El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

jueves, 29 de noviembre de 2012

Fue hace mucho tiempo

Un leve zumbido casi imperceptible recorría la habitación. El sistema estaba conetctado. El cuarto esperaba, tranquilo, las órdenes de su maestro. Las paredes, el techo, el piso, emitían la diáfana luz blanca de la espera.
Jorge entró el cuarto con aire cansado, absorto en si mismo, ausente del cuearto, se sentó en el sillón reclinable que esperaba vacío en el centro de la habitación. Se dejó recostar léntamente sobre él, la cabeza en apoyada en el respaldo y las manos sobre los brazos articulados del sillón. Poco a poco, el sillón fue reclinándose hasta quedar casi horizontal. Uno suabes guatnes recubrieron las manos de Jorge mientras un caso plástico flexible se ajustaba suavemente a su cabeza. Cerró unos segundo los ojos, aunque sabía que no era necesario. ¿Qué sería hoy? Su mente penso y eligió: bosque, río, naturaleza.
En unos instantes estuvo caminando por la orilla de un río en un bosque, escuchando el sonido de los insectos y los pájaros. Le encantaban las salidas a la naturaleza, sentir las hojas, el viento, el agua del río fresca en sus pies. Unos días iba al desierto, otros a la tundra, otros aunas altas montañas nevadas. Su mente le llevaba y le traía. Otras veces caminaba por antiguas ciudades y civilizaciones pasadas, pero sus viajes favorios eran a la naturaleza. Pensaba que era así por fue esa la primera experiencia que tuvo, cuando, siendo a penas un bebé de unos meses, conectado al sistema de sus padres, había descansado en un lecho de frescas hojas cercano a un río. Desde entonces, esos paseso por la naturaleza, especialmente por un río en el bosque, habían sido sus favoritos. Recordaba como, en la escuela, cuando aprendía a manejar el sistema, y el profesor les invitaba a viajar a distintos lugares, tiempos y realidades, él siempre cerraba los ojos y dejaba que el pensamiento del blosque y el río fluyese en él; para enfado del profesor, claro.

Llevaba ya aproximadamente dos horas caminando porla orilla del río, empezaba a sentir cierto cansacio agradable y un poco de hambre: era hora de regresar. Se sentó tranquilament en la orilla, comenzó a acariciar una hoja seca de arbol, luego la solto, se recostó, cerró los ojos, y a los pocos segundos su pensamiento quedó en blanco. El sistema leyó su pensamiento y le devolvió a la realidad.
Descansado, Jorge se levantó del sillón y salío lentamente del cuarto. Su apartamento, como todos de la ciudad, era un cubo dividido en varias habitaciones cuadradas de mayor o menor tamaño. Entró en la cocina. Las luces parpadeantes del horno le indicaban que la cena ya estaba lista: abrió la puerta y sacó una bandeja individual que colocó sobre una pequeña mesa que había pegada a una de las paredes. Automáticamente, un asiento surgió de uno de los extremos de la mesa. Jorge se sentó y comenzó a comer lentamente. Se quedó pensativo unos segundos mirando la blanca pared de la concia. ¿Por qué la había cambiado a blanco? Parecía un quirófano. Se levantó, tecleó en una pequeña pantalla táctil a un lado de la puerta y al instante la cocina quedó pintada de color azul con motivos de hojras y flores amarillas. Así estaba mucho mejor.

Terminada la cena, depositó la bandeja sobre el aparato lavaplatos y salío de la concia dejando tras de sí el leve zumbido de los electrodomésticos. Era ya tarde. Entró en el dormitorio, encendió únicamente la luz de la cabecera de la cama, se quitó el traje autoajustable, se cambió de ropa interior, arrojó toda la ropa usada por la abertura del departamento de limpieza, y se metió en la cama.

A las 7:00 el zumbido del desperdador le sacó de su descanso. La luz del dormitorio eraahora cálida e intensa, pero sin molestar a la vista.. Se levantó y fue directo al baño contigüo, se dió una ducha, se puso un nuevo traje autoajustable y se dirigió a la cocina. El desayuno estaba ya listo, apuró el capfe´, se levantó, colocó todo en el aparato lavaplatos, recogió su ID, y salío de la casa.

La gran galería 95-J tenía hoy un color extraño. La luz del techo era un tanto anormal. Debían estar haciendo alguna corrección en el filtro solar ultravioleta. Indiferente, caminó unos pasos alfrente y espero a que se detuviese el siguiente monorail que recorría la avenida. Como si fuese un ritual, decenas de vecinos se fueron ubicando a su izquierda y derecha, esperando.
Por fin llegó el monorrail. Jorge ocupó su asiento, y se sentó indiferente con la mirada perdida. Cinco paradas después, caminó a un ascensor, descendió 7 plantas y tomó otro monorail hasta la avenida 82-W. Entró en las oficinas del Registro Ciudadano Universal, deslizó su ID por el lector de la puerta de personal, la cual se abrió automáticamente, y caminó hasta su puesto: 778-I. Cada puesto era un pequeño cubo de cristal traslúcido con una cómoda silla y una gran pantalla táctil que cubría todo un lateral del cubículo. La pantalla táctil detectó las huellas dactilares de Jorge e inició el sistema.
Había ya varias peticiones de información de distintos ministerios y empresas. Comenzó poco a poco atenderlas. Llevaba ya una hora trabajando cuando empezó a tener problemas con varias fichas de ciudadanos de la serie XJR: le llegaban datos fragmentados. Despues de mucho teclear, logro completar prácticamente todas las fichas. Dejó un mensaje para el servicio de mantenimiento sobre errores en el servidor A76WY2, y las fichas incompletas en turno de espera. A los pocos segundos la ficha correspondiente al sujeto JW0087657422, empezó a parpadear resaltada de color rojo. Por lo visto, la información de ese sujeto era muy urgente. Chequeó los avisos del servicio técnico: aún no había confirmación sobre el estado del servidor. No obstante, intentó de nuevo recabar la información del sujeto. Nada, imposible, sólo mensajes de error del servidor.
Reportó la incidencia y sigió trabajando. La luz roja parpadeó de nuevo a los pocos minutos: JW0087657422-URGENTE. Ahora la orden venía directametne del coodinador general de su sección. Jorge entró en el chat y explicó personalmente los inconvenientes. A los pocos minutos recibió la respuesta:
CONFIRMADO. SERVIDOR DAÑADO. REPARACIÓN EN 16 HORAS. NO OBSTANTE, INFORMACIÓN JW0087657422 DEBE SER ENVIADA AHORA. ACUDA ARCHIVO 1008-P. PRIORIDAD ABSOLUTA.

Ya le había sucedido antes. Servidor dañado, acceso a microfilms originales. Le llevaría unos 15 minutos de monorail llegar hasta el archivo. Buscó la dirección del archvivo en la pantalla y comprobó que 1008-P no arrojaba ningún resultado en el directorio de archivos de microfilms. Introudjo la referencia en el sistema de búsqueda avanzada. A los pocos segundos, la pantalla pidió su identificación dactilar. Solía suceder en caso de datos con cierta confidencialidad especial. Colocó su mano, y al instante vió la dirección del archivo: AVENIDA 16-A. Estaba algo más lejos de lo que imaginaba. De hecho, nunca antes había descendido por debajo del nivel 30. Sin más esperas, cerró sesión en el sistema y se dirigió al monorail.

Cuando llegó a la avenida 16-A le llamó la atención la poca actividad de personas y el escaso tráfico de monorailes que habia en ella. Sebajó del monorail en la puerta 1008-P. Ubicó su ID en el lector y entro. Se sorperendió al encontrarse sólo con una pantalla táctil y una puerta de seguridad cerrada y sin lector de ID. Colocó su mano en la pantalla táctil. A los pocos segundos aparecieron en la pantalla las instrucciones:
PASILLO 5, FILA 18, EST. 3, CARP. 2-II. Clasificado 1663, microfilmar y llevar microfilm a 1623-M.
Pulsó en Ok, y un pequeño escaner de microfilmar surgió de una gaveta empotrada en la pared de la izquierda. Al retirar el aparato, la puerta de seguridad se abrió.
Jorge se detuvo unos instantes en el umbral. Aquello era... un archivo con documentos originales, sin microfilmar. Creía que todo habia sido microfilmado hacía muchos, muchos años. Entró con cierto nerviosismo. Nunca había manejado documentos, nunca había microfilmado nada, auqneue era obvio que el funcionamiento del aparato era bien sencillo.
Aquello era algo diferente: tener que caminar entre aquellos estantes repletos de carpetas selladas... Sentía una sensación extraña, un miedo... ¿Miedo a qué, a documentos antiguos? se dijo a sí mismo. Llegó a su destino: Pasillo 5, Fila 18, estante 3, Carpeta 2-II. Sintió que la mano le flaqueaba mientras tomaba la capeta. La abrió lentamente, con miedo a dañarla o a que algo extraño hubiese en su interior; extrajo con cuidado el expediente y empezó a microfilmarlo. La tarea resultaba facil: las hojas plásticas estaban en buen estado. Le pareció chistoso encontrarse con esas hojas. Aquel efímero invento de las hojas plásticas sintéticas como sustituto del papel: lo habia estudiado en clase de historia en la escuela... Que estupidez: sólo por no saltar directamente y de una vez por todas al mundo digital: no había ya árboles, no había papel, y se les ocurrió inventar las hojas plásticas. Sólo unos renegados retrógrados podían haber inventado eso, y por eso duró tan poco tiempo la tontería.
De repente, al pasar las hojas, una pequeña funda plástica se desprendió de una de las hojas. Se agachó a recogerla y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo cuando vió us contenido: hojas, pétalos del flores, secos, guardados ahí durante... ¿cuánto, 200 años o más? Todo el mundo sabia que no había plantas de hacía siglos, a nadie le importaba ya, pero... Sintió una sensación extraña. Y si... porqué no... Lentamente abrió la funda, sacó una de las hojas secas y empezó a acariciarla. se estrmeció, sintió un nudo en su garganta y empezó a llorar. Cientos, miles de veces había viajado en el sistema al bosqu, habia tocado, sentido, saboreado las hojas, las flores, verdes, secas, las había arrancado con sus propias manos..., pero el tacto de aquella hoja seca consu mano le transmitía algo más, era, era, ¿más real? ¿Cómo podía ser? ¿A caso no era perfecto el sistema? Y sin embargo, el tacto, el olor de aquella hoja...
Vació el contenido dela funda, y, se sentó en el suelo, tocando, oliendo, pasando por su rostro y sus laios aquellas hojas y pétalos secos mientras las lágrimas le caían por el rostro.

Las estrellas

Hay algo mágico en las estrellas
me lo pregunto esta noche mientras las miro
y siento como un aire especial entra en mi
y se me erizan los pelos del cuerpo
y sueño llegar alto y volar y ver gentes
que como yo viven y sueñan despiertos.

Hay algo mágico en las estrellas
ahora estoy seguro mientras las miro
y siento como mis penas
mis despesperos diarios y las cadenas
que me encierran en un mundo opaco
se rompen, y libre vuelo, y pienso
que nada es imposible, no hay quimeras.

¿Es esa la magia de las estrellas,
abrir nuestra mente a lo imposible
al tiempo cambiante que no rigen
las matemáticas y el hombre,
donde las penas a nadie afligen
que risa y llanto son parte
de la vida que eterna centellea.

Y me pregunto entonces porqué
no miramos todas las noches a las estrellas
si ellas son el aliento de nuestros sueños
si ellas hacen posibles utopias
y nos llevan a volar más alto que ellas.
Veo entonces a un hombre
abosrto en si mismo, encerrado
en cuatro paredes que dicen perfectas
enciende luces y construye techos
ensombreciendo con su arrogancia
la luz de las estrellas.

En las ciudades, en barrios muertos
y silenciosos, o en lugares llenos
del bullicio de muscia y coches,
en noches de mil colores, de neon
y otros gases oscuros y no tan nobles
el hombre ya no sueña, hoy solo
construye ficciones con lodo
que una lluvia ácida borra cayendo
desde unas nuves oscuras que ocultan
la luz de la luna y las estrellas.

El hombre abre paraguas, de acero
y telas sintéticas, y trabaja con celo
para mantener en pie un mundo
construido a su imagen y semenza
y a él vivo dentro, cambiando tuercas
aprentando tornillos, donde la ley cuadrada
sólo sabe de cifras y recursos
y a borrado del diccionario la esperanza.

Sin embargo arriba a un quedan
unas gotas de esa verdad eterna
esperanza centelleante que las estrellas
guiñando los ojos a un lazan
a una tierra poblada de criaturas
que su cabeza alzan y avanzan
demasiado orgullosos y ocupados
sin darse cuenta de que la meta
no es ser más altos y brillantes
que las estrellas, sino caminar alegres
alumbrados por la luz de luna

Y que los sueños descansan
sonrientes en una cuna
o en besos que sacia la sed
de dos labios que se juntan
cubiertos de polvo de estrellas.

Tiempo ordinario

(Debió aparecer hace varios días, pero un rayo quemó cierto aparatito y nos volvió a dejar incomunicados en medio de la selva. No me quejo, estuvo bien desconectar una semana... La madre naturaleza sigue siendo sabia y cuidando de sus hijos.)

Si hay algo que define la alimentación en este país, y sobre todo, en el internado donde vivo, es el arroz. Arroz, arroz, arroz. Tres veces al día para no olvidarlo. Arroz con pollo, arroz con frijoles, arroz con lentejas, arroz con salchicha, arroz con huevo, arroz pasta y atún, arroz con leche... Las convinaciones son infinitas, y, aunque el acompañante cambie, la base es siempre la misma: arroz, lo quieras o no. Este país parece producir más arroz que petróleo, y gran parte de la producción la consumen las 200 personas que viven conmigo en el internado.

Es todo un ritual, una dieta especial que crea adicción, a veces yo bromeaba diciendo que era como maná del cielo, porque cuando falta los muchachos están tristes, y cuando les sirven bien, comen y se inchan de arroz, sonrientes y ansiosos. Ahora me parece que es más como una droga, blanca como la coca, o como el petróleo antes de ser refinado y mezclado con otras sustancias.

Hoy día, si no hay arroz, no hay comida, y así, pasan las semanas y acabamos viendo La vie en blanc, con perdón de Edith Piaf, y camaradería con aquel estudiante de chiste que se iba a estudiar a Noruega y acaba viendo caer "mierda blanca". Acá, es un misterio que no caguemos de color blanco y que no suframos de estreñimiento crónico. De vez en cuando, levanto mis posaderas del trono, y observo mis heces y sonrio: "todavía son marrones sigo siendo humano", contento de no ser un grano de arroz pensante.
Quizá sea que sufro manía persecutoria con el arroz. Mi cerebro da y da vueltas e inventa una y otra vez chistes y otras lucuras múltiples con arroz. Si en el Popol Vuh el hombre era de maiz, acá dios debió crear al hombre a base de arroz. Lo escribo con minúsculas porque este dios, es, según mi parecer un dios moderno y por lo tanto menor e ingénuo, aunque se las dé de importante. Si echamos la mirada atrás, o a la dieta de los indígenas cuando vuelven a sus casas, ellos sólo comen yuca y plátano verde (que por cierto son más nutrivivos que el arroz) Así que nuestra dieta blanca debe ser parte de una conspiración creada y urdida por los magnates de las piladoras de arroz de la costa en complot con la administración y las cómodas cocineras del internado. Sí esa debe ser la verdad. O más o menos.
Nos quieren cambiar la sangre por arroz. Dentro de poco iremos a misa y la ostia será de arroz. Seguro. Ya hay pan de arroz, pasta de arroz. Siento sudores y la cara está igual de pálida que el arroz. Empiezo a ver granitos blancos entre mis heces. Donde quiera que voy, me sirven arroz: "déme un pollo asado para llevar". Y el tipo del asadadero me da un pollo y unas funditas de arroz como acompañante. "Este, no, no quiero arroz, quédeselo". Y entonces me mira como si le estuviera insultando o yo estuviese loco. Siempre es así: entro en una chifa (restaurante chino) y busco un plato sin arroz: ¡tallarines con verduras a la plancha! ¡perfecto! En unos minutos la camarera, que es china de verdad y a penas chapurrea español, me trae un humente planto de tallarines con brócoli, zanahoria y demás verduras; una montaña que no voy a ser capaz de terminar. No he acabado de masticar el primer vocado, cuando la camarera regresa y me deja un plato rendondito con una montañita de blanco arroz. Nunca antes me había atragantado comiendo pasta con verduras.

En verdad, es casi imposible encontrar un plato sin arroz en este país. Lo único que -de momento- siempre sirven sin arroz, es la pizza. Por eso, cuando esta semana me encargaron la cocina (me tocó cocinar para los diez que somos en casa cuando se van los internos) decidí hacerle la guerra al arroz. "¡No entrará un grano en mi cocina!" grité bien firme. "¿No vas a concinar paella?" me preguntaro "Paella y pa'el", como decían martes y trece, contesté. ¿Por qué a los españoles nos toman siempre por comedores de paella, bailaores de flamento y aficionados a los toros? España es algo más que Andalucía y Valencia. No nada de paella, nada de arroz. Fuera el arroz por una semana.
Casi lo consigo. Casi. He tenido a todo el personal a base de cremas de verduras, verduras cocidas, ensaldas, y carne o pescando al horno, y casi, casi sin arroz. Casi porque después de un día sin poner arroz, todo el mundo empezó a mirarme con ojos de corderito, que luego se convirtieron en ojos ansiosos de adicto, y, por compasión con el hermano y amigo, acabé sirviendo arroz. Eso sí, contraté a un "arrozólogo" para que lo cocinase y lo dejé solo, en una olla en medio de la mesa, como a un ser extraño. Por eso, a pesar de las presiones, estoy contento de haber podido con el arroz durante una semana.

Fueron unos días bonitos y divertidos en la cocina, picando y pelando verduras, y esperando a ver las caras de extraña sorpresa de los comensales. Ahora ya me quitan el gorrito de cocinero y el mandil, cierran la cocina de la casa y me manda a sentarme en el comedor del colegio. Se acabó la fiesta, llegó el tiempo ordinario. Sin que nadie me lo diga, puedo leer el menú de los próximos viente días: ARROZ CON...

La musa



Cuando la musa me habla para escribir, mi cuerpo me dice que no. Que ya se acaba el día, que tome notas y me vaya a dormir. Un día nuevo me dará, triste engaño de la cordura mental y futura, la oportunidad, el tiempo preciso y la mente clara para escribir. Pero es todo engaño, pues en la lucidez del día mi musa no está.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Inventando...

Algún profesor dirá que este estudiante es un zoquete. A mi me parece inteligentísimo.... Alguien con tanta imaginación tiene que ser alguen muy especial... Claro que, como nosotros seguimos empeñados en meter a todo el mundo en cajitas, perdemos la esencia en el proceso.
(ver imagen - clic para agrandar)

Pedagogía tradicional

¡Ala, castigado, me copias cien veces "no debo irme al baño sin pedir permiso antes al profesor"!

(cerebro del alumno trabajando mientras el profesor le riñe...)

Resultado del método: ver imagen (clic para agrandar)

lunes, 12 de noviembre de 2012

Adiós a la piratería

Así es, ya me cansé de andar por páginas raras buscando lo último y además gratis. Alguno de mis amigos me llamará tonto y se reirá de mí, pero ayer, después de un tiempo pensándolo me decidí: adiós a todo el software pirata, a todos los programas de pago crackeados, pirateados, modificados, etc.
Prácticamente todas las personas que conozco, desde que empecé a estrebillar en esto de la informática, usan programas piratas, ya sea el sistema operativo, los programas de ofimática, de grabación de dvds,... la lista es larga. Parece como si sólo hubiese un fabricante de estos programas, como si sólo existiese Microsoft Office, o Nero, o el Photohop, al menos esa es la impresión que se le queda a uno: son los programas más usados, más conocidos, y por ende, los únicos. Así que, si no tienes plata para comprarlos, rebuscas y rebuscar por internet hasta que encuentras una versión crackeada o algo similar.
Una vez que la instalas, comienzan los problemas: virus, computadora lenta, programa que "se cuelga", etc. Y de nuevo, vuelta a buscar el parche, el modo de mantener tu computadora adecuadamente.

Yo ayer ya me cansé de todos esos quebraderos de cabeza y empecé a indagar por internet. Si existen alernativas reales a Windows, gratis, y con las mismas o similares características (las últimas ediciones de Linux están pero que muy bien), tiene que haber programas gratuitos para Windows que hagan las funciones de los programas de pago. No estaba nada desencaminado. ¡Los hay, y a patadas!
Después de vistar varias páginas y leer un poco, cogí la escoba y me puse a hacer limpieza en la portatil. Os invito a hacer lo propio. Alguno me acusará de demasiado "legal". Creo que se equivoca. Si no existiesen verdaderas alternativas al software de pago, le daría la razón, pero visto lo visto, ya no hay razón para ello. (Y, además, añadiría, si se tiene dinero, y se quiere algo de verdad, rásquense el bolsillo)
Mi bolsillo no está muy voyante estos días, así que aquí dejo una página con un buen montón de alternativas gratis al los programas de pago:
Gizmo's Freeware

viernes, 9 de noviembre de 2012

Un pupitre vacío


No se si ha sido un juego infantil
de esos que dicen que no hacen daño.
Quizá ha sido un engaño
que alguien sacó de su chistera:
una falsa sonrisa y suaves manos
que ocultanban uñas de gato

O quizá fue un sitio osucro,
un conocido o un extraño
quien te apretó contra un rincón sucio
y penetró en tu secreto,
esé que aún no conocías tu misma
y que latía en tu ser, aún creciendo.

Todas mis conjeturas no sirven
para llenar el vacío que dejas:
un pupitre sin dueño en la segunda fila
una sonrisa de niña que se desvanece
un hueco en mi interior, que grita
impotente contra los golpes de la vida.

Una niña más que se va
de mujer lleva puesta un cuerpo
demasiado joven para entender el amor
demasiado joven para disfrutar del sexo;
carga su miedo de niña en los ojos
oculando secretos, ahogando gritos:
trece años y un hijo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La m con la o: mo

Estoy un tanto frustrado estos días, así que perdón si vengo a desahogarme al blog y le cuento a esta bitácora mis desesperaciones diarias. El psicólogo me enseñó que hablar con los demás ayuda, y, como aquí pocos escuchan este tipo de problemas -parece que sólo para mí son problemas- me voy a desahogar dejando que mis palabras resuenen por la web.

Resulta que trabajo en un colegio que se las da de colegio puntero en educación que busca la "excelencia académica" de sus alumnos. Eso, sobre el papel. En la práctica los resultados son bastante distintos: un fracaso escolar que llega al 50% más o menos. Cuando sacamos el tema a relucir, unos agachan la cabeza, otros se quedan mudos con la vista perdida, y, después de que alguien insiste en seguir metiendo el dedo en la yaga, todos explotan echando la culpa a esto y aquello, pero, siempre echando la culpa afuera de los muros del colegio: que los estudiantes vienen con demasiadas carencias de las escuelas, porque en estas no hay buenos profesores, que los chicos no tienen hábitos de trabajo y estudio y pierden su tiempo libre miserablemente, que harían falta más horas de clase, que los profesores que tenemos en el colegio carecen de la formación académica/ pedagógica/ didáctica suficiente; que no hay dinero, y otras respuestas similares.
La mayoría de las veces la discusión se queda en eso: una discusión de un martes por la tarde. En algunas -pocas- ocasiones, alguien, después de mucho hablar, de mucho sugerir, se para firme y dice "¿por qué no hacemos esto?" y todos se le quedan mirando como diciendo "aquí vino el listillo o el capullo que nos quiere hacer trabajar más".
Ahí es cuando a uno se le acaba la paciencia. Es como se a uno le dijesen: "los que no estudian, los que no aprenden, son los estudiantes, entonces, ¿por qué tengo que ser yo el que trabaje más duro, el que aprenda? "¡¡¡¡Pues porque tú eres el profesor pedazo de....!!!!", habría que contestar, pero uno, por decencia y buenos modales se calla y traga, se encierra en sus clases y las prepara lo mejor que puede, y se desvive para que los chicos aprendan inglés, o historia, o la materia que sea, y así, cada uno por su lado, el barco medio zozobra, medio sale adelante, sin llegar nunca a puerto, con los pasajeros vomitando mareados, y los remeros agotados y con dolor de cabeza.


Es realmente frustrante: todos estamos de acuerdo en que las cosas no funcionan, que lo que venimos haciendo hasta ahora no da lo resultados esperados, y cuando uno habla de cambios, de adaptaciones curriculares, de revisar el proyecto educativo, de introducir nuevas metodologías didácticas, de intentar algo distinto, todo el mundo se bloquea, asiente como borregos, y luego continua haciendo lo mismito que viene haciendo desde siempre: eso que no está dando los resultados deseados.
A mi no me acaba de entrar en la cabeza. Quizá sea porque siempre he sido un tanto duro de mollera, en lo que se refiere a aceptar las cosas porque sí, sin preguntar nada. Quizá por eso no encajo con los militares, ni con ninguna otra postura autoritaria. Si me explican las cosas, las hago, pero si me dicen "hazlas y calla", mi cerebro se bloquea.

Vivimos esclavos de nuestro propio error, me atrevería a decir que gran parte de las acciones que realizamos en nuestra vida son un error, pero un error que nos hemos acostumbrado a repetir una y otra vez, através de los años, de las décadas de nuestra existencia y la de los que nos precedieron, que ya no nos damos cuenta de que es un error, y lo asumimos, y repetimos como la única verdaad válida.

Si el ministerio de educación publica un diseño curricular base y dice que a los 12 años los niños tiene que resolver quebrados, no hay más que hablar. Igual da que "nuestros niños de 12 años" por circunstancias ajenas a ellos no sepan sumar o multiplicar, el libro de 8º dice en la unidad 1 "Quebrados" y quebrados es lo que les daremos, hasta que aaprendan, hasta que les quebremos el cráneo y se conviertan en dóciles borreguitos.
La m con la a, ma. Ese es el resumen de la pedagogía del lugar donde trabajo. Y si pregunta porqué, les dirán que es así como les enseñaron a los maestros: hace 30, 40 o 50 años, algún profesor les enseño a leer con la cartilla, y ellos, como si no hubiese sucedido nada a lo largo de los 40 o 50 años de sus vidas, como si ellos fuesen igualitos que los niños a los que ahora enseñan, repiten la gran enseñanza: la m con la a: ma, la m con la e: me...

... la m con la i: mi, la e con la r: er, la d con la a; da. ¿y si ahora lo juntamos todo, que da?
A lo mejor si que funciona la pedagogía de llenar la supestamente vacía cabeza de nuestros niños con lógica estúpida y miles de palabras memoerizadas con sangre, y por eso, nuestros niños son tan mal hablados desde pequeños. O a lo mejor no funciona y les estamos llenando la cabeza de el resultado de sumar todas esas letras.

Al final, supongo que como seres humanos, somos tan orgullosos y soberbios que seguimos que pasamos por esta vida creyéndonos el rey de todos los animales, los dueños absolutos de la única verdad, el único camino válido, pero sin llegar a estar, sin llegar a sentirnos nunca plenamente vivos, parte de un todo distinto y único que nos negamos a reconocer y sentir.