El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

viernes, 31 de octubre de 2014

Servicios de almacenamiento "en la nube" con aplicación para linux

Hace un año me empecé a interesar por suscribirme a alguno de los servicios para guardar datos "en la nube", esto es, en algún servidor remoto. Para los neófitos en el asunto, tener algunos datos guardados en la nube resulta muy práctico: puedes tener una copia de seguridad de tus archivos de trabajo guardada y actualizada al segundo, puedes acceder a ella desde cualquier lugar, y puedes trabajar y modificar esa copia desde cualquier lugar.

Yo, hasta que descubrí este sistema, trabajaba guardando mis archivos diarios en un pendrive que llevaba de casa al trabajo para trabajar siempre con el mismo archivo y así evitar tener 30 versiones del mismo. Aún así, a veces me enredé con mis archivos, otras se me perdieron datos en el pendrive o le entraron virus. Lo de los virus se arregló con linux, el mejor antivirus que existe. Lo del lío de archivos repartidos entre varios PCs, se arregló con el servicio en la nube.

Encontrar un servicio de almacenamiento de datos en la nube no es difícil, hay cientos, cada uno con alguna característica especial, con más o menos capacidad de almacenamiento, gratis y/o de pago, etc.; pero cuando se busca uno que tenga aplicación (cliente para instalar) para linux, la cosa cambia. Pocos han desarrollado aplicaciones para sistemas operativos linux: puedes usar estos accediendo a tu cuenta directamente desde el navegador de internet, pero no puedes sincronizar los datos porque el servicio en la nube x no tiene aplicación para linux. En este mundo-mercado los pequeños no importamos y las empresas no se preocupan por nosotros. Por suerte no todas piensan así. Como no he encontrado una buena página web que muestre los distintos servicios de almacenamiento en la nube que han desarrollado aplicaciones para linux, he decidido crear un listado acá.

No he probado todos los servicios que incluyo en la lista, y seguro que hay alguno más que yo no conozco. Si alguien conoce alguno más -que tenga cliente/aplicación para linux- que deje el enlace en los comentarios o escriba al e-mail del blog.

Servicios con almacenamiento gratuíto:

  • Dropbox: 2 GB gratis. Aplicación para sistemas deb y rpm
  • pCloud: 10 GB gratis. Aplicación para Ubuntu (deb 32/64 bit)
  • Copy: 15 GB gratis. Aplicación en archivo autoejecutable. También se puede instalar en Ubuntu a través de un repositorio creado por terceros.
  • HiDrive: 5 GB gratis. La web dice que está disponible para linux pero no he podido averiguar qué tipo de instalador o paquetes proporcionan
  • Bitcasa: 5 GB gratis. El cliente para linux es Beta y de momento sin interfaz gráfica.
  • HubiC: 25 GB gratis. El cliente para linux es también Beta y sin interfaz gráfica.
  • Mega: 50 GB gratis. Aplicaciones para Ubuntu, Debian, OpenSuse y Fedora
  • Yandex Disk: 10 GB gratis. Aplicación para sistemas deb y rpm
  • Seafile: 1 GB gratis. Cliente para Ubuntu (32/ 64 bit) Se puede utilizar también en terminal sin interfaz gráfica
  • SipderOak: 2 GB gratis. Cliente para sistemas basados en Debian, Fedora y Slackware.
  • OwnDrive: 1 GB gratis. Cliente para OpenSuse, Suse, Fedora, CentOS, Debian y Ubuntu
  • Memopal: 3 GB gratis. Cliente para Debian, Ubuntu y CentOS
  • CloudMe: 3 GB gratis. Cliente para Debian y Ubuntu
  • TeamDrive: 2 GB gratis. Cliente para sistemas basados en deb y rpm, e instalador genérico.
  • PowerFolder: 5 GB gratis. En la página web no dicen que tipo de instalador - paquete para linux proporcionan.
Sólo de pago:
  • Wuala. Hasta hace 3 días ofrecía almacenamiento gratuito. De los mejores que he probado. Lástima que sus precios no sean los más económicos. Cliente para Debian, Ubuntu, Fedora y OpenSuse. Requiere Java.
  • AltDrive. Para hacer copias de seguridad únicamente. Cliente instalable mediante script.
  • Cashplan. Para hacer copias de seguridad. Cliente instalable mediante script.
  • Rapishare. Cliente instalable mediante Script.
El caso de Google Drive. De momento, Google no ofrece un cliente de Google Drive para linux, aunque su página web dice un aún no disponible. Mientras tanto, se pueden utilizar aplicaciones desarrolladas por terceros como Insync (de pago) o Grive (gratuito)

La imagen de la entrada está tomada de Deviatnart

martes, 28 de octubre de 2014

Repartir la pobreza, descubrir la pobreza

Estos días de corrupción galopante he deseado más de una vez ser un nuevo Robin Hood que con aire de bribón y sabio justo quite a esos indeseables ricos las fortunas que han robado y las reparta entre el pueblo. Cuántas veces hemos soñado con un reparto equitativo de la riqueza, con unos sueldos justos y equilibrados, unos impuestos que graben al que más tiene, un sistema, un modo de hacer que todos puedan tener lo mismo, disfrutar lo mismo, adquirir lo mismo.

"No se puede", me contestan los rectos. "Los pobres de este mundo no pueden tener lo mismo que los ricos, no hay para todos, es imposible". Pues saben señores, tienen razón, no se puede. No hay como. Y sin embargo, sí podemos ser todos iguales, sí podemos crecer sin discriminaciones ni abusos. Simplemente estamos planteando mal en concepto: no se trata de repartir lo que tenemos, de proporcionar medios para que el que no tiene pueda tener. No. Se trata simplemente de no tener.

La gran lacra del sistema, de la sociedad actual es nuestra imperiosa necesidad de tener más y más bienes. Evidentemente, no hay suficiente para todos. Y evidentemente no necesitamos todo eso. No son más que necesidades creadas. No las necesitamos, la solución, la verdadera felicidad no se compra teniendo bienes, sino no teniéndolos. No necesitamos repartir la riqueza, necesitamos aprender a no querer ser ricos.

Esa es la solución a todos los males y problemas actuales. No se puede sufrir o enfermar por algo que no se quiere. Aprender a se pobres, como sinónimo de ser felices y sanos, es la gran tarea pendiente que tenemos. La enseñanza que hemos olvidado y que debemos volver a aprender para dejársela como el más preciado regalo a nuestros hijos.

El camino no va a ser fácil. Tenemos que desandar el camino de la riqueza, un camino que nos ha hecho adictos, y como la droga que es, ahora nos toca desengancharnos. Aprender a vivir con poco o nada, y disfrutar de ese poco o nada, descubrir la magia de una pobreza que quita el hambre, que sacia, que torna realidad los sueños de todos y cada uno de los millones de habitantes de este maltrecho planeta.

Un marciano en marte

Un almuerzo o un café ocasional con algún compatriota en este país sirve para que la conversación acabe, una vez más, pasando lista a esa cantidad interminable de "cosas mal hechas en el país", a todas esas estampas del vivir cotidiano de esta gente que les acoge que les llaman la atención y que los que vienen de afuera creen erróneas, incorrectas, infantiles, y que, con espíritu crítico intentan remediar en unos casos o evitar en otros: el menú del día, las calles maltrechas, la incompetencia de la burocracia, los discursos rimbombantes y vacíos de contenido, y un largo y enorme etcétera. En la confidencia de un café entre iguales, y sin alzar mucho la voz, todo cabe y todo vale, y surge un espacio de deshago de ese vivir cosas chuecas a diario.

Yo al cabo de unos minutos no puedo sino observarles con una sonrisa de cariño, como se mira a esos niños pequeños que no saben lo que hacen. Claro que, al final del café, y según camino a casa me dio cuenta de que no son tan niños y me pregunto una vez más: cuándo aprenderán. Siento cierta rabia y vergüenza por estos compatriotas míos que viene acá todavía con la mirada del ser superior, de ese que piensa que él es el único dueño de lo que está bien, y que, mira tú por dónde, tiene que convivir con el desorden de unos pobrecitos que no espabilan.
Quizá por eso rehuyo el reunirme con mis queridos compatriotas, sobre todo con los recién aterrizados.

La vida aquí no es mejor ni peor, no está más ni menos desorganizada. Simplemente es distinta. La gente tiene distintas maneras de vivir. El habla coloquial es distinta, al igual que el vestir, el comer, o la forma y el lugar en que se establecen las relaciones sociales, y es todo ello lo que le da identidad, riqueza y gracia única a una sociedad. Aquel que no es capaz de ver esto, está ciego, y acabará una y otra vez tropezando por culpa de su autoinfringida ceguera.

Donde fueres haz lo que vieres. Cuán a menudo se olvidan de eso. Aprende a mirar a través de los ojos del otro, déjate guiar por él, empápate de su vida y su cultura. ¿Tan difícil es? Parece que sí, y sin embargo, no lo puedo afirmar rotundamente: yo absorbo cultura popular por los poros de la piel, lo necesito, lo hago involuntariamente, casi por simbiosis. No he sido condenado a vivir en un lugar que no entiendo, he llegado a ese lugar por voluntad propia, para enseñar y dejarme enseñar a su vez, para conocer otras vidas y crecer en ese conocer. Sé que nunca seré totalmente parte de esta sociedad, pero no huyo de ella buscando restaurantes de comida europea, locales con "buena música", o placenteros y anodinos viajes en avión. Todo lo contrario, me dejo llevar por ella: camino por sus calles, me mojo con la lluvia de su clima y su gente, sonrío a los vendedores, rebusco y me pierdo por los mercados, cambio mi jersey por un saco de esos que sólo se ponen los indígenas y los gringos para la foto, me subo a atestados buses urbanos con música a todo volumen, me lanzo a los caminos en ranchera, como el menú del día y algún que otro plato "exótico", dejo de está aquí para estar acá.

"Pero, ¿no hechas de menos lo tuyo, no te vuelve loco este desorden?" "¿Qué desorden?", les contesto yo. "¿Acaso este desorden es peor que el nuestro?" No hay desorden alguno, hay un orden distinto. No lo voy a negar: no dejo ni dejaré de ser nunca una persona crítica, pero mi crítica es la misma a los dos lados del charco: critico a una inepta burocracia, a unos políticos que olvidan al pueblo, un vendedor de comidas que no cumplen las mínimas normas de higiene, un conductor o peatón que no respeta las más mínimas normas de seguridad vial. Problemas, que por el bien común creo que hay que corregir, y problemas todos ellos de los que no se libra ninguna sociedad, por desgracia.  Los otros asuntos, los "propios del lugar" no son problemas, es como ya he dicho, el colorido de la vida que nos empapa, y aquel que se niega a dejarse empapar acaba viendo una aburrida y monótona vida en blanco y negro, perdiéndose todo el sabor y la gracia del vivir.

Vivir atrapado en al nostalgia es malo. Uno no se olvida de dónde viene, pero añorar el sabor del plato de casa todos los días, es una enfermedad terrible que nos impide disfrutar del día a día. Yo prefiero saborear estos nuevos manjares y dejar el sabor del plato casero para cuando vaya a casa. Prefiero sentirme parte del mundo, con sus penas y alegrías a pasar rozando por él.

El día en que aprendamos a ver a través de los ojos del otro, aprenderemos de una vez que en realidad somos muy parecidos y borraremos la palabra "distinto" del diccionario.

domingo, 12 de octubre de 2014

La parte contratante de la primera parte

Otra vez vuelta a empezar. Y esta vez ¿me vuelvo capitalista? Dios me libre del mal, del capital. Y es que tengo la sensación de ser el último mono que no se deja guiar por el dinero. Hago mi lista y al final me digo: a sí, esto también, pero bien abajo en la lista de prioridades. Es entonces cuando me miran raro diciendo como diciendo "no entiendo". Y yo tampoco, me dan ganas de contestar.

El ser humano se equivocó cuando lo inventó. O a lo mejor no lo inventó y es el fiel reflejo del fruto prohibido del paraíso, la razón última de nuestra desgracia: el dinero tiene un tacto suave, un tintineo atrayente, pero ya puedes lavarte rápido las manos después de tocarlo, o caerás envenenado. A menudo, después de contar billetes tengo la sensación de ser el escribano de turno de aquella biblioteca de El nombre de la rosa.
El demonio vive en las ramas del árbol del fruto prohibido, que está en el patio perfecto de una lujosa y perfecta mansión, y de las ramas de este árbol plantado por un diablo cuyo tridente acaba en símbolo de dólar, cuelgan tentadores billetes verdes, brillantes tarjetas de crédito y monedas de plata. Atraen ciegamente a propios y extraños de ambos sexos. Que nadie meta por medio a la mujer, que nadie la culpe. Estoy seguro de que hubiésemos mordido nosotros mismos el fruto sin necesidad de intermediarios ni invitaciones. Es más, seguro que mordimos nosotros mismos la manzana, y en uno de esos -tan habituales- momentos en que la sangre no nos fluye más allá de la cintura, la violamos y la contagiamos alguna enfermedad venérea que nos puso a los dos en cuarentena por los siglos de los siglos.

Esta versión del génesis me encaja mucho mejor con la realidad, sí.

Pero dejemos a Adán y Eva en paz. El caso es que después de conversaciones y reuniones, y vueltas más vueltas a convenios con múltiples partes, comienzo, o quiero comenzar, una nueva etapa ¿otra? en mi vida, laboral, profesional, y espero que no de cabrón gilipollas capitalista neoliberal (cuatro sinónimos, uno detrás de otro)
Y es que cuando en un trabajo me empiezan diciendo "te pagaremos tanto", yo contesto con un "ya veremos" que deja a todo el mundo helado.

El día que el dinero sea considerado como un mal a erradicar, todos viviremos felices. Ese será el día en que realmente confiemos los unos en los otros y nadie de modelos y sistemas económico sociales que sólo sirven para perder el tiempo (en otras palabras, no sirven para nada) Mientras tanto, seguiré siendo el loco que tira piedras contra su propio tejado, que no acepta limosna, que rechaza altos cargos con altos sueldos, vive con lo puesto, que no necesita nadie que le planche y le lave, que disfruta limpiándose su propia mierda. Aquel que no calla y le regaña al amigo del alma cuando cree que se equivoca, aquel que siempre pensará en los demás primero para poder después pensar correctamente en sí mismo.
Aquel que vive el presente, sembrando y pensando en el futuro, un futuro que construye para sí mismo, consciente de que sí mismo son los que vendrán.

Que sigo soñando, que sigo buscando mi sitio. Que sigo haciendo chiste de cosas serias porque las cosas que nos venden hoy como serias son absurdas tonterías. La seriedad está en la belleza de las cosas que crecen solas, como las flores de mi jardín.

Aquí sigo y seguiré, desvelando el velo con el que otros cubren la belleza.
Préstame tus ojos, que yo te presto los mios.

2001

¿Dónde quedó dos mil uno?
¿Dónde llegamos, donde dejamos
nuestra huella indeleble
de avezados-absurdos humanos?

Viajábamos rumbo a Júpiter,
en un recodo del camino, ¿nos perdimos?
¿Cuál fue el sinsentido, la pelea,
que nos hizo retroceder diez siglos?

 Nuestro vuelo acabo chocando
enterrado bajo polvo y llantos
una vez más fracasando,
no entiendo qué es ser humanos"

No, nadie, ni uno sólo.
Creo que ya no soñamos
tenemos miedo a las estrellas
con humo de guerra las ocultamos

y creemos vivir seguros
hoy dominantes, mañana dominados
hoy creyéndonos nuestra falsa virtud
mañana con falsas risas resignados.

¿No podríamos de una vez
pasar la página, esa llena de espanto
y cubrir la tierra de estrellas
ahogar con ellas guerras y llantos?

¿No podrías ser el sistema
ese con que guían nuestros pasos
la rueda en el cielo, el misterio
la humanidad unida, abriéndose paso

descubriéndose a sí misma
construyéndose a sí misma
compartiéndose a si misma
fundiéndose en si misma.
caminando...

¡Caminemos pues hacia dos mil uno!
que sea esa la fecha del futuro creado
la meta que guía nuestra esencia
dinero y esfuerzo invertidos en estrellas
un papel verde sin valor ni olor de guerras
una luz que brilla y nos recuerda
la esencia verdadera del ser humano.