El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 30 de marzo de 2014

Improvisaión en azul

El cielo se tiñe de azul
al caer la tarde este domingo
sobre las casas del barrio

Sólo la lluvia rompe la quietud

con su arrullo sereno
da color a un cuadro cálido:

de las farolas cálida luz:
sobre el azul el amarillo,
y los tejados recién pintados.

Es un Van Gogh o Toulouse
Lautrec en Quito pintado
bajo la luz y lluvia de marzo.

jueves, 27 de marzo de 2014

Las calles de mi país

Hay gente en las calles de mi país estos días. Y hay sangre en las calles de mi país estos días. ¿Hay sangre en las venas de aquellos que se quedan en casa en mi país estos días? ¿Hay pasión en las venas de aquellos que duermen un sueño de plástico encerrados en cajas en mi país estos días?

Las calles están medio vacías en mi país estos días. Faltan las almas de aquellos con la despensa llena en sus casa de vida vacía estos días. Aquellos que se miran en el espejo de la televisión estos días y creen que son ellos los que desfilan por las calles de mi país estos días.

Hay gentes que sufren en mi país estos días. Hay gentes al las que roban su casa en mi país estos días, dejándoles en la intemperie con el frío en sus huesos y sus labios estos días. Son frío de monedas en manos avaras estos días, son pálidas cifras de orgullo poder y sombra de vida.

Hay gentes que dicen representar al pueblo en mi país estos días. Son las únicas que dicen la verdad estos días: sonrientes a través del televisor, sentadas en cómodas sillas, saludan a los que estos días, les miran cómodamente desde el sillón, seguros en sus vidas estos días.

Reina la democracia del sofá en mi país estos días. La droga del euro y el circo y la sopa caliente, y un cristal medido en pulgadas que muestra la vida ficticia: esa por la que muchos votaron, esa que no mancha las manos, esa que no habla de hermanos, que construye falsos reinos estos días.

Tras el vaho de las ventanas de mi país estos días, se ve morir en el frío a las gentes despojadas de vida. Y poco a poco la calle se queda muerta y vacía, y un reguero de sangre recuerda que se luchó por la vida. Adentro tras los cristales, los que miran hace tiempo que ya han muerto.

Mi país es un desierto estos días repleto de almas perdidas. Llevan la boca repleta de monedas y mudas vagan para siempre por la ribera estigia, atragantadas en su codicia, sin poder preguntarle a Caronte el precio.

martes, 18 de marzo de 2014

La educación pisoteada. El derecho a elegir.

Miren señores, les comprendo. El desorden en educación en este país, como en muchos otros campos, es tal que hay que poner orden, hay que barrer la casa y poner a cada cual en su sitio. La situación de profesores que trabajaban 4 horas al día, que entendían su función docente estricta y únicamente como su presencia en el aula en la hora clase, los supervisores que sólo acudían al centro una vez al año y era con motivo de la fiesta de clausura del año lectivo, las direcciones (¡o incluso centros educativos!) que modificaban el calendario escolar acortando su duración según su antojo, las asignaciones "a dedo" de los contratos y nombramientos laborales, las partidas presupuestarias gastadas en fiestas u otros gastos indebidos, el desigual reparto de recursos materiales y humanos, y la deficiente o nula preparación académica de muchos docentes.

Una situación insostenible. Por eso les comprendo, y les felicito por haber decidido tomar cartas en el asunto de una vez por todas. Exijan, señores, exijan. "Jalen de las orejas", supervisen, ordenen (pongan orden) Pero háganlo con sentido común. Está bien redactar nuevas leyes que corrijan vacíos de las anteriores y que ayuden a poner orden y concierto en semejante entuerto; es también obligación del Estado hacerse presente y velar por el derecho de sus ciudadanos a la educación, una educación digna y de calidad, como tantas veces se ha repetido. Es obligación del Estado exigir que se dé esa educación. Pero también es cierto que exigir no implica restringir, ni tampoco prohibir.

Señores, creo que padecen ustedes de soberbia y prepotencia. No conocen ni parecen creer conocer (y en el conocer) reconocer las grandes diferencias geográficas y culturales de su país, diferencias entendidas no como un mal reparto de la riqueza nacional, sino como riqueza particular (y por ello diferente, distinta) de cada pueblo, de cada región, diferencia que les hace distintos entre sí y que a su vez forma parte de esa rica identidad del Ecuador. O quizá son ustedes simplemente un grupo de personas sin amor por el trabajo, vagos en el sentido último de la palabra, que prefieren tomar y hacer cumplir normas estandarizadas que puedan supervisar por encima cómodamente sentados en un sillón en las alturas de Quito o de algún rascacielos en una ciudad, sin tener que ir al campo, y pisar el barro y reconocer la realidad distinta y no estandarizada que se vive en distintos lugares del país, por necesidad o por voluntad de sus ciudadanos. O quizá son las dos cosas, pues la falta de visión es un defecto congénito a la pereza.

Ahí van ustedes, desde sus nubladas mentes andinas, diseñando e imponiendo a machetazos un modelo de educación, de vivienda, de ciudadano ecuatoriano, salido de la pluma o la computadora de una persona sin identidad propia, sin amor propia, un modelo que podría ser el de cualquier ciudad o país del mundo, que no dice nada de sí mismo, que no se dice nada a sí mismo, y que lo único que logrará será seguramente producir ciudadanos en serie, autómatas ecuatorianos a los que las palabras cultura, patria, familia, Ecuador, no tendrán para ellos ningún significado. ¿Es ése el tipo de ciudadano ecuatoriano que quieren para el futuro de su país? ¿Están seguros? ¿Tan seguros están de que existe un único modelo que sea válido? ¿Tan seguros están de que todas las diferencias de este país son sinónimo de atraso y de mal hacer de pasados gobernantes?

Piensen bien estos interrogantes, y antes de contestar desde su superior visión andina, den un buen paseo por su país, sumérjanse en las calles y en las vidas de sus conciudadanos, con el afán de educar, sí; con el afán de exigir y ordenar, también; pero con los ojos de sabio abiertos para saber rescatar de todo este desorden las perlas valiosas de la sociedad.

Una sociedad no se construye desde arriba, no se diseña en un despacho ministerial. Una sociedad nace de si misma de su convivencia diaria, del pulir y hacer que sus diferencias encajen como piezas de un puzzle, formando todas juntas una sola palabra multicolor, en este caso Ecuador. No intenten hacerlo al revés: no intenten escribir primero esa palabra Ecuador y rellenarla después de lo que ustedes creen que representa o debe representar; por más que la rellenen todo lo que obtendrán será entonces y siempre una palabra hueca.

En educación, es necesario alguien que venga y supervise y ponga orden; pero que lo haga desde la gente, por la gente, para la gente. No desde la planificación de un despacho, por y para dicha planificación. Ustedes restringen, señores, imponen estructuras, modelos, currículos, y en ese sembrar impositivo ahogan las semillas en los pantanos o las secan en los desiertos, simplemente por no ir antes y conocer y reconocer el terreno: ustedes olvidan las lenguas, las culturas, los saberes de las gentes de su propio país y las intentan sustituir por otras prefabricadas carentes de sentido y sentimiento. ¿No sería mejor reconocer y reconocerse en esas lenguas, esas culturas, esos saberes y construir con ellos la educación la identidad de un país?

Estos días ustedes cortan de raíz experiencias punteras, innovadoras en educación por el mero hecho de ser distintas, diferentes al modelo que ustedes propugnan. No son válidas bajo su obtuso punto de vista. ¿Las han observado bien? Hace años, cuando los gobiernos de este país desatendían la educación de sus ciudadanos, unas personas conscientes de ese desastre cultura y social dijeron ¡no! y a pesar de la desidia Estatal, sin ayudas ni apoyos, pusieron todos sus esfuerzos en mejorar la educación de sus ciudadanos y crearon experiencias, modelos, alternativas que todavía hoy están dando sus buenos frutos. ¿No sería mejor señores, escuchar y observar estas exitosas propuestas educativas e incorporar sus logros al sistema educativo del país, en lugar de condenarlas y destruirlas?

Con su centralizada y planificada política, señores, me están diciendo que no puedo ser quien soy, que tengo que olvidar quién fui, y ser uno más, pero no una más cualquiera sino uno más diseñado por ustedes.
No voy a hacer eso señor. De ninguna manera. Siempre seré quien soy, y siempre defenderé mi derecho a ser diferente, distinto, con mis virtudes y mis defectos, siempre dispuesto a escuchar, a corregir mis actos cuando me equivoque, a aceptar supervisiones, a que me exijan para mejor así como ser humano. Pero no voy a dejar de ser quien soy, no voy a olvidar mi cultura, mi lengua, mis creencias y mi espíritu.

Y lucharé, sí, lucharé y trabajaré día a día para que esa cultura que da forma a mis huesos siga viva en mi y en mis hijos, dando forma multicolor y viva a esta sociedad global que falsamente nos venden únicamente en estandarizados grises.

El derecho a ser diferente es el más importante de los derechos.

domingo, 16 de marzo de 2014

Realidades superpuestas

El fresco de la mañana despierta mi rostro lavándolo con la húmeda de la lluvia caída a noche. Camino apurado sorteando charcos por una ciudad que aún no despierta hasta el terminal del aeropuerto, donde unos taxistas aburridos esperan sin mucho éxito los primeros clientes de una mañana de sábado.
El terminal está casi vacio, somos pocos los que este sábado nos disponemos a tomar un bus que nos llevará a la aeropuerto, en lo que fue otro pueblo y que ahora llaman "afueras" de la ciudad. Recuerdo todavía cuando los aviones surcaban el cielo por encima de las casas del barrio, despertándonos a las 6:30 de la mañana con el rugir de sus motores, haciendo temblar los cristales de la ventana en una matutina competencia con las campanas de la iglesia vecina. Hoy las camapanas llaman solas a misa, los otros pájaros levantaron su vuelo.

Puertas adentro, todos los aeropuertos, incluso sus "terminales urbanos" son iguales. Las mismas azafatas, los mismos recepcionistas de sonrisa y reverencia eterna, los mismos guardias de seguridad que intentan pasar desapercibidos, la misma cafetería prefabricada con precios "para turistas". El bus, un impoluto bus último modelo, diseñado para hacer el viaje de 90 minutos hasta el aeropuerto lo más placentero posible: suaves asientos aterciopelados con cinturón de seguridad y suficiente espacio entre fila y fila para estirar las piertas, televisor, conexión wi-fi gratuita. Todo está servido para que el pasajero no se entere del viaje.

Poco después de arrancar, un video nos explica las inmejorables medidas de seguridad del medio de transporte, nos indica todas las comodidades a nuestra disposición y no deja con una cadena infinita de imágenes turísticas de un pais construido a base de photoshop: los rincones más bellos, las gentes más felices, aseadas, amigables que uno pueda imaginarse. Por unos minutos mi mente se pierde en los paisajes del video. Sin mucho interés, consulto la hora en mi reloj -apenas han pasado 15 minutos-, el viaje se me hace eterno, no se bie por qué. Leo el letero en el respaldo del asiento de adelante con las claves de la wi-fi y pienso en sacar mi tablet del bolsillo y escapar de este aburrido mundo sobre ruedas, pero mi mirada curiosa se escapa por la ventana. Hemos dejado las calles del norte de la ciudad y el bus avanza por las afueras de la ciudad. Son ya las 8:30 y la gente comienza a hacer presencia en las aceras, esperando los primeros buses urbanos o interurbanos, calentando el estómago con café o colada caliente, acercándose a los madrugadores puestos callejeros donde esperan también empanadas recién fritas. Poco a poco se van levantado persianas de los comercios, poco a poco la calle se puebla de gente de todo tipo y condición que, sin pausa pero sin prisa comienza su sábado: unos pasean al perro, otros esperan el bus que les lleve al trabajo, otros tantean el aire esperando "hacer un buen sábado".

Toda esta gente multicolor, envuelta en sudaderas, en uniformes de colegio que no encajan en un sábado, en descoloridos uniformes, en trajes que quieren causar mejor impresión o que desfilan por obligaciónes laborales, en gorros sinténticos, sudaderas, en apretadas camisas de manga corta; actores en movimiento del cuadro de una ciudad descuidada, de casas construidas sin orden ni gusto arquitectónico... Estampas vivas de un pueblo que busca su identidad buscando sus diferencias y similitudes en la material y efímera cultura foránea que se le escapa como un sueño palpable y a la vez inalcanzable.

Mientras el bus avanza y recorre estas calles a través de las interminables afueras de la ciudad, tengo la sensación de ir por un canal paralelo del tiempo espacio, la realidad del bus está a cientos de años luz de esa otra que veo a través de mis cristales, que bien podrían ser pantallas murales de un cinema tridimensional. Ésta es uno más de los ejemplos de la absurda realidad que vivimos: en otros lugares, el traslado hacia aeropuertos, hacia barrios "elitistas" o hacia los peatonales y perfectos casos urbanos se hace con los ojos vendados: rápidos metros, calles y campos yermos, que nada dice al viajero, ser viviente en una falsa realidad; falsa por incompleta, pues no contempla en su horizonte las otras realidades de este mundo.

Aquí, en la frontera, esas dos realidades se cruzan, intercambian miradas, sonidos, olores. Nos recuerdan ese Mundo Feliz que vivimos, cuestionándolo desde sus cimientos, dejándonos una tenue marca en nuestra conciencia, como una semilla que en la mayoría de los casos no germinará.

sábado, 8 de marzo de 2014

Feliz día de la mujer

Gracias por seguir siendo la luz y el misterio en nuestras vidas.

 Wonder
(Natalie Merchant)
Han venido doctores desde ciudades lejanas
sólo para verme.
Se quedan de pié junto a mi cama
sin creer lo que ven

Dicen que debo ser una de las maravillas
de la creación de dios
y por más que miran
no encuentran explicación.

Los periódicos hacen preguntas íntimas
quieren confesiones
entran en mi cabeza
para robar la gloria de mi historia.

Dicen que debo ser una de las maravillas
de la creación de dios
y por más que miran
no encuentran explicación.

Oh, creo que
la fortuna sonrió y el destino
rió mientras se acercaba a mi cuna
sabe que esta niña podrá
rió mientras me alzaba
sabe que a esta niña dotada
de amor, de paciencia y de fe
y logrará su camino.

La gente me ve
soy un desafío a vuestro equilibrio
estoy por encima de vuestras cabezas
cómo os confundo y os asombro
saber que debo ser una de las maravillas
de la creación de dios
y que por más que miráis
no encontráis explicación.

Oh, creo que
la fortuna sonrió y el destino
rió mientras se acercaba a mi cuna
sabe que esta niña podrá
rió mientras me alzaba
sabe que a esta niña dotada
de amor, de paciencia y de fe
y logrará su camino.

La letra original en inglés, aquí

domingo, 2 de marzo de 2014

Cultivar el espíritu

Religión. Religiones. Organización. Líneas de pastoral, de evangelización. Lo "políticamente correcto". Eso otro que queremos hacer pero no nos atrevemos. Hasta dónde tenemos que llegar. Hasta dónde debemos llegar. Qué somos. De qué grupo formamos parte.

Unos rezan y no entienden, otros no entienden para que rezan y ansían seguir con las manos en el arado, abriendo surcos y sembrando sin ton ni son. Y ambos se echan a la cara sus defectos sin aprender de ellos.

Religión, sí. Esa palabra, esa institución que hemos creado en torno a nuestro espíritu, que nos clasifica, nos encierra en cajas y no nos permite ver más allá de nuestro propio horizonte. Esa palabra que a fin de cuentas, a llevado a crear una terrible brecha entre religión y laicismo en nuestra sociedad. Unos rezan, otros trabajan. Unos predican, siembra esperando que el fruto germine solo, y otros abren surcos en el barro y se desesperan a intentar hacer crecer y cuidar a todas las plantas por igual, en un campo inmenso, hasta desfallecer.

Y ambos, con los ojos vendados por su propia ceguera autoinducida. Lo uno no puede darse sin lo otro. En la religión como en la educación, como en las distintas facetas de esta vida, debemos labrar los campos movidos por la tranquilidad y la sabiduría del espíritu.

El religioso que se encierra en su hábitos y sus estructuras eclesiásticas y predica sin mancharse las vestiduras con el barro del pueblo, que se niega a mirar dentro de los ojos de sus feligreses, repitiendo un evangelio fuera de contexto, es como el maestro que marca su ritmo escolar por el timbre de entrada y salida hasta el punto de mimetizar a sus alumnos con los muros de un colegio que no conoce como tampoco conoce a sus alumnos. Él escribe palabras líquidas en la pizarra mientras el religioso predica al viento: palabras sonoras que todos oyen y nade escucha, palabras que se diluyen en cuadernos-mares de tinta azul.

Y a su lado, los otros, los laicos-activistas-hiperactivos- que tampoco entiende y hace y hacen y mueven montañas, cargando tierra de un sitio a otro, desfalleciendo al final del día, enfadados de ver a los que rezan y no hacen, a los que hablan pero no se implican, olvidando que hay un hueco en ellos mismos que no llenaran nunca con acción social y trabajo.

Ambos debemos aprender los unos de los otros. Esta sociedad de hoy día no necesita religiones, necesita recuperar su parte espiritual, entender que cultivar su espíritu, es la única manera de dar ritmo y candencia a su devenir cotidiano. Hemos construido estructuras tan grandes y burocráticas a su alrededor que le hemos asfixiado: unos corriendo maratones sociales, otros encerrándose tras hábitos y conventos.

Dios está en los caminos, vive intra-gentes, de eso no me cabe duda. Y sin embargo cuánto huimos de los caminos, y cuántas veces los recorremos sin Él.

Mi cuerpo es comida
(P. Casaldáliga)

Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este Gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.

Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida,

EI vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.