El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

jueves, 28 de mayo de 2015

Tiempo de pacto

Todos los diarios ofrecen análisis de las pasadas elecciones. Todos hablan estos días sobre los rumores de los posibles pactos entre los distintos partidos en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas. El resultado final parece ser el que nadie dice: no hay vencedores ni vencidos, no ha ganado nadie, al menos dentro de las "reglas" de un juego en el que cada vez lo que prima es parecer que se aplasta al rival, que es en sí igual a nosotros mismos.

En sí, me alegra que no haya ganadores absolutos, y que los distintos partidos se vean forzados a pactar entre sí para poder llevar a cabo un proyecto político y social, no solamente para gobernar; y que pacten realmente para poder sacar adelante una propuesta conjunta, sopesada, socializa y razona en común, y no simplemente por el ansia de gobernar, de figurar como vencedores, o de castigar a una u otra fuerza política, pues si no hay diálogo, ¿dónde queda entonces la democracia?

Sin embargo, y si me preguntase a mí, les diría que realmente sí ha habido un perdedor en estas elecciones, y ese perdedor somos todos. Todo el mundo se vanagloria de la bajada de la derecha, o del partido monolítico PPSOE, o de la caída de la izquierda, o de la ascensión de nuevos políticos. Para mí la clave está en quiénes han elegido esto: que suban o bajen unos u otros partidos políticos. Y la realidad es que esto lo han elegido un 49% de los ciudadanos españoles en edad de voto. En otras palabras, el futuro gobierno de nuestros ayuntamientos y comunidades autónoma lo ha decidido la mitad de la población, a la otra mitad no les importa lo que pase en su país.

Poco bueno dice de los españoles este 49% de votantes. Poco de su compromiso, de su conciencia de ciudadanos, de su amor a su país. Pensar que hay un 50% de ciudadanos a los que les importan tres pitos todo y pasan olímpicamente participar en la vida de su país, es muy, muy triste. ¿Desencanto con el sistema, con los partidos? No lo creo, para nada. No es más que triste conformismo y comodidad.

Recuerdo estos días aquellas discusiones en la universidad, organizando las manifestaciones en contra de la LOU y el plan Bolonia Todo lo que la inmensa mayoría de mis compañeros querían era suspender las clases y manifestarse temprano en la mañana. Cuando propusimos ir a clase con normalidad y manifestarnos en al tarde junto al resto de trabajadores y habitantes de la ciudad, hubo una sonada pitada y abucheo. Se decidió suspender las clases al día siguiente y convocar a una manifestación a las 9 de la mañana. Cuando al día siguiente dieron las nueve, en la manifestación estábamos los cuatro gatos de siempre, los que queríamos ir clase y marchar a las 8 de la noche. El resto se habían quedado en casa durmiendo, que es lo que realmente querían.

El pasado domingo la mitad de España se quedó en casa durmiendo tranquilamente, pues es lo único que les importa. Se han pinchado a sí mismos con una rueca y esta vez no va a venir ningún príncipe azul a despertarles. Más bien llegará un ogro y les sacará a golpes de su dulce sueño. Gritarán entonces, patalearán y reclamarán, pero ya saben: los cómodos no tienen derecho a queja, no tienen ya ningún derecho, no han cumplido con sus deberes, y por ello obligados agacharán la cabeza sin rechistar.

¿Qué queda del ser humano si pierde su voluntad?