El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

sábado, 5 de mayo de 2012

No particular place to go

Rescatada de los sótanos del blog, aquí está esta historia que comencé a escribir un día de julio del 2008 y que termino ahora.

Para mi amigo Mario.

-Bueno, ¿Subimos o no?
-Yo paso tío. Que ya no somos críos
-¿Y qué, acaso no subían nuestros padres con nosotros cuando éramos críos? Venga, así nos reímos y olvidamos lo de esta noche.
- Que no tío, yo paso, subid vosotros dos si queréis.
- Va, rajao. Tu verás.

La música a todo volumen que salía de los altavoces de la atracción les obligaba a hablar en voz alta. "El Pulpo" con sus brazos luminosos y su cara de enfado prometía unas buenas sacudidas para hacer olvidar los malos tragos. Habían cancelado el concierto. Mr. Rock 'n' Roll se había vuelto para Chicago sin más explicaciones. Vaya chasco, todo el mes esperando, la única oportunidad de sus vidas para verle en directo, y el concierto cancelado la noche antes sin ninguna explicación. Intentaban buscarle un chiste al asunto y no lo encontraban, ni los cachis de cerveza, ni los estrafalarios feriantes, ni la gente pintada y vestida de domingo, demasiado elegantes para una pequeña feria de segunda les hacía ahora encontrar lo absurdo y divertido de la noche. Montar el El pulpo loco y gritar como críos locos era lo único que quedaba.
Le entregaron las dos entradas al vendedor, la barra hizo el clic de costumbre y una sirena anunció poco después el comienzo del viaje. Lentamente el pulpo empezó a girar arrastrando en el extremo de sus brazos vestidos con luces de colores a un grupo de nerviosos viajeros, sentados por pares o tríos en las cestas metálicas, todos fuertemente agarrados a la barra de acero temerosos de salir disparados de pronto. El viento les levantaba el flequillo y se metía por debajo de las camisas de verano hinchándolas como si fueran globos de tela de colores. Al fondo, el sol ocultándose naranja-rosado en el oeste, añadía una extraña luz mágica al ya de por sí estrafalario colorido de la feria.
Habían colocado el pulpo en lo alto de la colina ese año. Con cada envíte de sus brazos uno tenía la impresión de poder volar por encima de todo el pueblo diciendo adiós a sus amigos.

-¡26 años y sigo poniéndome nerviosos como si fuese a salir disparao!
-¡Sí, yo también, parece que cada año vaya más deprisa este chisme!
-¡Un poco más deprisa si parece que va! ¡Oeeee, rajaooooos! -Gritó saludando a otros dos amigos, que habían quedado en tierra.
- ¡Macho, esto cada vez va más deprisa! ¡Fijate en los de abajo, cási no puedo distinguir sus caras, son una mezcla de luces y colores!
- ¡Esto es la lecheeeee!
El cestillo metálico empezaba a vibrar. El pulpo, todo furia de luces y ruido de brazos hidráulicos comenzó a agitar sus brazos con rabia.
- Iiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaa
Se oyó un chasquido metálico y eléctrico y el cesto metálico salió disparado hacia las estrellas. Los dos amigos que había quedado en tierra, observando la máquina enloquecida se quedaron boquiabiertos mientras veían como el cesto en el que iban sentados sus dos amigos salía volando camino del rosado sol del atardecer dejando tras de sí una estela de chispas eléctricas y convirtiendo se de repente en un enorme chispazo blanco.
El brillo les cegó. Cuando recuperaron la vista, no había nada en el horizonte. El cielo del atardecer estaba limpio, sólo la pálida luz de la luna menguante parecía romper el azul marino del fondo. El pulpo detuvo lentamente su enloquecido baile. Los viajeros comenzaron a salir nerviosos de la atracción mientras observaban de reojo el brazo mutilado de la atracción. Un grupo de curiosos se congregaba ahora alrededor de la atracción, el feriante, nervioso comenzó a caminar hacia el borde de la colina, hacia el barranco de daba a las vías del tren, seguido por los dos amigos, y una multitud de curiosos incrédulos y asustados.
En el borde de la colina no había nada. Alguien trajo unas linternas, miraron entre los arbustos, bajaron por el barranco hasta las vías del tren. Nada. No había ni rastro del cestillo metálico y sus dos ocupantes. Todo el mundo les vio salir disparados, pero nadie estaba seguro de que pasó después del chispazo blanco. Horas más tarde, la luz del amanecer tampoco arrojó nuevos hallazgos.

-Oooooaaaaaaaaaa
Sintieron el terrible impacto y el chirrido del cestillo de metal al deslizarse a cien por hora por el suelo. Cuando por fin se detuvo, seguían agarrados con fuerza a la barra metálica, con los pelos peinados hacia atrás y el rostro pálido. Una vez se les pasó la impresión, Mario extendió la mano y consiguió soltar el seguro de la barra. Los dos amigos se levantaron tambaleándose. De pié, junto al cestillo humeante del pulpo, miraron perplejos al frente. Un helado viento les limpiaba el rostro. Ante ellos brillaban las luces de una gran avenida en una gran ciudad.

-You asshole, get out of there! -Un coche pasó a toda velocidad a su lado pitando y con un tipo enfadado gritando por la ventanilla, y tras el, otro, y otro, y otro, todo un mar de coches enfadados pasaban tocando el claxon a toda velocidad, esquivando el cestillo del pulpo y sus dos atónitos pasajeros.
Esquivando el espeso tráfico, consiguieron llegar a una de las aceras de la enorme avenida. No daban crédito a sus ojos.
-¿Ese tipo nos gritó algo en inglés?
-Sí, nos llamó gilipollas.
-Pero como...
-Montamos en un pulpo tan potente que hemos cruzado el canal de la mancha, o el atlántico, o...
-Sí, ya, o cruzamos el centro de la tierra hasta las antípodas.
-Te lo puedes tomar a chiste, pero esto no es nuestro pueblo.
-A lo mejor es nuestro pueblo en el futuro. O a lo mejor estamos muertos y es algún tipo de Cielo...
-Es la hostia.
-No, tampoco.
-¿Y si preguntamos?- Se dieron media vuelta. La gente caminaba con prisa por la acera. Blancos, negros, orientales, toda una mezcla de razas. En grupos, en pandillas,... Paró a uno hombre con gabardina que caminaba algo más despacio que el resto.
-Perdone, me puede decir dónde...
-Sorry, I don't understand you. Are you spanish? Español? Sorry, I don't speak spanish. -El tipo continuó su camino sin prestar más atención.
-Ladedios. Este también habla inglés.
-Paremos a otro. Perdone, esto, excuse, could you...

La gente caminaba metida en sus asuntos sin prestarles atención. Optaron por caminar calle adelante. Estuviesen donde estuviese, se hablaba inglés. Los letreros luminosos de los locales, los anuncios pegados en las farolas, los anuncios en las paredes y escaparates, todo estaba en inglés.
Decidieron entrar en un bar. Era el típico bar americano que habían visto en las películas, barra enorme, billar, y un pequeño escenario al fondo.
En la barra, un camarero negro, gordo, con barba una camisa a cuadros y peto vaquero, frotaba la barra despreocupadamente. Miró de reojo a los dos jóvenes y continuó absorto en sus asuntos.
-Eh... Hello. Do you understand me?- dijo uno
- Sure, What are you having? A beer? Or are you under age? Ah, then it would be... a glass of hot milk, yeah..
Los dos amigos se quedaron extrañados, callados, sin saber que contestar. Le habían entendido, ese no era el problema. El problema era que el tipo hablaba inglés y que parecían perdidos en medio de alguna de esas películas americanas en un bar de negros en el Bronx...
-Sorry. I didn't mean to scare you. I'm having a bad day. Where are you from?
-Where're from... from Spain.
-Spain? Yeah, you speak like Joe Joe... and old friend of mine. You mean Spain, Spain? Or Mexico?
-Yes, we're from, Spain, Europe.
-Then you're the first I've ever met. And, I know it's not of my business, but, what are you doing here?
-We are... having a walk. We're tourists.
-Tourists? Well boys, then you must enjoy risk sports, because you know, it ain't much safe walking down this streets. You'd better get a taxit downtown before someone assaults you.
-Ah... Yes. I, I guess we're lost. Can you tell us where are we?
-On 52nd and 3rd street. At Nadine's, best rock 'n roll bar in town.
-Yes... but... Which town is this?
-Which what...? jajaja. C'mon. You're really lost. Have you been smoking? No? Drinking hard? Men you look like you've just landed here!
Los dos chicos se miraron de nuevo sin saber que contestarle al barman. La conversación parecía que no iba ninguna parte y estaban demasiado nerviosos como para buscar una salida rápida. Empezaban a sudar y seguro que estaban bien pálidos.
-Ok boys, don't worry. Sit down and rest for a while. You look really scared. What are you having?
-Two beers.
El camarero se dio media vuelta y en unos segundos les sirvió dos espumosas Budweiser.
-Here you are.
-Can we sit down there... at the table?
-Sure.
-Thank you.

Se sentaron en una mesa solitaria del bar. No había mucha gente, parecían los típicos parroquianos de a diario. El bar, era todo un retal de la cultura típica americana que tantas veces habían visto en películas y series de televisión: paredes de ladrillo visto, luces bajas, letreros de neón en las paredes anunciando cervezas, fotos de artistas y viejos carteles de conciertos, discos de vinilo convertidos en decoración pegados por las paredes. Al fondo, había un escenario en el que alguna vez se habría subido alguna vieja gloria.
-¿Y ahora que hacemos?
-Tomar la cerveza y esperar.
-¿Esperar, a qué? ¿A que se me pase la borrachera y despierte en mi cama? Macho, esto no es ningún sueño. Estamos perdidos en una ciudad de algún rincón de Estados Unidos, no tenemos ni puñetera idea de cómo hemos llegado aquí, bueno, en realidad si la tenemos, pero si se la explicamos a alguien nos manda de una al manicomio, y cuando nos acabemos las cervezas, no quiero ni pensar lo que hará el barman ese cuando le intentes pagar con Euros.
-Tranquilo, tranquilo. Además, ¿Por qué le tengo que pagar yo?
-Yo pagué las entradas del pulpo, ¿recuerdas?

Mientras discutían, el bar se había ido llenando de gente. Estaba ya más o menos completo, gente de distinta condición social había ido llenando las mesas dispersas delante del escenario. No eran sólo parroquianos de color como los que vieron al entrar, era un público mucho más diverso, personas no habrían acabado en un bar así por casualidad.
Se habían encendido luces tenues en el escenario y un par de tipos caminaban afanados comprobando cables y micrófonos. Ahora podía ver que todo estaba preparado para un concierto.
-Bueno mira, por lo menos vamos a disfrutar de un buen concierto de blues o algo parecido.
-A mi el blues me cansa.
-Venga tío, déjate llevar, olvídate por media hora del maldito pulpo y de que no sabes donde estás y todo eso...

Intentaba mantener el optimismo de su amigo, pero el no podía escapar tan fácilmente de la cruda realidad. No estaba leyendo una novela, no estaba inventándose una de sus historias para colgar en el blog. Esto le estaba sucediendo ahí y ahora, era tan real como la vida misma, sentía el olor a tabaco, la fría cerveza en sus manos, la tenue música rock en sus oídos, el frío sudor que le corría por la espalda diciéndole que no era ninguna maldita pesadilla. Su mente se había bloqueado en un "¿y ahora, y ahora, y si, y si, cómo, cómo, como....?" Miró a su amigo de la infancia. Estaba tan tranquilo, miraba a su alrededor, sorbía cerveza, movía el tacón al ritmo de la música.
De pronto, se encendieron las luces del escenario, alguien cortó el hilo musical y el bar quedó casi en completo silencio, todos expectantes, a que apareciese algún gurú mágico del blues-rock. cuatro tipos aparecieron por el escenario: batería, bajo, piano, guitarra rítmica, y tras ellos...
-¡¡¡¡Ladedios!!!
La gente aplaudía y los dos amigos, como de piedra, se habían quedado con las manos clavadas en los bordes de la mesa y los ojos abiertos como platos. Sobre el escenario, sonriente, Mr. Rock 'n' roll en persona, saludaba al público y sin decir ni media palabra hacía salir de su guitarra el riff de Johnny B. Goode. La gente aullaba.

Fue prácticamente una hora de magia. Chuck Berry desenfundó, y sin pausa fue destilando buen rock 'n' roll de los viejos tiempos. Como un vino añejo recién descorchado, una tras otra, aquellas canciones tomaban vida hacían a la gente olvidarse de todos sus problemas diarios: Carol, Little quinnie, Sweet little rock 'n' roller, No particular place to go, Back in the USA, Sweet little sixteen, School Days... Los dos amigos brincaban en sus sillas de emoción.
-Es la leche, es la lecheeeeee.
Cuando se dieron cuenta, estaban pegados al escenario con silla, mesas y todo. Les había arrastrado la emoción, miradas de reojo del resto de público les decían que seguramente a su paso habían empujado o golpeado a alguna que otra persona, pero a fin de cuentas, ni a ellos ni a nadie le importaba de verdad: tocaba Mr. Rock 'n' roll.
Comenzó a sonar You Never Can Tell. La gente se levantaba de sus asientos, bailaba. Alguien tiró de un brazo de cada uno de los dos chicos y les arrastró a la pista de baile.
-Now it is time to dance! -Era el barman, les había levantado de la mesa y conseguido pareja para bailar y hacer cada uno su ridículo número a lo Pulp Fiction. Nada importaba, no había vergüenza. Ahora brincaban al ritmo de Maybellene.

-Are you having fun!
-Yeah!!!!
-Do you wanna rock?
-Yeah!!!
Chuck Berry saludaba así al público enloquecido, que casi se trepaba al escenario.
-Ok, now, you have to... sing-a-long!
El viejo rockero animó a subir al escenario a media docena de personas. Los dos amigos se colaron entre los elegidos, ahí estaban, al lado de Mr. Rock 'n' roll cantando My Ding a ling.
-So long, folks!!!
Comenzó a sonar el riff de Roll Over Beethoven. Todo el mundo brincaba y bailaba por el escenario y el bar. El viejo roquero, a pesar de sus ochenta y pico años, parecía estar a punto de empezar a arder con la rabia de la juventud, haciendo más y más juegos y solos interminables con la guitarra.
-Macho, parece Hendirx.
-Es mil veces mejor que Hendrix.
 Realmente, parecía enloquecido.Daba vueltas y vueltas por el escenario en un interminable solo de guitarra que empezaba a sonar estridente. La gente se empezó a apartar, haciendo un semicírculo entorno al rockero. La tensión crecía. Los dos amigos, congelados por el clímax, estaban atrapados entre el amplificador y la guitarra de Chuck Berry que parecía a punto de empezar a arder.

La última nota fue como una explosión atómica. El amplificador reventó haciendo saltar a la gente para atrás, el bar se quedó a oscuras y en silencio, recorrido por una suave corriente de aire con sabor electromagnético. La gente empezaba levantarse en la oscuridad murmurando. Finalmente alguien volvió a conectar los plomos. Las personas se sacudían la ropa y se cercioraban de que no estaban heridas mientras ayudaban a colocar las mesas y las sillas en su lugar. Los músicos de la banda, aturdidos, ayudaban a un anciano Chuck Berry a sentarse en una silla y tomar un baso de agua fría. Parecía que no le había pasado nada. En la esquina izquierda del escenario, una mancha negra y humeante se encontraba ahora en el lugar donde antes estuviese el amplificador. No había ni rastro de los dos amigos. Nadie parecía percatarse de ello, salvo el barman, que en silencio, miro quedo el escenario durante unos segundos y luego hizo un gesto de desinterés con la cabeza y comenzó a limpiar la barra. La gente se acercaba al viejo rockero para despedirse, se colocaba sus abrigos y salía de regreso a la calle, al ruido, a sus vidas.
Nadine's apagó su letrero a las 11:50. El barman, con sus manos en sus bolsillos, agachando la cabeza por el frío, caminó presuroso hacia su casa. En la esquina, un borracho con gabardina raída, miraba impotente su botella vacía, mientras dos gatos se peleaban entre los cubos de basura.
El camión recolector se detuvo en la acera a eso de las 5 de la mañana. Otro camión pasaba repartiendo los primeros ejemplares del Chicago Tribune. Mientras dos basureros vacían los cubos basura, el conductor del camión miraba extrañado un pequeño vagón de metal chamuscado con apagadas luces de colores que habían arrinconado junto a la acera. En las borrosas letras que él no pudo entender se leía: "Pulpito Loco".

viernes, 4 de mayo de 2012

En la "C": Ciudadano


Estos días tengo la sensación de ser algo así como un habitante más –o quizá el alcalde- de aquel pueblito español del “Bienvenido Mr. Marshall”. Y es que, aquellas comedias de Fellini, de Berlanga, han resultado recoger mejor la realidad de aquí y allá, que el más crudo y duro drama.

Para contarles mi astracanada –real como la vida misma- tengo que retroceder hasta el mes de noviembre, cuando un azorado ejecutivo, se bajo de su todo terreno para decir que ¡el sr. Presidente viene a visitar el colegio! El Presidente de la República, claro. Yo, que a veces me vuelvo español castizo y bruto como el tío Genaro que nunca salió del pueblo, pensé: “pues que venga, aquí estamos”; pero claro, las cosas no se pueden hacer así, hay que ser “formales”.
 Así que durante los siguientes días mi tranquilo colegio se vio envuelto en todo un proceso de lavado de cara, cortado de césped, ensayos apresurados y a todas horas del himno nacional, arreglos, decoraciones, gastos estúpidos en cosas estúpidas... todo ellos porque “venía el presidente”. Entre carrera y ensayo y limpieza se acercaba el día, y solo llegaban rumores, y, como una nube negra que se ve venir pero nunca acaba de llegar, finalmente llegó, por celular y a pocos minutos del supuesto recibimiento, la noticia que todos temían: el sr. Presidente no viene. Pero, miren por dónde, resulta que va a estar en la ciudad, así que, como se dice, si Mahoma no va a la montaña...
Primero íbamos con 20 estudiantes para danzar delante del presi –lo voy a escribir así, con cariño que es más corto- luego, eran 40, y finalmente el chofer tuvo que hacer dos viajes para llevar a todo el ejército de muchachos que iban simplemente a hacer bulto pero que no sabía –felices ellos por salir del colegio- a qué mismo iban-.

Ni siquiera yo estaba seguro de para qué estábamos ahí. ¿Una oportunidad quizás de acercarse y pedirle algo al señor presidente, de entregarle una hoja con algún proyecto? Bailar, bailaron, pasearon por los puestos de la feria, y, llegada la hora, todos adentro al coliseo para que nos vean bien juntos como una piña y nos identifiquen. Eso sobre el papel, claro. En la realidad, a la media hora empezó el “¿profe puedo ir al baño?”, “mire, mi primo, voy a saludarle” “me aburro”, “tengo hambre”... Esto último, sobre todo, porque el tipo del catering llegó tarde, cuando ya estaba a punto de aparecer el mandatario. Ya teníamos nuestra posición tomada en las gradas, cuando aparece el tipo del arroz con pollo y dice: “no dejan entrar con el almuerzo, tendrán que salir”. ¿Y ahora? ¡Plan de emergencia! Imposible juntarse a hablar con el rector, o con el resto de profesores, perdidos entre estudiantes en unas gradas saturadas de gente y con un montón de personas más queriendo subir a buscar un hueco.
No quedaba otra. A la porra el presidente, el puesto en las gradas, la foto y todo lo demás: ¡a comer por turnos, que se quedan que guarden el puesto!
-       Señora, no puede sentarse ahí, esta ocupado
-       ¿Ocupado?
-       Sí.
-       No hay nadie.
-       Es que salió a comer, ya mismo vuelve.
Mirada intensa de la señora diciendo “no entiendo, explíquemelo en chino a ver”. Finalmente, la mujer se sienta. Media hora después, comidos a la carrera o mal comidos, éramos un grupo de personas dispersas por medio coliseo que más que hacer presión, nos perdíamos como una hormiga más en medio del populacho.

“Profe, profe, pofre”. Me han dicho que voy a saludar personalmente al presidente, ¡qué le digo, que le doy!” “Pues mira hija, dale dos besos si te deja, porque con tanto lío ya no sé dónde está el proyecto, la carpeta y la....”
A las 6 se acabó el acto. Llovía. La gente aún aplaudía y cantaba, los estudiantes, cansados querían ir a merendar, subirse a un bus que no llegaba y desaparecer de una vez de ese coliseo. Por fin llegó el bus. Se fue la mitad del rebaño. Detrás, como caída del cielo, llegó una camioneta del gobierno repartiendo sándwiches y colas. “Por lo menos comerán algo, pensé”. A los cinco minutos tenía a dos estudiantes encima:
-       Profe, téngame
-       No, gracias, no quiero comer nada.
-       No, no que me guarde el Sandwich, que voy por otro......
-       ¿Cómo...?
O el tipo que repartía sándwiches y colas era un buenazo o era tonto de nacimiento o los sándwiches estaban caducados, porque ciertas personas acabaron comiéndose media docena y se llevaron alguno más para el camino. Y cierto profesor se escondía detrás de la marquesina de del bus como diciendo “a mí no me miren, no les conozco...”

Finalmente llegó el bus, recogió al resto del rebaño, y mojados, cansados, y con el estómago lleno de sándwiches, regresamos al colegio. Alguien me dijo al día siguiente: “harás un informe de la visita del presidente, para constancia”, yo le miré diciendo “¿no sería mejor hacer borrón y cuenta nueva?

Varios meses después, en abril.
Llego al colegio a última hora después de asistir a una capacitación de esas en las que piensan los asistentes no sabemos sumar dos más dos, y me encuentro con un auto oficial. “Y ahora qué.”
-       Venimos a invitarle para que asista con los chicos a los actos de recepción del presidente en la ciudad de...
-       ¿Perdón?
-       El Presidente de la República, que viene y queremos que asista el colegio con una representación de unas 150 personas.
-       ¿Perdón?
-        Mire...

No sé bien cómo, pero el caso es que acabé aceptando otra vez la invitación. Será que se me empieza a pegar parte del caduco patriotismo decimonónico de estos lugares (¡qué suerte tenemos en mi país, que el himno nacional, ni letra tiene!) Después de negociar, asistimos sólo a dos tercios de los actos. No quiero ni pensar lo que hubiese sido el lote completo. Como todo acto, bien organizado, da, para escribir bastantes páginas:
3 y media de la tarde, llegamos bien puntualitos.
-       ¿Por qué llegan tan pronto?
-       Nos citaron ustedes a esta hora.
-       ¡Pero si el acto no comienza hasta las 8!
-       ...
He aprendido a guardarme el florido vocabulario español para mis adentros. Y también a entretener a 80 estudiantes en un pueblo en medio de la amazonia donde no hay otra diversión que alcohol, y evidentemente no es diversión para menores. Así que pasea por aquí, pasea por allá, imagínate esto, vamos a la comuna de al lado, vamos a visitar esta casa que vive el papá de fulanito, señor chofer llévenos de paseo al río...

Y por fin llegó la hora de la merienda, y la de entrar al coliseo. Todoalavez. Para variar. Puedo copiar de nuevo lo que escribí para noviembre. Es como la toma dos de una misma escena. Pero esta vez, sin sándwiches a porrillo.

Ya van dos. Y yo no soy de los de a la tercera va la vencida. Hemos visto pasar la comitiva presidencia desde el balcón del ayuntamiento ya dos veces... Voy a cambiar la letra a la canción de la película de Berlanga y cantar: “Ecuatorianos...”
Sin mal para nadie, sin criticar, sin creer que en ningún país se es mejor que en otros. Somos todos del mismo molde. Cuando nos sacan de casa y nos ponen guapos, acabamos manchando la camisa nueva con salsa de tomate y grasa.
¿Qué sería de nosotros si no fuese así?

miércoles, 2 de mayo de 2012

Un par de tetas

Tanto tiempo si entrar al blog, que hoy de golpe y porrazo veo que Blogger ha cambiado su diseño. No me preocupo mucho de esas cosas, y quizá por eso he sido el último mono en enterarme de ello. Ando un poco perdido buscando dónde han colocado ahora el botón ese que antes estaba aquí, pero ya me acostumbraré.

Entre las nuevas cosas de este servidor de blogs, hay un apartado de estadísticas, y yo como gato curioso, decido entrar para ver que hay. Y veo que sí, que hay gente que lee este blog (¡gracias!) o al menos se tropieza con él. Sobre todo esto segundo, creo yo: navegantes virtuales, internautas en búsqueda de otros placeres que, por casualidades de la vida, fueron ha parar a mi caja.
Y muchos de ellos internautas "calientes", porque resulta que la entrada más visitada de este blog es una titulada Censura que escribí allá por el 2010 y en la que colgué una imágen de la película ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? en la que aparece la actriz Juliet Mills con las tetas al aire. Estoy más que requeteseguro de que ninguno de los hombres (la experiencia me dice que seguramente el 100% de las peronas que llegaron hasta esas tetas pertenecen al sexo masculino), ninguno de ellos, leyó el texto de la entrada. No lo voy a esplicar aquí otra vez, busquen, aparten la mirada de las tetas y lean. Lo que parece traslucirse de aquí es la mejor definición de internet sigue siendo: Sexo barato y otras cosas (creo que voy a borrar eso porque ahora, cada vez que alguien teclee sexo barato en google, saldrá mi blog...) Y por otro lado, que aún estamos tan reprimidos, que unas simples tetas, fuera de contexto, de clima, de momento, nos ponen el pito pa'rriba a todo el público masculino... Claro que también puede ser que sea pasatiempo común coleccionar fotos de actrices en cueros: seguramente hay alguien que se siente orugullos de tener la mayor colección de fotos de tetas de actrices y, claro, le faltaban las de Julliet Mills y yo le hice el favor de congelar la imagen en pantalla. Si en La Escopeta Nacional de Berlanga había un personaje que coleccionaba pelos de coño, porque no va a coleccionar alguien fotos de tetas.

Estamos en pleno siglo XXI, y nos seguimos comportando como aquellos españoles reprimidos de la transición adictos a las películas clasificadas S, aquellos que escondían la interwiev entre la gabardina o el periódico. Tantas clases de educación sexual, tanta liberación y seguimos igual. Nos cubrimos con hojas de parra, y, mientras aguantamos nuestra hoja con una mano, con la otra levantamos al de la vecina para ver que tiene debajo.
¿Y que tiene? ¡Pues dos tetas, hombre! ¿Que querían que tuviese, media docena? Si es mujer tiene tetas, si es hombre, pito. Creo que todos han visto Barrio Sésamo. Tetas, culos, pitos, más grandes, más pequeños, de un color o de otro, es lo que hay. Y no tiene nada de extraño, y ni asusta ni averguenza. Así estamos hechos.

Cuando aprendamos que la ropa es para quitar el frío, cuando sepamos separar erotismo y seducción de los actos comunes y cotidanos de nuestra vida diaria, cuando aprendamos a respetar y reconcoer al otro por lo que es, y nos repestemos y aceptemos a nosotros mismos por lo que somos, podremos mirarnos las tetas y los pitos sin rubor, y dejaremos de buscar pendejadas por internet.

Querido diario

Mi agenda está llena de tareas pendientes, y mi cabeza, entre proceso viral -que al fin llegó- y los líos de un millón y medio de asusntos por resolver, se queda bloqueda.
Supongo que es momento de hacer un paréntesis y dejar que mi mente se vacíe un poco. Después de pensar en qué hacer mirando el techo un rato, me decido a escribir. Veo que ya hace tiempo que no tecleo nada y no se bien como empezar hoy, así que usaré un cierto tono confesional o de diario que no es lo más habitual en este blog, aunque a veces lo utilice como tal.

Creo que en estos últimos meses empeizo a sufrir de cierta adicción involuntaria al trabajo, por llamarlo de alguna manera. El estar casi solo al frente de este colegio, me llena la agenda de mil y un asuntos por resolver. Y cuando ya los tengo resueltos, aparecen algunos más. Acá siempre hay algo que hacer, y a mi me empieza a costar bastante desentenderme de todo lo que hay que hacer y tomarme el tiempo libre para mi descanso o mis asuntos personales. Por alguna razón, no puedo ver las cosas a medias, y, como no hay nadie más que las haga, me pongo a ello, unas veces convencido totalmente de que lo que hago dará sus frutos, otras apesandumbrado por tener la sensación de ser un idiota más que pasa el día achicando agua para que no se hunda el barco, inconsciente de que la via abierta en el casco es ya demasiado grande.

Así, mi vida en estos meses transcurre en una gran nebulosa de incertidumbres: el colegio como barco a la deriba, cambios y más cambios legales en la educación de este país, pero sin llegar a soluciones concretas, papeles y trámites burocráticos que salen de un departamento para quedarse atascados en otro, la situación crítica de mi país, allá lejos al otro lado del mar... y yo en medio, todavía sin aterrizar acá y sin poder volver allá.

¡Cómo me gustaría poder mandar a todos los banqueros al cuerno! Pero claro, en mi país gobiernan los pitufos porque los responsables ciudadanos piensan y votan con el culo mientras que el rey caza elefantes y las únicas empresas con crecimiento son las de reconstrución de huesos reales y las fábricas de vaselina industrial, que va a ser en lo que gasten dinero mis compatriotas para poder aguantar todo lo que les van a meter.

Perdón si suena muy bruto y muy feo. Pero en democracia, la culpa no la tienen los de arriba, así que jalones de orejas para todos. Para mí, acá los únicos inteligentes son gobiernos como los de Islandia, o como los de algunos países de esta América del Sur a los que les critican por nacionalizar lo que es suyo y mandar al carajo a las empresas y especuladores extranjeros. Estos sí tienen bien puestos los pantalones, a ver si en lugar de tanto criticar, tomamos ejemplo de ellos.

No voy discutir mucho más de ello. Seguiré defendiendo el estado de bienestar, como esa ayuda mútua que las distintas personas se brindan para poder sobrevivir. Y mientras, como ahora, gobiernen los eogístas y que ellos y no todos son el estado, buscaremos nuevas maneras de crear esa protección comunitaria. Habrá que volver a ser Robin Hood, guardar el dinero en el banco, crear coperativas y asociaciones paralelas y desvinculadas de Estado y bancos (dos palabras que se han hecho sinónimos, Srs de la Real Academía, actualicen el Diccionario), y renunciar a tanta cacharrería que no necesitamos e imitar un poco más a San Francisco.


No me llamen loco. No creo que sea la única persona a la que le trae sin cuidado que se venga abajo el sistema. No me da miedo. Hace ya mucho que me cansé de escuchar la misma canción y empiezo a tararear una nueva ¿Alguien conmigo?