El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

viernes, 24 de mayo de 2013

Ángel de la guarda


Bajo el cielo plomizo
de lluvia amenazante
se cruzó en el camino
esta mañana un ángel.

Me atrapó en la sorpresa,
cambiando mi gris por color
un abrazo y una sonrisa
en la lluvia un rayo de sol.

Mi desorden vino a ordenar
sacudiendo mis ropas, mi alma
como brillo de estrella fugaz
vientos nuevos, mar en calma.

Y ahora el barco, tranquilo
ya no anhela llegar a puerto
pues sabe que el destino
soplará vientos nuevos

Sólo hay que vaciar
de penas los bolsillos
y sin miedo dejarse llevar
por los ángeles del camino.

lunes, 20 de mayo de 2013

Malas palabras

para Geovanna

Te enseño malas palabras
que ya sabías
y hago con artimañas
que las repitas

Llevo a tu rostro el rubor
y la vergüenza
hablando desnudo de Dios
y de la ciencia

y tú me miras oculta
tras falsa ira
difuminada en la comisura
de tu sonrisa

y rompes el juego de niños
con voz serena
palabras que no hay en libros
sino en estrellas

pintadas en un Cielo de cartón
que oculta algo:
la brisa del corazón
del “bien amado”

esa que aviva nuestra alma
volviéndola risa
y dice que ser siempre serios
es grosería.

La magia de la música


When I was a young man
I found an old dream
It was as battered and worn a one
as you have ever seen

But I made it some new wings
and I painted a nose
and I wished so hard
up in the air I rose, singing:

Carry me, carry me
carry me above the world.

- Carry Me (David Crosby)*

No necesito nada más. No importan cuán largo haya sido el día, las alegrías o los desencuentros que me haya dejado, no importa si estoy triste, eufórico, enamorado, con la mente presente en lo que hago o disperso en las nubes. Cuando, al final del día, buscando unir todos los los pedazos del puzle intento buscar una justificación a mis actos, buscar palabras de ánimo, o escaparme de la realidad por unos instantes, todo lo que necesito es música.
Tiene algo mágico, algo que me lleva a ausentarme de mi día a día, a “recargar mis baterías” como un mágico elixir, y hacerme ver las coas cosas de otro color, levantarme y caminar y seguir caminando, siempre al compás de una canción. No necesito más: no encuentro mejor droga, ni elixir, ni oración. Música, música, música. Ejerce sobre algo especial. Nunca lo he entendido, y todavía la escucho y la siento como algo mágico y ajeno, ni toco un instrumento, ni soy bueno cantando, y soy un pésimo bailarín, pero, cuando la música comienza me atrapa, cuando, al final del día necesito de alguien que me hable y me lleve lejos, o me reafirme en mi camino, me pongo los auriculares, conecto mi reproductor y dejo que la música fluya.
Porque la música es para bailar, para llenar de “ruido” la casa vacía, pero, y sobre todo, para escuchar, para escuchar con atención saborear cada nota y dejarse llevar.

Estos días, cuando el cansancio me vence, cuando los escollos del camino se me hacen infranqueables, la música, una vez más, me libera, y volando, vuelvo a ver otra vez por encima de esas nubes que ocultan el sol.

*“Cuando era joven / encontré en un viejo sueño / estaba más estropeado y gastado / que cualquier otro que hayas visto / pero yo le hice unas alas nuevas / y pinté una nariz / y lo deseé con fuerza / y me levanté en el aire, cantando/ llévame, llévame, llévame por todo el mundo.”

Cuando las palabras dejan de tener efecto


Lunes, 8 de la mañana. Todos los estudiantes firmes, con el uniforme “impoluto”, el pecho enchido, comienzan a entonar las “sagradas notas del Himno Nacional” que en este país comienza rezando “Salve patria mil veces o patria”.
Perfecto, todo perfecto. ¿Todo? Si uno pasa revista, el pantalón de un par de estudiantes está decorado con un ying/yang, el siguiente tiene dibujada una esbástica y el de de más allá dice “EMO” en el pantalón del uniforme. Otro, con chompa, porque “hace frío”...
Sí, el hombre del tiempo no se ha percatado de que todos los lunes a eso de las 8, bajan trepidantemente las temperaturas en todo el país, y los padres siguen sin dar de desayunar bien a sus hijos, que, mientras regresan a sus salones de clase emocionados por las “sagradas notas del Himno Nacional”, las repiten solemnemente “Salchipapas...”.

Algo falla señores (y señoras) Algo falla cuando, después de lograr que los cerca de 200 estudiantes guarden ¡por fin!- silencio en el comedor para poder bendecir los alimentos:
“Las fuerzas se rehacen en la mesa
se olvidan los silencios sin razón,
se escucha una nueva palabra,
... vivir en torno a Él-vis!

¡Qué devoción que tienen estos muchachos por el Rey del Rock 'n' Roll! Mañana vamos a cambiar el padrenuestro por el Jailhouse Rock, pues seguro que cantan aún con más fuerza.

No paro de repetir, a propios y ajenos, en público y para mis adentros también, que esa pedagogía está ya vieja y caduca, y que, ejemplos como estos que vivimos cada día son el claro ejemplo de ello y que no son más malcriados los jóvenes de ahora que los de antes, ni hace falta “más zapatilla”. Si queremos formar jóvenes educados y respetuosos, debemos llegar hasta ellos, motivarles, enseñarles a valorar, a conocer la esencia de las cosas, para que las integren como parte de ellos, de su cultura, o de la igualmente válida cultura de otros y las respeten, no por miedo al castigo, sino por deferencia para con los demás y para consigo mismo.
Yo no lo veo tan difícil. La única dificultad está en el maestro, que debe trabajar más para dilucidar nuevas maneras de llegar a los alumnos y “conquistar” su corazón en lugar de “acongojarlo”, o “acojonarlo”, vaya, si se me permite el juego de palabras. Y como ahora la ley no deja aconojar a los estudiantes, y como a los maestros no les pagan mucho y les hacen trabajar harto y como además están ahí delante de los muchachos por rebote porque ellos querían trabajar en otra cosa pero el magisterio se antojaba “más cómodo”; por todo esto, seguimos todos como si nada, escondiendo nuestro enfado -o sonrisa-, mirando para otro lado o agachando la cabeza cada vez que terminamos la oración “viviendo en trono a Él-vis”.

sábado, 11 de mayo de 2013

Aprendiendo nuevos mundos (virtuales)

De pequeño, recuerdo que me sentaba en una banqueta en la relojería de mi padre y él o mi abuelo me daban un reloj de cuerda estropeado y sin arreglo para que lo destripase y pasase el rato soltando cada una de las cuerdas y ruedas preguntando cada poco ¿y esta para qué sirve?
Desde ahí posiblemente me viene el afán de ponerme delante de cualquier aparato e intentar arreglarlo, modificarlo, adaptarlo. Nunca me ha dado por la mecánica o la electricidad -más allá de las chapuzas de estar por casa- y cada vez que desarmo o intento armar algo siempre me acaban sobrando piezas, o el aparato en cuestión no queda igual de bonito que en la caja de Ikea, pero yo, fiel a el "probemos" sigo probando.

Hace unos meses escribía en este blog sobre el software libre y como me había desecho de todos mis programas piratas en Windows y estaba trabajando exclusivamente con programas gratuitos. En los últimos meses, y a raíz de una recomendación del ministerio de educación de Ecuador, comencé a interesarme por los sistemas Linux, y después de pensarlo un tiempo, metí el CD de Ubuntu en mi portatil y apreté el botón de "instalar" para ver que pasaba.
Lo que pasa es que el portátil sigue funcionando, lo cual quiere decir que no soy tan bruto, y aunque mis primeras peleas por ab.0rirme paso en linux casi me hacen tirar la tolla, con un poco de paciencia he ido aprendiendo a usar y configurar estos sistemas operativos. Aún estoy muy pez, eso sí, y reconozco también que aún le falta un poquito al mundo linux para ser tan fácil de usar como windows.

Aún así, invito a todos los que no tengan miedo a la aventura a que hagan una copia de seguridad de sus archivos, la carguen en la mochila junto al CD de linux, y comiencen el viaje. Se llevarán muy buenas y gratas sorpresas aunque de vez en cuando se encuentren atascados y con sudores en la cabeza.
Estas líneas las escribo desde el navegador iceweasel en debian "wheezy" 7.0, que salió hace unos pocos días y está muy pero que muy elegante.

Mi portátil aún tiene Windows ocupando la otra mitad del disco duro. El tiempo dirá hacia donde se inclina finalmente la balanza.