El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mi escatológico país

No sé bien porqué. Nunca me lo había preguntado, es algo tan natural (en el sentido estricto y lingüístico del término) que nunca me había dado cuenta de lo mal que huele el idioma español que hablamos los españoles.
Tuvo que ser a este otro lado del charco, en este otro país, uno de español amable y rimbombante (a veces) dónde después de soltar un "eso está lleno de mierda" o "vaya mierda de chisme" o "no se escucha una mierda", ante los rostros colorados del público y alguna carcajada cercana, me di cuenta de que no, acá no se puede decir "mierda" con la naturalidad con que decimos esta palabra en España.

No es la única palabra, por supuesto, que para los nacidos en España no tiene nada de especial y acá se torna en el término más obsceno del diccionario o cambia completamente su significado. Pero tampoco es esa diferencia de matices y significados de lo que vengo a hablar aquí, ni esa esa diferencia algo que me llame la atención: la diferencia es parte de la riqueza que nos confunde y nos une, es parte del aprender de nuevo, ese aprender a conocernos y redescubrirnos en nuestros semejantes.

El caso es que después de aprender que no se puede decir mierda en voz alta, y de intentar (reconozco que sin mucho éxito) no olvidar lo aprendido, me doy cuenta de que el español cotidiano que hablamos en España está plagado de expresiones escatológicas que hacen referencia directa o no al zurullo o desecho orgánico similar, y que las usamos sin pudor ni asco alguno. Nos cagamos cada dos por tres en diferentes sitios si darnos cuenta de cual mentamos cada vez, añadimos "y una mierda" a cualquier lista de cosas o sucesos del mismo modo de que Chico Marx añadía huevos duros al menú de la cena, y vamos y venimos de un lugar cuyo toponimio no aparece en ningún mapa pero que todo el mundo debe conocer muy bien por las veces que ha mandado a alguien o le han mandado ahí.
Y para rematar el asunto, resulta que este gusto por la mierda no se cierra en el español vulgar, el dialecto de la calle, no este hablar con mierda por medio se usa en todos los niveles sociales y en cualquier ámbito. Desde conversaciones serias hasta la charla despreocupada en la barra del bar.

¡Vaya país de mierda! Exclamará más de uno, y sobre todo ahora con los políticos de mierda que tenemos, pero el caso es que ni nos sonrojamos ni nos escandalizamos. Ni venimos a judgar nuestro lenguaje -no es esa mi intención aquí-; es más es casi como una marca de la casa, esa que no podemos perder porque dejaríamos de ser nosotros mismos, una que no nos hace maleducados o mal hablados, sino españoles. ¿Qué sería de nosotros sin poder mandar a alguien a la mierda de vez en cuando, sin poder hacer parodias de lo bueno y sobre todo de lo malo, sin poder pasar el verano "cagando" al ritmo de Enrique Iglesias, contada nuestra gracia y humor? Algo tiene que tener de especial este habla española cuando hasta los extranjeros se enamora de ella, y si no que se lo pregunta a Gerogie Dann, que llegó a hacer aquel "mecagüentó" que sonó varios veranos.

Empecé a escribir esto en Ecuador hace unos meses. Hoy, el último día del año, y desde esta España que me enseñó a decir "mierda", me levanto y lo acabo. Justo antes de que se acabe el año. Antes de que quizá todo se vaya definitivamente a la mierda como apuntan las cosas. Que no nos cojan desprevenidos y seamos nosotros los que con las campanadas mandemos todo a la mierda, y podamos decir dentro de unas horas: sí el año pasado fue una mierda, pero este 2015 va a ser mejor, vamos a mandar a todos los gilipollas que nos gobiernan a la mierda, vamos a mandar a todos los banqueros y empresarios giliflautas de viaje con ellos al mismo sitio, y vamos a hacer que las cosas cambien.

Por cierto, "gilipollas". Una palabra muy nuestra que se merece un artículo propio en el blog. A ver si los de esa especie -que abundan demasiado- entran extinción el próximo año.

Con mis mejores deseos a todos, feliz 2015. ¡Mucha mierda!

Sobre el misterio de cómo vivir felices

Un pequeño cuento sobre ese engaño llamado capitalismo que nos hacen vivir día a día. ¿La moraleja? Creo que salta a la vista, pero como han eliminado esa palabra del diccionario neoliberal, quizá muchos no la vean (o no quieran verla)

"Un norteamericano  se acerca a un pescador medio adormilado y le pregunta: "¿Por qué no dedica usted más tiempo a pescar?". El mexicano responde que su trabajo cotidiano le permite atender de manera suficiente a las necesidades de su familia. El norteamericano pregunta entonces: "¿Qué hace usted el resto del tiempo?". "Me levanto tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, echo la siesta con mi mujer, por la tarde quedo con mis amigos. Bebemos vino y tocamos la guitarra. Tengo una vida plena." El norteamericano lo interrumpe: "Siga mi consejo: dedique más tiempo a la pesca. Con los beneficios podrá comprar un barco más grande y abrir su propia factoría. Se trasladará a la Ciudad de México, y luego a Nueva York, desde donde dirigirá sus negocios." "¿Y después?". pregunta el mexicano. "Después su empresa cotizará en bolsa y usted ganará mucho dinero". "¿Y después?", replica el pescador. "Después podrá jubilarse, vivir en un pequeño pueblo de la costa, levantarse tarde, jugar con sus hijos, pescar un poco, echar la siesta con su mujer y pasar la tarde con los amigos, bebiendo vino y tocando la guitarra..."
- Carlos Taibo, El decrecimiento explicado con sencillez. Ed. Los libros de la Catarata, Madrid, 2011.

martes, 30 de diciembre de 2014

El capitalismo: una mentira para dominar y esclavizar al ser humano

La verdad que se esconde tras este gran engaño esclavizante que es el capitalismo:
 "[...]en la trastienda de ese engaño hay tres grandes procesos, vitales para explicar por qué se ha asentado ese modo de vida esclavo del que hablamos. El primero es la publicidad, esto es, un conjunto de técnicas , muy eficaces, que nos obligan a comprar lo que las más de las veces no necesitamos y, llegado el caso, aquello que objetivamente nos repugna. El segundo es el crédito, que nos permite conseguir dinero para adquirir eso que no precisamos. El tercero, en fin, es la caducidad: los bienes son producidos de tal manera que en un periodo de tiempo muy breve dejan de funcionar, con lo cual nos vemos en la obligación, o poco menos, de comprar otros nuevos."

 - Carlos Taibo, El decrecimiento explicado con sencillez. Ed. Los libros de la catarata, Madrid, 2011

lunes, 29 de diciembre de 2014

Nosotros

Así lleva por título una novela de Yevgueni Zamiatin de la década de 1920 que plantea una sociedad totalitaria en un mundo futuro similar al que luego imaginarían Aldous Huxley y George Orwell. En todas esas llamadas distopías el "nosotros" es una voluntad prefabricada e impuesta por unos pocos, esos pocos que están arriba y que ni siquiera alcanzamos a adivinar quienes son.
Aquellas llamadas distopías de ciencia-ficción bebían de una realidad que no era para nada ficticia: lo que veían o lo que llegaba de la Unión Sovietica y lo que vivían en los totalitarimos de ultra derecha de occidente (fascimo, nazismo, franquismo,...) Regímenes con ideologías políticas opuestas y sin embargo actuando de igual modo: una sociedad sin posibilidad de elección, una falsa democracia, una historia y una ciencia y una identidad tergiversadas, modificadas, inventadas y revestidas de un falso rigor científico para imponerlas al pueblo.
"Nosotros" se alzaba como una apisonadora la que había que oponerse, una apisonadora en la que sin saberlo viajaban los ciegos y adoctrinados ciudadanos, envenenados por unos pocos; una máquina monolítica a la que sólo él, el individuo, el héroe inesperado, ese capaz de vivir sin dueños, de dirigir las masas, era capaz de oponerse. Si tenía éxito o no, era secundario. Era El Individuo, los valores verdaderos y humanos, esos con los que todos nos identificamos, resistiéndose a una implacable y espantosa máquina monolítica.

La reacción contra ese terror rojo o ese terror fascista despertó, tras mucha sangre y penurias, en dos frentes. Por un lado, el del pionero norteamericano que construyo el país con la sola fuerza de sus manos, sacando adelante a su familia, y para el que el Estado era un mal menor que aceptar, pues alguien tenía que hacer de policía cuando eran muchos. Por otro el del pueblo Ilustrado, el que entre guillotinas y sangre  se construyo a sí mismo, así mismo como gobernante y representante de si mismos, de todos y cada uno de los ciudadanos en igualdad: sin hombres en las alturas o en las sombras, sin imposiciones y sin superhéroes liberadores.

Con el tiempo, la primera receta contra los totalitarismos se ha ido imponiendo: el Estado es un incordio, un pelmazo que impide que al individuo desarrollarse y crecer, demostrar que la ley darwiniana es la única que funciona y que dará un futuro también a la especie humana, esa que por otro lado se las da de "poder controlar las fuerzas de la naturaleza"; y hoy el Estado es eso: Un "mal necesario" que sólo sirve para castigar en función de lo que uno u otro quieran o crean que deber ser castigado. Un producto, casi desecho, del individuo. Él es el que importa.

En nuestra sociedad actual se ha ido borrando poco a poco de la conciencia de las personas las palabras "nosotros" y "nuestro" y se las ha ido sustituyendo por un omnipresente y mayúsculo "yo" "mi", "mío". Nadie o prácticamente nadie mira por el bien común, nadie sabe qué es eso abstracto llamado bien común, su concepción de pueblo es geográfica pero no humana, su concepción de Estado es, bien un ente abstracto, bien un invento de unos jodidos políticos que no hacen más que engordar y fastidiarle a uno. Sí, los políticos no fastidian a los demás, o si lo hacen no importa, lo que sucede es que me fastidia a mí. Y por lo tanto las recetas que se buscan para arreglar al solución van orientadas a arreglar mi problema, procurarme mi futuro y conseguir lo que yo quiero para mi.

Tengo mí casa, con mi coche, tengo mi televisor, y me pago mis vacaciones, y sudo para mi jubilación.Uno debe sacarse sus propias castañas del fuego. El que no lo logra, es porque es un inadaptado, un lastre para especie humana, el perdedor en la ley del más fuerte de Darwin.

Y así, día tras día, Darwinistas empedernidos, como Adam Smith y todos los que le siguen conscientes o no de su acción, los hombres "yo" caminan empujándose y quejándose por no encontrar solución, regocijándose de sus habilidades y de su fuerza cuando están en la cima, y aceptando su inutilidad cuando caen al fondo.

La historia de la humanidad, sin embargo, y a pesar de Darwin, es distinta. A pesar del ego, del instinto depredador de supervivencia, el ser humano aprendió ya hace mucho que no puede realizar este viaje solo. Necesita de otros como él, y para ello debe procurar a otros los mismos espacios de libertad que se procura a sí mismo. Es más, debe enseñar, ayudar, socorrer a otros que no tienen las mismas habilidades que él pero que son igualmente necesarios en esta singular odisea humana.
Desde que el primer homínido pinto sobre unas paredes en las cuevas y enterró a sus difuntos, aprendió a reconocerse en los demás. Aprendió que no podía caminar sólo.

Con el tiempo lo olvidó varias veces. Su ego le ha conquistado en innumerables ocasiones, él tan fuerte y autónomo, hasta que, de nuevo vuelve a reconocerse, en su necesidad y en su carencia, en los demás. Lo hizo en 1789, creo que por última vez. Desde entonces lo ha ido olvidando poco a poco una vez más.

Estos días la gente está incómoda. Llena de rabia contra una clase política y empresarial a la que tachan de corruptos, ladrones, seres viles carentes de humanidad. La gente protesta, pide, busca soluciones y no las encuentra. Quizá sea porque siguen mirándose el ombligo. Porque buscan su alivio como individuos, no como grupo.

Hay llegado el momento de despertar una vez más. De ahogarnos entre lágrimas para tragar levantarnos temblorosos pero firmes, de cortar cabezas si es necesario, de renunciar y abrazarnos si nada. De recordar aquellas pinturas en las cuevas, de reivindicar una vez más ese verdadero nosotros. Cambiar el discurso. Recordar de nuevo que no trabajo para mí, sino para servir a los demás, que las calles, las escuelas, son nuestras -de todos y cada uno de nosotros-, y que de que las cuidemos y las mantengamos limpias de egoísmo dependerá nuestra propia supervivencia. De que uno no trabaja para su jubilación, sino que su contribución sirve para el bienestar de todos, que recibirá algo gracias que todos aportan algo, no sólo él.

La lluvia fría lluvia moja esta noche a todos por igual. Unos la sienten ya en su rostro, otros, por afanarse en cubrirse únicamente a si mismos, temerosos de perder lo suyo, convencidos de que cada uno pierde lo suyo, hacen su propia casa cada vez más pequeña. Al final no tendrán sitio ni para sí mismos y se mojaran igualmente.
No dejen que el falso calor del individualismo, es que venden como receta infalible para la felicidad y el bienestar los bancos, los políticos, las universidades, los comercios, la centelleante televisión el sabelotodo internet, les haga olvidarse de qué necesitan realmente para tener saludo y felicidad: el vecino, ese trabajo donde nos sentimos parte de un grupo, esa escuela en la que nos educan y educamos, esa calle por la que transitamos y dejamos transitar, esa persona anónima que nos mira sonriente al pasar por la acera y que sin pensarlo, de vez en cuando nos coge de la mano y nos ayuda a cruzar la calle.

Salgan ahí fuera y a los falsos que se creen los únicos, a aquellos que hablan de bien individual disfrazado de bien común, grítenles con fuerza ¡NOSOTROS!, no unos pocos, sino yo, y tú, y el vecino, y aquella persona que no conozco al otro lado del mar pero que sé que está ahí, igual que yo. TODOS NOSOTROS. No necesitamos, no queremos a nadie que piense sólo en él, que haga grupos o distinciones; nos queremos a TODOS NOSOTROS, arriba al timón, todos nosotros, sudando en los campos, todos nosotros, aprendiendo en las en las escuelas, todos nosotros, viviendo y muriendo todos nosotros juntos, por y para todos nosotros.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Software Libre

"Como los hombres-libro de Ray Bradbury, pasando la sabiduría a pesar de la censura -en este caso económica-, luchando por y para la libertad del ser humano, entre unos y ceros."

Escribí esto a raiz de una charla por móvil con ese Bribón Bueno amigo mío. Se lo envié por correo, y al releerlo me doy cuenta de que queda muy bien aquí y de que hará mucho bien a propios y extraños. Es una explicación breve y sencilla, sin entrar en muchos detalles. Que cada cual judgue y actúe, pero que deje siempre actuar a los demás.

Así comenzaba mi correo al bribón:

"Te cuento un cuento:

En la década de 1980, Richard Stallman, un programador informático trabajaba en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets, EE.UU.) creando aplicaciones para un sistema operativo UNIX. Stallman se empezó a dar cuenta de que las aplicaciones acaban siendo propiedad del MIT, que era el propietario del código, y éstas no podían ser modificadas por nadie que no tuviese acceso al código. Incluso eso plantaba problemas de privacidad: si no tenías acceso al código no podías saber cómo estaba echa la aplicación y que te estaban haciendo con ella.
Así que Stallman, junto a otros programadores fundo la FSF (free software fundation) una organización dedicada a la creación de aplicaciones de código abierto y a dar resplado legal a esta opción totalmente nueva y totalmente opuesta al copyright: Crear algo, y dejar que cualquiera lo modifique o cree algo nuevo a partir de ello, con el único compromiso de que acreditase al los autores anteriores y mantuviese el código de su aplicación abierto. Con el tiempo, se han ido diseñando distintas licencias de código abierto, y muchos programadores usan distintas de ellas.
La idea de la gente de Stallman era crear un sistema operativo de código abierto basado en UNIX, una familia de sistemas operativos cuyo código había sido abierto a la comunidad. Crearon todos los componentes necesarios para que un sistema operativo funcione, menos el kernel, debido a la cantidad de tiempo que este requeria.
Mientras ellos hacían las distintas aplicaciones, un programado finés, Linus Torvalds, creó un núcleo para un posible sistema UNIX y lo publicó de forma libre siguiendo las licencias de código abierto de la FSF. Linus Torvalds utilizó las aplicaciones de código abierto para sistemas UNIX creadas por la FSF para crear un sistema operativo y apareció el primer sistema operativo GNU/Linux. Otros programadores hicieron lo mismo: juntaron el kernel de Torvalds con las aplicaciones de la FSF y fueron apareciendo otras distribuciones o sistemas operativos GNU/Linux.
Y desde entonces, siguen proliferando como la espuma:
Un ejemplo:
En 1993 se creo el SO GNU Linux Debian. Unos años después unos alemanes cogieron debian, lo modificaron para hacer de él un so autoarranque y apareció Knoppix. En el 2004 Mark Suttherworld (o como se llame), un filántropo sudafricano fundó Canonical, una empresa con el fin de crear una distribución GNU Linux cercana al usuario común: lo que hicieron fue coger Debian y modificarlo para que fuese "más amigable" y apareció Ubuntu. Algoo después a unos programadores no les gustaba el aspecto estético de ubuntu y lo modificaron para que tuviese el escritorio KDE: nació Kubuntu. En la comunidad autónoma de Madrid querían un sistema operativo adaptado a sus necesidades en escuelas e institutos: cogieron ubuntu, lo modificaron y nació MAX Linux.
Con el tiempo han aparecido tropecientas distribuciones GNU Linux, totalmente nuevas algunas, y la mayoría de las veces derivadas unas de las otras. Unas son puristas y se niegan a que presente o se puedan instalar en ellas software o componentes privativos, pues con el tiempo,también se han creado aplicaciones o controladores privativos para sistemas GNU Linux. Otras dejan que sea el usuario el que decida qué tipo de software (libre o no) quiere usar.
¿Moralemente bueno? Desde mi punto de vista -y el de millones de personas, sí lo es. Mucho más moral y humano que cualquier regulación de copyright. Y además, no se roba la idea a nadie: es cada programador el que decide si hace su código público (libre) o no. Nadie obliga a nadie a programar bajo la reglamentación del codigo libre o abierto, cada cual elige su marco legal.
¿Economicamente bueno? Sí, también. Software libre no quiere decir gratis. Mucha gente crea software bajo licencias libres y lo distribuye gratuitamente. Otros optan por vender su software. y ¡tienen exito comercial! Que el software sea gratis o no, es una decisión personal, independientemente de que el código sea libre o bajo copyright.
Yo personalmente, gasto más dinero en software desde que apoyo el software libre que cuando compraba licencias de windows, antivirus y demás. Una vez al año dono voluntariamente dinero a Videolan, Mozilla, Gnome u otras fundaciones que crean y apoyan software libre. ¿Por qué? Porque disfruto con el sotware que crean y creo en la filosofía que ellos defienden. Nadie me obliga a pagarles, su software se distribuye gratuitamente (porque ellos lo queren así, nadie les obliga) Soy yo el que decido si pago algo o no. Es una cuestión de principios, de ideología. Y funciona y sigue creciendo.

Varios ejemplos de software de codigo libre:
Firefox: A principios de la década del 2000, Netscape liberó el código de su navegador web. Unos programadores lo tomaron, crearon una fundación sin ánimo de lucro, Mozilla, y lanzaron un navegador de código libre: Mozilla Firefox. A partir del Firefox han nacido también varios otros navegadores: Iceweasel, SeaMonkey, y otros que modifican partes del Firefox para adaptarlo a su necesidades.
Chromium. Navegador de codigo libre a partir del cual google desarrolla Google Chrome

VLC Player
XBMC Media Center. Un "home cinema" para el ordenador. Nacio bajo el paraguas de la XBox y luego se hizo independiente. Varias empresas lo han modificado y creado variaciones a partir de él, como Plex por ejemplo. Es tambén la base del software de varios reproductores de DVD y BluRay.

OpenOffice. Suite de ofimática. Cuando parecía que los propietarios iban a privatizar el proyecto, los programadores cogieron el código fuente que era (y es) libre y crearon LibreOffice bajo el paraguas de The Document Foundation, una organización dedicada a crear una suite de ofimáica totalmente libre. Hoy ambos, OpenOffice y LibreOffice siguen en desarrollo, y su fuerza es tal que Microsoft tuvo que dar su brazo a torcer y hacer que el MS Office reconociese el formato de documento ODF que es libre, es decir cualuqier programa puede guardar archivos de texto y demás en ese estandar, frente al de MS Office que requiere que MS le de permiso.
Vorbis. Desarrolladores del formato de audio comprimido ogg. El Mp3 no es de código libre. Para usarlo, tienes que conseguir permiso -licencia- de sus propietarios (lame y otros) El usuario no se da cuenta porque cuando compra un reproductor u ordenador, esa licencia gratuita normalemte, ya esta entre el copyright del aparato. Si a alguien se le cruzasen los cables, podriamos tener que empezar a pagar por ripear o escuchar mp3. Vorbis trata de evitar eso: el código es libre, cada cual puede usarlo a su merced, sin permiso alguno, simplemente siguiendo la filosofía open-source
Emule, y su clon para linux y MAC amule
GIMP: Un programa de dibujo y fotografía compatible con Photoshop y Paint Shop Pro (que son privadas)
La lista es muy larga para ponerla aquí...

Y también, en los últimos años, han aparecido empresas que utilizan algunos de estos componentes libres para crear sistemas operativos o aplicaciones. Por ejemplo Android, que aprovecha el kernel linux que es de código libre, y le añade otra serie de componentes y aplicaciones que en su mayor parte no son llibres. O por ejemplo el cliente de sincronización de dropbox, cuyo motor de sincronización está hecho con código libre mientras que la interfaz gráfica es privativa. ¿Son libres? En parte sí. Aunque a mi me parecen unos aprovechados: ¿si se benefician de las venajas del software libre, porque no registran sus apliaciones bajo dicha normativa?
La respuesta para mi es sencilla: Avaricia y medio. Miedo a tener que competir, a permitir que otro mejore lo que tú has echo, pues eso supone que lo tuyo puede dejar de venderse, o por lo menos que no serás el único en el mercado, que es a lo que aspiran las grandes corporaciones: construir grandes monopolios inquebrantables.

GNU Linux, Software Libre, Codigo abieto. Un desafío. Una realidad. Una filosofía de vida. Una apuesta por valores humanos: libertad, compartir, ayudar, crecer."

jueves, 25 de diciembre de 2014

La balada del carpintero

Este año hago mías las palabras de esta canción de Ewan McColl que me llegó hace años en la voz de Phil Ochos. Hoy día los bancos son los ricos de la historia, los políticos bien parecen "el ejercito Romano de ocupación", nosotros cada día somos más pobres, y Jesús más pobre aún sigue siendo asesinado todos los años.
Y me pregunto ¿Cómo podemos seguir así? ¿No estarán nuestras manos manchadas de sangre y traición?

Que cada uno examine su conciencia y elija su bando. No existen centros, la sangre y la injusticia salpican, al igual que el amor.
Mis mejores deseos para estas fechas. Ojalá nos sirvan de ejemplo y reflexión.

Ballad of the Carpenter (Ewan McColl)

Jesús era un trabajador
y también un héroe, oirás;
nacido en la ciudad de Belén
al final del año.

Cuando Jesús era apenas un muchacho
su nombre corrió por las calles
porque discutió con los mayores
y los hizo avergonzarse.

Se hizo vagabundo
y viajó lejos, por todas partes
y se dio cuanta cómo la riqueza y la pobreza
vivían siempre un al lado de la otra.

Así que dijo, venid vosotros, los trabajadores
los granjeros y los tejedores también,
si solamente estuvieseis firmes y unidos,
este mundo os pertenece,
este mundo os pertenece.

Cuando los ricos escucharon lo que había hecho el carpintero
acudieron a las tropas romanas
"Hay una cruz de sobra en el monte Calvario
el fin de semana habrá muerto."

Pero Jesús caminaba entre los pobres
pues él mismo era uno de ellos
y nunca les dejaron acercarse lo suficiente
para matarle por la espalda.

Así que contrataron los servicios de un comerciante
y éste fue un informante
y vendió a su hermano a los carniceros
por un puñado de monedas de plata.

Y Jesús se sentó en una celda en la prisión
y le golpearon y le ofrecieron sobornos
para que abandonase la causa de los suyos
y trabajase para la tribu de los ricos.

y el sudor escurrió por las cejas de Jesús
y sus ojos se ensangrentaron
cuando clavaron su cuerpo a la cruz romana
y rieron mientras le observaban morir.

Dos mil años han pasado y se han ido
también varios héroes
pero el sueño de este pobre carpintero
permanece en vuestras manos
permanece en vuestras manos.

La canción en la voz de Phil Ochs (del LP I ain't marching anymore, 1965)

sábado, 20 de diciembre de 2014

Campos de casas sin hombres

Hace tiempo descubrí por internet los reportajes fotográficos de una joven ukraniana (creo) que viaja en moto sacando fotos de Chernobil y las demás ciudades y pueblos fantasmas cercanos a esta ciudad de la antigua Unión Soviética donde la gente tuvo que salir a la fuerza por uno de tantos errores del ser humano. Tan a la fuerza que la vida en Chernobil se paró de pronto: la noria de la feria ya no gira, pero está ahí, con sus colores apagándose tras el óxido del tiempo, su cestillos meciéndose al viento y detrás, la silueta de unos edificios a través de cuyas ventanas ya no mira nadie, y donde el polvo cubre fotos y objetos personales que sus habitantes, en una huida despavorida de un terror invisible dejaron sin quererlo olvidados en unas casas a las que nunca ni ellos ni sus nietos, podrán volver.

Veo esas fotos de la zona contaminada y me entra un sudor frío. Pero también me aborda la curiosidad sin límites. Nos hemos excluido a nosotros mismos de este planeta. Hemos abierto la caja de Pandora y en nuestra codicia hemos perdido varios kilómetros cuadrados. Ya no quedan para nadie. ¿nadie? No, nadie, el fantasmas oculto acaba lentamente, sin avisar, con toda la vida... Y sin embargo, la hierba crece en Chernobil, crece verde, con un verde que no se ve en todos los campos, crece dando color al bosque rural, a los árboles sin hojas, crecen plantas y arbustos tragándose poco a poco los edificios, dotando de nueva vida una tierra inhóspita donde de pronto se mueven unas ramas, se escucha una huida apresurada, un aullido después. Un ciervo sale corriendo, escapando de unos lobos, amos y señores de este bosque urbano que retorna a sus orígenes esta vez protegido del ser humano por la propia avaricia de este. ¿No sabe el lobo que ese fantasma invisible le está matando poco a poco? ¿es su vida tan breve y simple que no alcanza a sentir y sufrir su acción? ¿Y los árboles y la hierba, cómo pueden crecer verdes y frondosos en una zona donde todo lo que decide quedarse acaba muriendo?

Me fascina y me apasiona ese frío pisaje de Ukrania. Me pierdo por sus calles intentando desvelar el misterio que guarda estas casas sin hombres, ese mundo hecho por el hombre, destruido y abandonado por el hombre,... y renacido de sí mismo.

Hace unos días, mientras transitaba en coche por las calles de un nuevo barrio en la "zona de expansión" de mi ciudad, y veía las calles desiertas de gente y tráfico, los bajos de los edificios todavía de ladrillo sin arreglar, sin grafittis siquiera, las ventas con las persianas bajadas o subidas, con algún descolorido cartel de "se vende" o "se alquilan", pero sin ninguna luz en su interior; las imágenes de las calles de Chernobil volvían una vez más a mi mente. Sentía el frío de aquel valle de Ukrania en mis huesos, ahora aún con más fuerza, acentuado por el frío de esta meseta del norte de España un mes de diciembre, aunque igual hubiese sido en julio: las casas vacías, las calles desiertas, la ciudad muda cerrada antes de nacer una vez más por la estupidez humana, por un fantasmas que en este caso no recorrer invisible las calles como en Chernobil matando poco a poco a sus habitantes; el fantasma esta vez el fantasma duerme caliente en una casa bien guardada, y aprieta bajo su puño las llaves de las ciudades. No ha habido fallo técnico, no ha habido descuido. Está todo planificado. Reina la codicia humana, es el nuevo fantasmas envenenado que puebla las ciudades y una vez más, parte de esta tierra queda perdida para los hombres por culpa de ellos mismos.