El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 24 de noviembre de 2013

Poesía

Cuántas vece deseamos cambiar la vida, haciendo universales gestos pequeños, ideas pequeñas y grandes que encontramos en hombres y mujeres que, de algún modo, han conseguido ver la vida a través de esos ojos sin ese velo que muchos no son capaces de descorrer. Queremos sembrar poesía, utopías, y verlas crecer cambiando el mundo. Dar vida propia a la poesía de tantos libros y tandas vidas libres. Y en ese sueño de poeta, olvidamos que todos, nos movemos, empujados por el fluir el crecer del grupo humano, con pies de poeta. La poesía está en la calle. Buscadla. Quise escribir un ensayo sobre este tema y me salieron estos versos libres:

Me hablas de hacer de la poesía la vida misma.
Mas si observas, amiga, verás que el vivir es
poesía en sí.

Queremos llevar a la vida
los sueños, las quimeras del poeta
del loco los desvaríos
del revolucionario las ideas.
Todo ello poesía que se ha quedado
atrapada en libros e idearios
o en trucos de magia - conejo en la chistera.

La gente vive, sin darse cuenta
moviendo sus pies y manos
su mente, al son del poeta.

Es sencillo:
sólo hay que caminar si prisa,
poniendo atención y amor en cada paso
haciendo de nuestra vida y profesión
el más importante de los artes.
No importa si se es profesor,
o jornalero, o ministro, o vendedor del mercado.
La vida es arte y el arte es amar
y el amar es soñar,
y el lenguaje del sueño es poesía
que no es de locos-poetas
sino de humanos.

Busca en los ojos
de aquel desconocido
que es tu hermano
y haz que su rostro
dé forma al trabajo diario
que labran tus manos,
serán entonces las manos
de un loco, un poeta
de un ser humano.

Me falta mucho por vivir para ser buen poeta... Tomo por ello prestados también los versos de los mayores:

Through Here Quite Often
(Vengo a menudo por aquí)
David Crosby

Vengo a menudo por aquí
y pienso en tí
vengo a menudo por aquí
y me pregunto qué haces.

Giré en la esquina equivocada,
podría decir "me perdí".
Recuerdos confusos
donde dos calles se cruzan.

La visión que recuerdo
son unos ojos a través del vapor
que salía del café
sirviendo la crema

Y yo ni siquiera te conozco
y no pretendía observarte
pero sé qué estás pensando
y se que te atreves a

preocuparte por la gente
y mirar dentro de sus vidas
mientras les alcanzas una cuchara
mientras limpias los cuchillos

Te acercas y tocas a uno
una que otra vez
con sabiduría casera
o una sonrisa disimulada

Dicen: "no hables con extraños".
Yo digo: "¿por qué diablos no?"
Si no hablas con extraños,
dime, ¿que consigues?

Un mundo sin sabiduría
una vidas sin risas
un tiempo de soledad
y amistades a medias.

¿Te preocupas por los extraños
y miras dentro de sus vidas,
sus hijos e hijas
sus esposos y esposas?

Así que vengo aquí a tomar café
y observo tu cara
para ver una amabilidad secreta
y observar una gracia tranquila.

Del LP Crosby*Nash (2004)
Escuchar

viernes, 22 de noviembre de 2013

Homo colligeris

"Estimado Monseñor ...., que la paz del señor le guarde. Durante años he estado coleccionando fotografías de obispos. Le estaré enormemente agradecido a su señoría si me enviase una foto suya firmada por correo. En mi colección privada tengo más de 1500 fotos de obispos de todo el mundo, y también más de 200 de cardenales y nuncios".

Más o menos así reza una carta en inglés que he encontrado entre los miles de papeles por clasificar que me rodean en el archivo. Irá a "correspondencia general recibida", aunque más se merece que la incluya en una carpeta nueva con el membrete "curiosidades".

La verdad, hay gente para todos los gustos. He conocido gente que colecciona llaveros, abanicos, conchas, piedras, hojas, sombreros, manillas, figurillas de diversos tipos, traducciones a distintos idiomas de un mismo libro, tierra de distintos lugares..., así que supongo que coleccionar fotos de obispos no tiene tanto de extraño, aunque me dibuje una sonrisa en mi rostro mientras clasifico viejos papeles. Como las reliquias de santos, como las palabras sabias que no ha podido borrar el tiempo, quizá el coleccionista encuentre en estas fotos, la reverencia, admiración y reconocimiento que le sirven de fuerza y motivo para continuar su día a día.

El tiempo se encargará de volver ceniza las fotos, igual que volverá polvo las huellas dejadas por su propio caminar, y las vidas pasarán, y otros hombres, sentados en polvorientos cuartos, recogerán las cenizas y fragmentos al vuelo y los guardarán para que como colección de fragmentos de nuestra existencia humana, sigan dando forma a la vida y los anhelos de otros hombres futuros.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Cambio de la matriz de vendedores

He gastado unos buenos paseos por la ciudad estos días intentando comprar un aparato para el ordenador -un adaptador o tarjeta de audio usb- y, todavía no me lo venden. Creo que lo he encontrado, no estoy seguro, pues no lo he visto en la vitrina de ninguna de las tiendas de computación que he visitado, pero probablemente estaba ahí y no me lo han querido vender.

En Ecuador empieza a suceder lo mismo que en muchos otros países: están tan acostumbrados a vender únicamente lo más común, que cuando les pides algo que no figura en la lista de los "artículos comunes y más vendidos" no tienen ni idea de lo que les pides. Pero acá la cosa tiene aún más. En otros sitios, el vendedor intentaría averiguar qué quiero, si lo puede pedir a un distribuidor, si lo tiene pero no se da cuenta en ese instante; si el vendedor fuese colombiano, estoy incluso seguro de que lo encontraría o me endosaría algún que otro artículo. Pero he llegado a Ecuador. He llegado a la tierra del "no, no tenemos eso".
Ni si quiera se paran a revisar, a pensar en lo que les pides. "No, no lo tenemos" y se quedan tan panchos. En el mejor de los casos añaden un "pregunte en tal o cual sitio". Es baladí: allí te van a dar una respuesta similar.

Al principio pensé que era simplemente que ciertos artículos tecnológicos no llegaban a este país, pero ahora cada vez estoy más convencido de que no tienen ganas de vender. No sólo sucede cuando buscas algo un poco raro, también pasa con las cosas más comunes del día a día.
-"Quiero una camisa azul"
-"No tengo".
Y punto, se acabó la conversación. En cualquier otro lugar, el vendedor hubiese empezado, a decir "pues mire, no, no me quedan azules, pero ¿qué tal esta de color verde?, ¿o a lo mejor le gustan de cuadritos? Mire, pruébese, miŕese en el espejo, sin compromiso..." Y al final, uno acaba saliendo de la tienda con una dos camisas, aunque no sean exactamente lo que en un primer momento había pensado comprar.

Creo que es parte de la jerga y de la madera de ser vendedor. A veces también molestan los vendedores con demasiada labia, de esos que no le dejan a uno ojear tranquilo y enseguida están respirándole a uno en el cogote preguntándole "le ayudo" y vendiéndole el almacén entero, pero entre eso, y la pasividad de los vendedores de este país, hay un termino medio. Aquí, parece que se empeñan en no vender. Uno tiene a veces hasta la sensación de que "molesta" cuando entra en algunos negocios.

En fin, quizás es que no entiendo la idiosincrasia de los vendedores ecuatorianos (llevo 4 años acá, pero en Lago Agrio, donde el 80% de los negocios son de colombianos, esos si que venden...) O quizá es que hecho de menos esas tiendas donde hay un poco de todo y donde tras el mostrador hay un vendedor curiosos que busca y rebusca hasta dar con la solución a tus problemas. Pero, no puedo sino pensar también que, ahora que se habla tanto de cambiar la matriz productiva del país, quizá sería bueno cambiar también la matriz de ventas.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Misterios en internet

He recibido un e-mail de un amigo que ya se ha creado su perfil en el nuevo google +. Yo, perezoso de mi, todavía sigo a la antigua. El caso es que pico en el perfil de mi amigo, que usa para variar un pseudónimo que no tengo ni la más remota idea de qué significa, y todo lo que me encuentro es un vídeo que dice "vídeo agua". Así sin más. No hay datos personales, no hay fotos, no hay listas de "favoritos". Solo "vídeo agua". Decido ver el vídeo.

Un plato de ducha, una mano que abre el grifo. Bien, bien, la cosa comienza bien. Sale agua por la cebolla de la ducha, y se va por el desagüe. Normal. Oímos correr el agua por la ducha y el desagüe: glin-glin-glin-glin-glin. La cámara se mueve y nos enfoca un registro del baño por el que -evidentemente- el agua corre y se va a las cloacas. Volvemos a la ducha, ahora hay un primer plano del sumidero. Regresamos al registro de aguas. Sigue corriendo el agua, hace un ruido inquietante. Aparece la mano de nuevo y cierra el grifo de la ducha. Volvemos al registro para ver como se escapan las últimas gotas de agua.

¡Y así dos puñeteros minutos! ¿Me quiere alguien decir qué es esto? ¿Dónde está la chica en bolas en la ducha? ¿Donde está el bicho que se supone sale del registro y te pega el susto padre? ¡Es peor que ver el vídeo ese de Andy Warhol donde salía un tipo comiendo un plátano durante media hora! ¡Es como una película de serie Z sin la Z!

Eso sí, el suspense está bien servido: dos minutos de inquietante sonido de fluir de agua esperando algo. Ahora me quedan 8 horas de sueño para meditar sobre la obra de arte surrealista, mejor dicho, hiperrealista, que acabo de ver.
Algún espero me expliquen el significado y así poder dormir tranquilo.

Casi me corto el pelo

Salgo a estirar las piernas y desempolvarme un poco bajo el fresco del atardecer. La calle, una de las tantas avenidas ruidosas de la ciudad, está todavía viva con gente caminando de acá para allá, metida en sus asuntos, mientras el tráfico se espesa poco a poco, indicando que ya es hora de salir de trabajo y regresar a casa.
Los comercios, todavía abiertos, comienzan a encender sus vistosos letreros, saturados de mil y un colores, luces de neón, mil y una palabras describiendo los mil y un artículos o servicios que ofrecen, las mil y una marcas famosas cuyos productos -en teoría- descansan en estantes esperando ser comprados.

Al pasar por delante de un enorme escaparate de cristal, una persona se me queda mirando. Dos negocios más adelante, otra persona, de indumentaria similar a la anterior se acerca lentamente a la puerta y me mira pasar. El anterior local era una peluquería. Este último también. Y más adelante veo que hay otra. Tres, cuatro, peluquerías en la misma acera, en un espacio de menos de 500 metros. Yo desfilo por delante de ellas como carnaza, como un ser extraño que no se deja atrapar. Siento como me persiguen las miradas de peluqueros armados de tijera en mano, ansiosos de echarme el guante.
Doblo la esquina y me choco con un letrero en un caballete que dice peluqueria-salón de belleza unisex. Una chica con acento cubano me dice "le ayudamos". "No gracias", y continuo mi paseo vespertino.
Decido regresar a casa por otra calle, respirar otro paisaje urbano que no esté plagado de "Eduardos Manostijera" ansiosos por tocar mi pelo con sus afiladas cuchillas. Mala suerte. Por esta otra calle también hay peluquerías. De caballeros, de señoras, de cualquier cosa que tenga pelo. Al fondo de la calle veo la sinuosa barra espiral de las típicas barberías americanas. Sí, hasta eso hay. Apuro el paso mientras el aire fresco del atardecer hace flotar mi melena y  con las manos en los bolsillos, escondo el rostro y la mirada entre las solapas de mi cazadora, intentado pasar invisible ante las miradas de los ansiosos podadores de cabezas.

Llego a casa. Mientras un té se calienta, medito sobre este barrio en el qué he venido a vivir. Hay más peluquerías por metro cuadrado que en cualquier otro lugar que yo conozca ¿a qué se deberá? ¿y por qué la mitad de los peluqueros del barrio son cubanos? ¿Y por qué, por qué, en este país tienen tanta manía a los hombres que llevan pelo largo? ¿Qué tiene de malo el pelo largo? ¿Por qué todos los hombres tienen que ir con el pelo cortado a cepillo?

El pelo crece, hasta después de muertos dicen. En algún momento, alguna persona, seguro que un calvo que aún no se había aceptado a si mismo, dijo: el pelo bien corto. Y quedó grabado con sangre. ¿Y las mujeres, me pregunto, mientras sorbo mi té, ellas porqué si pueden llevar el pelo largo? Es más, casi no conozco mujeres acá con el pelo corto. Manías y estupideces y modas sin sentido.

El vapor de mi te me empaña los cristales de las gafas mientras medito en silencio. Con un gesto de lo más común, me quito las gafas y mientras las limpio con un pañuelo, a través de la ventana en la acera de enfrente, veo las luces blancas, las elegantes fotos, la bata blanca y los sillones de cuero giratorios de ¡otra peluquería! ¡Tengo otra peluquería justo a la puerta de casa!

No podrán conmigo, no. Larga vida al pelo largo. Antes calvo que con el pelo cortado a cepillo.
Dibujo de El Bribón Bueno