El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

sábado, 28 de noviembre de 2009

Inconformismo

Una calle birllante, de piedra limpia y con magestad. Colores de siglos pasados bañados por luz amarilla y una débil lluvia fría de otoño.
Se acerca otro invierno. Es extraño. Dos inviernos en un año. El primero se hizo desear, paso cálido por dentro del alma. El segundo, se siente por dentro y por fuera y no hay donde esconderse de él. Camino observando la gente, las luces. Tengo la sensación de ir paseando por un mundo irreal. Camino sin rumbo fijo, me dejo llevar las luces de la ciudad. Camino con cuidado, como si tuviese miedo de romper con mis pasos este mundo de elegante cristal frio por el que me muevo.
Buco calor. No busco respuestas. Aún menos preguntas. Me abruman las preguntas. No las sé contestar. Me incomodan. Quién eres, dónde vives, dónde has estado, qué has hecho. ¿Acaso importan todas esas preguntas? ¿Tan frío y desconfiado se ha vuelto este mundo que necesita una radiografía certificada de cada individuo antes de abrirle las puertas?
En parte lo entiendo. Yo mismo desconfío de muchas gentes. Es dificil abrirse a los demás. Pero no lo acepto. Me esfuerzo por cambiar. Busco una voluntad de cambio que no encuentro entre calles y oficinas.
Déjalo estar. Acéptalo.
No hay más. Lo que ves es lo que hay. No busques más.
Acéptalo como es.
No puedo.
Busco. Busco un lugar donde a nadie le importe quién soy, que he hecho, en qué creo. Donde símplemente busquen una mano amiga a cambio de compañía y fuerza para caminar juntos.
¿Tan raro es pedir un poco de humanidad?
¿Tan extraño es despojarse de vestiduras y clasificaciones para aceptar a los demás?

Quizá lo que busco es un sueño.
Quizá me niego a aceptar la realidad.
Quizá los demás se han prohibido a sí mismos soñar... y protestar.