el sistema y nos sumamos al grupo mayoritario del Partido por el Civismo Abstemio y nos encerramos entre las cuatro paredes de nuestras casas, de las que saldremos un domingo 19 de febrero en la noche, no sabemos con qué futuro, pero no nos importa porque volverá a correr licor por las calles y venas y todo dará rematadamente lo mismo.

Como soldado derrotado busco sin ganas las llaves en los bolsillos mientras llego a la puerta de casa. Alguien sonríe y me regaña de pronto. Alzo la mirada y veo a la Gaby y a la Angie. Me pregunto qué hacen solas a esas horas -parece de madrugada pero sólo son las diez y media de la noche- por calles desiertas y lluvias. Me reclaman algo que tiene que ver con el Pepe. A ellas tampoco les contesta el teléfono. Se han quedado sin el servicio de taxi personal a casa. Les miro con ojos apagados. La ciudad me ha dejado lo suficientemente en off como para ofrecer nada. Nada en casa, nada en la calle. No quiero alargar ya más este viernes. Se van calle adelante, y yo me encierro entre mis cuatro pareces y me pongo el pijama con ganas de escribir aunque sé que me podrá el sueño acumulado de ayer y no escribiré ni dos líneas. De pronto, un mensaje de voz en el whatsapp: "No me puedo creer que ya estén arropaditos. Para mi la noche recién comienza, salgo del trabajo dispuesto a ofrecer un Cantaclaro en mi casa, y ud. se van como niños buenos a dormir. Otra vez sera"

No. no puede ser. Mierda. Triple mierda. Carcajada sonora en la oscuridad. A la mierda todo. Ya ni me saco el pijama. Asumamos la derrota de una vez. Dejemos que la vida sea histriónica y cabrona una noche más y nos mande a la cama con esa sonrisa de niña malcriada de la que no se saca nada. Que viva Al Capone y la ley seca. Que obligadamente todo el mundo vote por conciencia. Que se sequen los charcos y vuelvan los borrachos, los ladrones, las farras hasta el amanecer y el sistema, después de autoengañarse a sí mimos tres días, de amargar la existencia a los pocos cuerdos que caminan las noches en una noche como esta, brille y viva para siempre: ebrio, totalmente ebrio y volado en tiempos de nuevas leyes secas...

martes, 14 de febrero de 2017

Carta al viento, en febrero

¿Qué será de los amigos
que se lleva el tiempo
como la ajada libreta
donde apunté acaso
un número una calle
de mi puño o su letra
cicatriz en papel pautado?

Qué será le pregunto al viento
esta noche calma de febrero
su recuerdo vivo me asalta
y me hace recorrer la calle
hoy vacía pues no es la misma
ni es el mismo el café de la esquina
donde una vez bebimos el tiempo
borrachos sin creer perdernos.

Me veo mirando al espejo
mi vida mis manos
las páginas no escritas
los versos que debí enviarles
¿arrepentimiento o quizá vida?
Esa vida que nos lleva lejos
sin mirar atrás, al valle
donde alguien dice "adiós"
en incomprendido llanto.

Llanto que luego será recuerdo
agua para seguir viviendo
cuidando una nueva casa
y la gente que en ella cante
y recite poemas nuevos
nuevos compañeros de viaje
amigos en mi próxima parada
nuevas risas, llantos, rostros
abrazos, y luego de adiós besos.

La vida nos siembra de amigos
grabamos nuestro nombre en ellos
como en la corteza de aquel árbol
o en el blanco y fresco yeso
que fueron los años pasados,
hoy vivos recuerdos, arden
en mi memoria y mi pluma
pues, quizá, ¿quién sabe?
mañana se tornen carne y hueso,

y lo que el destino hizo olvido
sin lograr borrar su sello
será de nuevo un café, una tarde
una calle estrecha y la estampa
las risas cómplices del juego
El hogar donde la llama arde
y las ascuas nunca se apagan
como no se apaga el recuerdo
de los amigos que pienso.

lunes, 13 de febrero de 2017

Pto. Libre

Cuando la mano acaricia
y la lluvia lava las prisas
y la selva canta.
Cuando la luz de se hace tan pequeña
que se vuelve familia,
nada más falta.
Sólo eso basta:
la luz, la vela.
La cera que se derrama
y en Su amor nos unge:
la selva, viva
las casas, vivas
vivos en su abrazo
mujeres y hombres
de tierra, de espíritu
perenne.

viernes, 10 de febrero de 2017

¿Dónde vas niña?

¿Dónde vas niña?
¿Dónde te lleva el sendero
que trazas con prisa,
con ojos inquietos
como dos polillas
que no temen al fuego
que destilan luz y vida?

¿Dónde vas niña?
¿Dónde sonará tu aguacero
lavando con la risa
penas que llevas por dentro,
secretos en tu buhardilla
azores moviendo tu pecho
luz de tu oculta sonrisa?

¿Dónde vas niña?
Debo serte sincero
me duele sentir tu partida
perderte siempre da miedo
pero tu llama brilla
será la luz en tu vuelo
ni yo ni nadie podría
pedirte que apagues tus sueños.

Sólo dime niña
que florecerás por dentro
ábrete sin miedo a la vida
no guardes en ti miedos
no guardes penas ni huidas
guarda sólo el misterio
ese que un día escribas
en un corazón sincero.

¿Dónde vas niña?
cómo quisiera saberlo.
Pero sabes, no me lo digas
búscame tú, en silencio
escríbeme de tu corazón cartas;
llevas en tu frente mi beso,
tu llave siempre abrirá mi casa:
vive, ahí nos encontraremos.

lunes, 6 de febrero de 2017

Noticias del jardín del trópico

Para mis tres vecinas...

En el jardín en medio del trópico
de exuberante belleza selvática,
de días de sol y noches cálidas,
tres flores calman su ahogo
felices ante la nueva máquina
de nívea luz y aires del polo,
mágica y fresca felicidad mundana:

perlas mágicas traídas del ártico
trocitos helados de pálida luna
tintineo de fiesta en los vasos
y en los labios la fruta fresca,
la sonrisa helada y satisfecha:
traigan helados, traigan cerveza,
llenemos la selva de helada locura.

viernes, 3 de febrero de 2017

Micrococa # 2

Es miércoles por la noche, miércoles sin compromiso, miércoles en que puedo llegar a casa, sacarme el uniforme, pegarme una ducha, y dedicarme con tranquilidad a preparar una cena con un poco de cariño y amor propio.

El calor de la noche tropical me dice que una ensalada fresca de pasta es lo más adecuado para esta noche. Elijo un disco para empezar y comienzo a preparar los ingredientes al "ritmo de los santos" de Paul Simon. Mientras el agua comienza a bullir saco tomates, y comienzo a picarlos mientras mi cabeza organiza los ingredientes en el orden preciso y piensa en alguna cosa más. Entonces siento el pinchazo y observo como sobre la tabla de corta aparecen gotas de un rojo A - que nada tiene que ver con los tomates, al tiempo que suelto un improperio y me llevo cual acto reflejo el dedo a la boca. El corte es lo suficientemente profundo como para no cortar la hemorragia con saliva. Camino rápido por el apartamento unos segundos queriendo buscar algo que sé que no voy a encontrar, pues sé que no me he preocupado por comprar nada de botiquín salvo alguna pastilla para el dolor de cabeza. Finalmente, me lavo el dedo a chorro y me lo envuelto en papel higiénico y salgo al porche de la casa.

Mis vecinas tienen la puerta abierta y con un buenas noches sobre la marcha entro y pregunto:
- ¿Tienen alcohol? - Mi dedo acusador envuelto en papel de váter en mi mano izquierda empieza teñirse de rojo.
- Tenemos una cerveza-, me contesta una de ellas. Yo sonrío y levanto más el dedo.
- ¡Ah no! ¡Para eso no!

Nos miramos incrédulos y sin saber que hacer unos instantes y me despido camino de la farmacia en busca de algo con mayor grado alcohólico y quizás unas gasas... La cerveza, me la tomaré más tarde, sentado en el porche mirando a la noche y al vecindario y a mi pobre dedo vendado.

Micrococa # 1

- Mire, acá tiene el borrador de la agenda de exposiciones para el próximo año. Como habíamos conversado, una exposición cada dos meses aproximadamente, combinando unas de producción propia con otras externas.... Ha sido difícil conseguir artistas para el segundo semestre, por eso presento un borrador aún sin definir.

Enero – Febrero: Arte conceptual contemporáneo
Marzo – Abril: Historia urbanística de la ciudad
Mayo – Junio: Pintura indigenista.
Julio – Agosto: Artista local
Septiembre – Octubre: Artista foráneo
Noviembre – Diciembre: Artista local
- Hum... Sí, esta bien. ¿Artista foráneo?
- Sí, foráneo
- ¿Cómo foráneo?
- Foráneo.
- Ah... si... como....
- Guillermo Foráneo, ¿no le conoce?
- No.
- Sí, es un reconocido pintor manabita.
- Ah ya, chévere.