El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

lunes, 12 de julio de 2010

Ley Seca

Aterrizo en Guayaquil un domingo a la tarde (que aquí es noche) y, tras los trámites usuales de aeropuerto, equipajes, etc., me invitan a cenar:
-¿Qué desea para tomar?
-Una cerveza, por favor.
-Lo siento señor, pero no puede ser. Está prohibido.

¿Qué está prohibido? Pue sí, lo está. Y no son normas del establecimiento, sino del gobierno: prohibido vender bebidas alcóholicas el fin de semana. La razón, acabar con la violencia en las calles los fines de semana. Por lo visto se había disparado el índice de violencia y todo apuntaba a que una de las causas era que la gente se "chuma" (emborracha) y acaban la noche a navajazo limpio.
Solunción gubernamental: cortamos el problema de raíz. Santo remedio. Se acabó. Si no hay alcohol, no hay borrachera, no hay violencia.
La ecuación es sencilla y parece funcionar. Pero por desgracia, la vida es más compleja y más real que las matemáticas, y normalemente, este tipo de remedios, hacen de elegante remiendo en el edificio, no evitan que, al final, de un modo u otro, la casa se nos venga abajo.

No pretendo criticar aquí la acción de un gobierno que apenas conozco, en una coyuntura social que, además, también me es extraña, es más, la medida tomada es efectiva hasta cierto punto e incluso eficaz, pero sí querría arrojar un poco de luz histórica a la ecuación matemática.
Lo primero que vino a mi mente el domingo pasado cuando me enteré de la prohibición de vender alcohol en Ecuador, fue la famosa Ley Seca estadounidense de la década de 1920. Por diversos motivos, moralistas, religiosos, políticos, económicos,... se prohibió terminantemente la venta y consumo de alcohol en dicho país.
El resultado fue -uno de ellos- que apareció todo un mercado negro, una mafia, dedicada al comercio de bebidas acohólicas, locales donde se vendía y se consumía alcohol de manera clandestina, personas que se enriquecieron hasta límites insospechados gracias a este comercio ilegal, y muchos otros que murieron, por la violencia que generó este mercado negro, y por las enfermedades producidas por consumir bebidas acohólicas de muy mala calidad: vienen a mi mente unas tortas de cereal que se vendían en Estados Unidos durante la época de la Ley Seca con una etiqueta que decía algo asi: "no introduzca este producto en agua pues corre el riesgo de fermentarse y producir licor". O las imágenes de personas destilando licores en bañeras, establos...
Las cifras de personas que enfermaron (y fallecieron en muchos casos) por beber licor de mala calidad o en mal estado, son considerables.

Al final, la ley seca fue abolida, pues se vió que sus efectos beneficiosos para la sociedad no compensaban los efectos perniciosos que había generado a la misma.

Éste es sólo uno de tantos ejemplos en los que vemos que las leyes no siempre son efectivas para acabar con un problema. La historia está llena de ejemplos en los que una ley no logra cambiar una situación social, sobre todo cuando ésta se debe a motivos estructurales, o incluso a razones culturales.
Normalmente estas leyes quedan muy bien en el currículum de nuestros políticos que organizan su vida en periodos de cuatro años, pero no soluccionan el problema, para ello, se necesitan otras medidas, más complejas, más difíciles de vender en el plano político porque implican un mayor esfuerzo y una mayor inversión a corto plazo, y los resultados son a muy largo plazo (es decir, fuera del plazo de una legislatura)


Si quieren acabar con la violencia deribada del consumo indebido de alcohol, la solucción no debe ser únicamente eliminar el acohol, sino, y a la a par de esa medida -entendida como medida coyuntural a corto plazo- llevar a cabo otra serie de políticas (sí, políticas) a largo plazo que acaben con los problemas que llevan al individuo a ese consumo exagerado de bebidas alcóholicas.
Dicho de otro modo: inviertan y trabajen en educación pública y gratuíta, tanto desde las escuelas, como a nivel social a través de proyectos de educación para la ciudadanía, reinserción, centros cívicos. Inviertan en infraestructuras para mejorar la situación de pueblos y barrios marginales. Invertan en sanidad pública y gratuíta. Promuevan leyes que favorezcan un mejor reparto de la riqueza, un empleo digno y estable, amplien en definitva, el Estado de Bienestar, de manera que llegue a todos los habitantes.


En una ciudad como Guayaquil, en la que con sólo cruzar un puente se pasa de una zona con viviendas en barrios con seguridad privada, a otra en donde aún hay viviendas sin agua corriente, se hace muy dificil querer eliminar la conflictividad y violencia social prohibiendo la venta de acohol el fin de semana.
Es muy dificil, por no decir imposible, quitarle la botella de aguardiente al pobre que, impotente, observa el lujo, comodidades y vida estable que hay al otro lado del río. A él no le queda más que el alcohol para olvidar sus penas y desesperanzas.

viernes, 9 de julio de 2010

Al otro lado del charco (otra vez)

4 horas de Bus. 13 más de avión, y uno aterriza en un país nuevo. No dejarán de sorprenderme esas cosas. Qué rápido se viaja cuando se tiene plata. Cuando no se tiene, no se viaja o se demora uno horas y horas en hacer un pequeño viaje.
Ambas modalidades tiene su encanto.

Ecuador, lo poco que he visto de él hasta ahora, no ha cambiado mucho. La misma gente y las mismas caras en los mismos lugares, pero, a fin de cuentas, sólo he estado fuera un año. No es tiempo suficiente para que cambien muchas cosas.
En Guayaquil no hace excesivo calor, está nublado, pues aún no es invierno que es la época de calor insoportable (sauna 24h) en la costa de este país. Quito sigue siendo el bullicio de tráfico y gentes por las calles de siempre, con los autobuses y el trole cargando en cada viaje mucha más gente que la que con seguridad pueden llevar.
Me llama también la atención ver como en este crisol de civilizaciones, tanto en el aspecto étnico como social, se van integrando normas o características típicas de las sociedades européas, "avances" que aquí parecen pegados de mala manera en este mosaico multicolor:
Ahora hay semáforos para peatones en más lugares, y además ahora algunos hasta tiene esa cuenta atrás con el tiempo para cruzar, algo muy reciente también en mi ciudad, en León, España. O por ejemplo, los autos y taxis todos con cinturón delantero y trasero y la policía obligando a los ocupantes a ponérselo. A los foráneos le sonará raro que lo escriba, pero, en un país en el que hay buses sin puertas, y en el que si no cabes, puedes ir en la bañera del carro o en la baca de la ranchera, no deja de ser algo fuera de lugar.

Las cosas cambia, aunque aquí parece que los nuevos cambios no llevan consigo la desparición de las costumbres o normas anteriores. Ésta sigue siendo una tierra pintoresca, llena de colores, sin prisas, con bullicio, con música, con normas que uno -a veces- se puede saltar. Para bien o para mal.

sábado, 3 de julio de 2010

Un poco de ironía

El pretendiente (The Pretender)
Jackson Browne

Voy a alquilarme una casa
a la sombra de la autopista,
voy a preparar mi almuerzo en la mañana
e iré a trabajar cada día.
Y cuando caiga la tarde,
volveré a casa y descansaré,
y cuando entre la luz de la mañana,
me levantaré y lo haré de nuevo.
Amén.
Dilo de nuevo.
Amén.

Quisiera saber que fue de los cambios
que esperábamos que trajese el amor
¿Fueron sólo sueños caprichosos
de un gran despertar?
Me doy cuena de que el tiempo pasa
Dicen que al final todo pasa en un abrir y cerra de ojos
y cuando entra la luz de la mañana
te levantas y lo haces de nuevo.
Amén.

Atrapado entre la necesidad del amor
y la lucha por el dinero,
donde cantan las sirenas y replican las campanas
y el trapero golpea su guardabarros.
Donde los veteranos sueñan con la batalla
rapidamente dormindos en los semáforos,
y los niños esperan solemnemente al vendedor de helados,
afuera, en el frío de la noche, camina el pretendiente.
Sabe que todas sus esperanzas y sueños comienzan y terminan ahí.

Ah, la risa de los amantes según atraviesan la noche
Dejando para los demás nada más que la elección y la pelea
precipitándose al mundo con todas sus fuerzas
mientras los barcos que llevan sus sueños se pierden de vista.

Voy a buscarme una chica
Que me enseñe lo que significa la risa
y pintaremos los colores que faltan
en nuestros respectivos sueños
y entonces nos pondremos gafas oscuras
y haremos el amor hasta que se nos acaben las fuerzas
y cuando entre la luz de la mañana,
nos levantaremos y lo haremos otra vez.
Lo haremos de nuevo.

Voy a ser un idiota feliz,
lucharé por el dinero,
donde los anuncios apuntan y reclaman
el corazón y el alma del consumidor.
Y sólo creeré en aquello que vea
en esas cosas que el dinero pueda comprar.
Pensé que el amor podría haber sido un rival.

¿Estás ahí?
Dí una oración por el pretendiente
Que comenzó joven y fuerte
sólo para rendirse.

Di una oración por el pretendiente
¿Estás con ahí con el pretendiente?
Di una oración por el pretendiente.

La letra original en inglés aquí.
Vídeo

viernes, 2 de julio de 2010

Redes sociales

Siempre soy el último mono en apuntarme a la última moda, y a algunas no me apunto nunca. Cuando se llevan camisas de cuadros, yo las busco de rayas; cuando se llevan de rayas, yo prefiero los cuadros. Da igual lo que suene en la radio que yo sigo esuchando a gente que cantaba hace 40 años más o menos, y, no me pregunten de bestsellers que yo pateo librerías de viejo.

No lo hago a drede. Me sale así. Lo cual no quita que haga publicidad para que la gente cambie de chip y se abra a otros sonidos y otras letras (no tanto a otras modas, porque sigo manteniendo que la ropa es para quitar el frio y la comida para nutrirse)

Con las nuevas tecnologías me pasa algo similar: nunca tuve teléfono móvil hasta que todo el mundo tenía y ya no me quedaba otra para estar conectado con la gente. Lo mismo sucedió con el correo electróncio, los chat... incluso tuvo que ser un profesor de universidad el que me obligase a crear este blog.
Con las nuevas redes sociales me pasa lo mismo. Desde hace un par de años, me bombardean con invitaciones de esta y aquella y la otra red. Yo hacía caso omiso. Con el blog y mi cuenta de correo electrónico me era suficiente y creo que lo sigue siendo, pero, por presión social, al final he decidido unirme a una de ellas para que mis amigos puedan ver fotos. Ahora que tengo amigos a ambos lados del atlántico, quizá sea una manera de estar más cerca de ellos, independientemente de a que lado del charco esté yo.

De todos modos, seguiré escribiendo y mandando correos electrónicos, pues lo mío es escribir. No crean que me voy a conectar horas a no se cuanto chats, o que me voy a dedicar a dejar comentarios breves por doquier, y menos aún que voy a pasar las horas sembrando lechugas virtuales en huertas de unos y ceros.
Si soy sincero, me he unido a la red en cuestión para poner fotos y que me vean pisando tierras lejanas. Fotolog era muy limitado y además no tenía mucha privacidad. De ahí que ya no haya Caja de Imágenes.
Así que a mis amigos, seguiré escribiendo correos, aunque no sean tan "modernos" y seguiré contando mis aventuras y neuras en este blog, y colgaré alguna foto también para propios y agenos, pues este blog está abierto, es decir, lo puede leer todo el mundo, conocido o desconocido.

No creo en las redes sociales. Son un buen escaparate para quien quiera lucirse -ya sea con fines comerciales o narcisistas-, pero, para estar en contacto, hay otros lazos que nunca se podrán recrear a través de ningún tipo de tecnología. Los verdaderos amigos lo saben. Pero, las modas son las modas, y al final uno cae en ellas en alguna medidad.
Mi temor ahora es ¿podremos escapar de ellas? ¿Hasta qué punto nos tienen atrapados? La información es el gran negocio de este nuevo siglo, y sin duda las personas que hay detrás de todos estos servicios gratis online, se lucran utilizando de alguna manera nuestros datos personales, e-mail, etcétera. Hay noticias realmente preocupantes al respecto y que le hacen a uno preguntarse si realmente merece la pena pagar el precio.

El futuro nos lo dirá.