El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

martes, 28 de julio de 2009

Citas y derechos de autor

Creo que hay que reconocer a todo trabajador los frutos de su trabajo. Y eso incluye a los trabajadores intelectuales. Ya sean científicos, investigadores, escritores, músicos, o simples curiosos, aficionados, qué, en algún moento deciden compartir algo suyo, ya sea una creación o una simple opinión, a través de algún espacio como puede ser este blog.
¿Cómo se reconoce el trabajo de estas personas? De una manera muy sencilla. Simplemente citándoles como autores cuando reproducimos su trabajo. Los hay, por supuesto, que registran su trabajo y piden que se paguen derechos de autor por la reprodución del mismo. En su derecho están. Noy caben discusiones.
Pero tambien los hay que lo ofrecen gratis y sin pedir nada a cambio. Aunque no estén amparados por ninguna ley, por ningún derecho de autor, ellos también tienen derecho a que se reconzco a su autoria, a que se les cite como autores del texto, música, comentario, etc.

Si os habéis fijado, cada vez que cuelgo en este blog algo que no es de mi propia cosecha, que lo copiado de un libro, o tomado de otra página web; en estos casos siempre pongo un pie página con el nombre del autor o la dirección online de donde lo he tomado. Creo que es justo y necesario. Justo porque hay que reconocer al autor, sea "famoso" o no, y necesario por que es una manera de permitir al lector conocer otras fuentes, otras páginas, y quizá descubrir algo nuevo de su interés. Una de las cosas más apasionantes de la lectura es revisar la bibliografía de cualquier libro, de ficción o no, y, del mismo modo, una de las cosas más atrayentes de internet es descubrir páginas que nos pueden interesar sigando los links (enlaces) que encontramos en otras páginas.
Estos días, revisando en ratos libres páginas online a la caza de películas de ciencia ficción que no he visto y que quizá fuese interesante ver, me econtré con un internauta que copió tal cual la selección de películas de ciencia ficción que yo hice y la copió en su página web tal cual sin decir de dónde había obtenido ese listado: he aquí la singular copia.
No me opongo a tomar prestado materiales similares de otras páginas, pero creo que es bueno, por lo menos un signo de reconocimiento, de gratitud, citar el autor o la página de origen. Muchas de estas páginas que se construyen a base del corta y pega no adimiten siguiera la posiblidad de contactar al autor de la misma, de dejarle si quiera un comentario, lo cual también es un poco desagradecido por su parte. Yo por ejemplo, intenté contactar con ese otro usuario para comentarle que debería añadir los enlaces a las webs de las que toma cada infomación, y no me fue posible.
Respetémonos un poco mútuamente y reconozcamos la labor del otro aunque solo sea con una cita o un enlace.

Enciclopedias on-line: ¿Información fiable?

En los últimos años se ha vuelto una práctica habitual buscar cualquiert tipo de información a través de intenet. Consultas de todo tipo, en cualquier materia del saber, se realizan cada vez más a través de la red en vez de acudir a las enciclopedias y libros de consulta hasta ahora habituales.
Resulta más cómodo y quizá también más rápido acudir a la red que pasar las páginas de una o varias enciclopedias para encotrar la respuesta a la prengunta que nos hacemos o para elaborar un trabajo escolar de esos tan de moda hoy día de "corta y pega". Intenet a causado una revolución tal al respecto de las consultas del saber que, tengo entendio, las ventas de enciclopedias han caído en los últimos años. Pocos son los que se animan ya a comprar una carísima enciclopeida en varios y pesados tomos. El precio de las mismas y el espacio que ocupan en nuestros hogares, en los que nos decimos que no hay espacio para tanta cosa, hace que sea mucho más práctica una enciclopedia en CD-ROM. Pero tampoco esas han trinfado. Internet parece ofrecer más información y, además, gratis.
Sin embargo, cabe preguntarse ¿Cuán fiable es la información que nos encotramos colgada en la red? Sería totalmente erróneo e iluso pensar que todas las páginas web que existen sobre un determinado tema son válidas, fiables, en el sentido de tener contenidos contrastados o que responden a cierta rigurosidad científica. Internet está lleno de basura online. Basusra tanto en forma de anuncios, casinos, pornografía, ... y también en forma de información falsa o de dudosa fiabilidad en las más diversas materias del saber. Y esto hace que el internauta tenga que bucear por ese inmenso océano virutal y separar las joyas de entre la porquería que flota por ahí, un trabajo que puede hacer que una consulta online no sea tán rápida como pensábamos.
Me explico. Cuando uno consultaba una enciclopedia, se encontraba con unos contendios fidedignos, redactados, estractados, elaborados por todo un equipo de personas, llamense doctores, licenciados, investigadores, ciéntificos, además de todo un equipo editorial que aseguraba que lo que ahí se contenía era verdad, fidedigno. Y además estaba redactado y presentado de manera que fuese inteligible y aceptable para un determinado tipo de público según el tipo de presentación.
En internet, por el contrario nos encontramos con artículos que no sabemos quién ha escrito. La mayoría de enciclopedias online, desde wikipedia pasando por muchas otras, no ofrecen en muchos de sus artículos citas diciendo de dónde han tomado esa información -quizá por los problemas con los derechos de autor-, o, en caso de ser producto personal de alguno de los miles de colaboadores, usuarios de estas enciclopedias, estos no citan ni un sólo libro -no presentan bibliografía de consulta en ningún artículo- que atestiguen en qué se basa el autor, ya de por sí anónimo, para presentar esa información; no en vano, si uno visita el mismo artículo de alguna de estas enciclopedias online, dejando pasar cierto lapso de tiempo entre cada visita, es probable que advierta que el artículo ha cambiado, a sido modificado, respecto a su anterior visita.
Si esto resta ya bastante fiabilidad a la información que ofrece estos sitios web (hasta el punto de que algunas universidades han prohibido a sus estudiantes utilizarlos como información para sus trabajos y tesis) el asunto se agrava cuando añadimos que cualquiera puede escribir en estas enciclopedias online o que cualquiera puede crear una página web o un blog y escribir en ella lo que le plazca. Aún menos fiabilidad.
No todo es basura, por supuesto. Hay instituciones de prestigio, hay universidades, hay editoriales, que han decidido ofrecer parte de su saber, parte de sus publicaciones, de manera gratuita a través de internet. Pero de momento son las menos, y hay que bucear en una maraña de páginas, de basura cibernética para enconrarlas. Hay que contrastar un montón de información online, valiéndose únicamente de las herramientas personales que cada uno posee (la formación de cada uno) para discernir qué información es la más acertada, la más fiable. Si a una persona con estudios superiores le cuesta hacer este trabajo (sobre todo le cuesta en tiempo) no pensemos ya en un pobre escolar que aún se está formando. Todo ese trabajo de selección y preparación de textos que hacián los equipos editoriales para ofrecernos las carísimas enciclopedias que ya no queremos, lo tenemos que hacer nosotros ahora.
No me parece una elección muy sabia. Muy en líena de la actual postomodernidad, que lleva a crear seres humanos multiusos que valen para todo y serían capaces de enfrentarse ellos solos, desnudos, al próximo holocausto nuclear, sí. Pero no más allá. Y algo me dice, que si sobrevivimos a la próxima catástrofe -que por supuesto nosotros mismos provocaremos- no será por ser superhombres autosuficientes, sino por trabajar en equipo, por dejar que otros nos aconsejen y nos ayuden en nuestro trabajo diario.
Creo que sigue siendo mejor, hasta que las cosas cambien, seguir perdiéndose por blibliotecas a través de enciclopedias y otros libros de consulta, y seguir confiando en aquellos que ha impreso en esas páginas su duro trabajo de años a confiar ciegamente en informaciones sin contrastar dándonoslas de super-sabios capaces de decidir si algo es "verdad o no".

jueves, 23 de julio de 2009

Fleet of Hope

¡Cómo me identifico últimamente con esta canción...!

"El pescado aparece
pone sus dos postes en la arena
mira fijamente al mar,
exactamente igual que yo
pero yo tengo un libro en la mano.
Habremos atrapado algo cuando acabe el día
pero sobre todo pensamos en aquel que se nos escapó.

He visto como un pájaro
qué placeres podrían surgir de la superficie.
Perdí mi mejor barco
Llendo ilusamente de nuevo
a donde cantan las sirenas.
He mirado fijamente al lugar donde el agua toca el cielo
Y aunque dejé de respirar, sigo pensando que lo debo intentar.
Quizá pase un barco en busca de tesoros perdidos

Porque la Flota de la Esperanza es tan hermosa
cuando brilla en el puerto
Y en el puerto se adiere el muelle
ofreciendo protección y ayuda.
Fuera en las aguas agitadas los tiburones nadan y juega
Estás apañado cuando Poseidon se enfada.

He caminado a través del desierto
Subí montañas muy altas
através de selvas y llanuras
tomé buses y trenes
y aviones a través del cielo,
pero hasta ahora no he encontrado nada más seductor que el océano
y ahora se porqué
llenaste tus bolsillos con piedras

Porque la Flota de la Esperanza es tan hermosa...

Cuando era una niña
y todas mis fantasías tomaron vuelo
Tenía un este sueño
que podía iluminar cualquier cosa,
incluso la noche más oscura.
Ahora espero como una viuda a alguien que regrese del mar.
Siempre he sabido
que estaba esperándome a mi.

Porque la Flota de la Esperanza es tan hermosa..."

- Fleet of Hope (Emily Saliers) en el disco de Indigo Girls Poseidon and the bitter bug (2009)

(Perdón por la traducción casera)

Librerías

Cada vez que llego a una ciudad nueva, a un país diferente, me gusta perderme en alguna librería. Tanto en las grandes cadenas donde uno encuentra casi de todo, como en las pequeñas librerías, de esas con cientos de libros usados que siempre tienen algún tesoro oculto entre sus paredes.
Leer es una de mis aficiones preferidas. Junto con escuchar música, es la mejor manera de matar tiempo, de relajarse o emocionarse, de viajar sin moverse de casa, de aprender, de desarrollar la imaginación y despertar el espíritu crítico.
Como me inculcaron el hábito a la lectura desde niño, como mi casa siempre estuvo repleta de libros, para mi era algo normal y habitual. Luego descubrí que no era así, que en algunas casas no se leía ni el periódico, que era algo habitual en la sobremesa de los domingos en mi hogar; recuerdo las palabras de uno de mis compañeros del instituto: "El peor regalo que me pueden hacer es un libro". Me impactó y sentí lástima por el. Cuántas cosas se estaba perdiendo. Hace años que no le veo, ojalá haya cambiado de parecer.

Cuando llegué a Ecuador, uno de mis principales intereses era entrar en alguna librería del país para rebuscar entre sus estantes y encontrar alguno de esos libros que, por estar publicados en sudamérica, son difíciles de localizar en España. ¡Que chasco me llevé cuando por fin entré en una librería! (y mayor aún cuando me decían que esa era la mejor) No había mucha variedad de libros. Era dificil encontrar algo que escapase a las vistosas publicaciones de los grandes sellos editoriales multinacionales, la mayoría estaban importados de España y eran relativamente caros, sobre todo para el bolsillo del Ecuatoriano medio. Yo esperaba encontrarme con más publicaciones sudamercanas, de Argentina, de Méjico, que, por proximidad geográfica pensé serían más fáciles de econtrar aquí que en España. Menuda decepción: lo mismo que encontraba en mi país, y además más caro.
En Ecuador no hay mucho hábito de lectura. La gente por lo general no lee. No lo digo sólo yo. Lo dicen los propios ecuatorianos. Pero por lo que oigo y veo tampoco hay muchas medidas que faciliten que aumente el número de lectores en el país, que los niños y niñas ecutorianos descubran el placer de leer: no hay buenas bibliotecas públicas o escolares, no hay muchas librerías, y los libros son caros. Yo me he pasado el año haciendo propaganda de lo sano que es leer en el colegio allá en la selva, donde tienen la suerte de contar con una biblioteca bastante bien surtida y probablemente sin comparación en los alrededores. Siempre estaba con un libro en la mano: en los descansos entre clases, en la residencia mientras los estudiantes miraban televisión o jugaban. ¿No te cansas de leer, profe? me decían. ¿Y no te cansas tú de mirar TV? Alguno al final se animaba a leer y muchos lo hubiesen echo si hubieran tenido más tiempo libre para encerrarse en la biblioteca a leer. Un comienzo es un comienzo.
Pero los libros en Ecuador siguen siendo pocos y caros.

Hace 10 días llegué a Chile. Aterrizaba en un país desarrollado, al menos más desarrollado en Ecuador. Las calles de Santiago el domingo en la madrugada así me lo confirmaron. La manera de vivir de la gente en el país, las carreteras, las construcciones... volví a la civilización occidental. O casí. Mi amigo chileno discrepa conmigo: él no conoce aún Europa, pero dice que en Chile aún falta mucho por caminar.
De nuevo, al margen de maravillarme con gentes y paisajes naturales y urbanos, una de mis inquietudes era colarme en alguna librería. De nuevo, decepción. Primero, los libros en Chile son muy caros, más aún que en Ecuador. Me dicen que tienen unos impuestos sobre el valor añadido muy altos. Y tampoco es que haya muchos: pocas librerías y con poca variedad. La mayoría de publicaciones vienen de España y en algunos casos de Argentina, o simplemente no vienen. Títulos que están disponibles sin problemas en los mercados español o argentino (que está a tiro de piedra de Chile como quien dice) no aparecen ni por asomo por las librerías chilenas. Parece que finalmente tendré que hacer algún viaje a Buenos Aires para encontrarme con esas joyas que no localizo.
Pero lo más triste es de nuevo ver que aquí la gente no leer, o no lee mucho. De nuevo no lo digo yo, lo dicen los chilenos, y la excusa es esa: los libros son muy caros. Yo mismo lo he comprobado: unos 15 o 20 dólares es el precio medio de cualquier libro.
Es una verdadera lástima que no se promocione más lectura en estos países, que los gobiernos no den ayudas (como bajar el IVA de los libros) y se promocione más la lecura en los colegios y en los medios de comunicación. Acá en Chile yo desconecto automáticamente cuando alguien enciende la tele y me pongo a leer: no hay más que telenovelas, seriales, reallitis y programas de tertulia donde el tema de conversación es lo que sucedió la noche anterior en la serie o el reallity de turno. Y en Ecuador es similar.
Apaga y vamos, coge un libro... ah.. ¿es tan caro? Y yo que me quejaba de mi país...

miércoles, 22 de julio de 2009

Enfermedades

"La salud es el natural estado del hombre y la enfermedad es la carencia salud. Quien cumple las leyes de la Naturaleza no puede estar enfermo. Cuando se contraviene alguna ley natural se manifestan ciertos síntomas a los que llamamos enfermedad [...]
Mucho de lo que llamamos enfermedad no es sino la acción defensiva y el efecto reparador de la fuerza vital. No es una acción deprimente sino estimulante del organismo vivo. Es el instinto que siempre se esfuerza en acrecentar la vida, en mejorar la salud y a veces nos pone enfermos con objeto de que estemos más sanos, nos acarrea alguna dolencia para expulsar alguna materia insana que por nuestra negligencia se introdujo en el organismo.
Si nos herimos, la fuerza vital se apresta a sanar la herida con admirable sagacidad y precisión. [...] la fuerza vital hará lo necesario para remediar el daño, sin que por nuestra parte debamos hacer otra cosa que no estorbar su acción.
Vivimos en una civilización que nos ha apartado de la Naturaleza, y a la fuerza vital le cuesta mucho trabajo hacer todo lo que quisiera en nuestro beneficio. No comemos, ni bebemos, ni resperiamos ni vestimos de conformidad con la naturaleza. Hacemos lo que no debiéramos hacer, y omitimos lo que deberíamos hacer, y así es como andamos muy mal de salud.
Respirar bien y alimentarse bien son las mejores recetas para tener una buena salud. Si no llega suficiente aire puro a nuestros pulmones no es posible purificar la sangre venosa, aquella que nos intoxica. Quienes respiran debidamente no están expuestos a resfríos ni pulmonías.
Alimentarse bien no es ser comilón ni aficionarse a exquisitos y suculentos platos. Por el contrario, quien bien se alimenta prefiere los manjares sencillos y nutritivos a los superfluos y pesados ingredientes de los complicados platos de quienes desconocen el verdadero significado de la alimentación. [...]"

- Juan Marcos Coquinche, en La utopía de los pumas, de Milagros Aguirre. (CICAME, Quito, 2007)

martes, 21 de julio de 2009

Ciudades e invierno.

Después de un año en la selva tropical, la vida en la civilización "moderna" u "occidental" se me antoja fea, ruidosa, un continuo ir y venir deprisa, unas prisas inventadas e innecesarias que llaman estrés.
La calma, la tranquilidad de las gentes y paisajes amazónicos penetró en mí a lo largo de este pasado año y ojalá no se vaya. No digo que allá todo fuese idílico. No en vano llevo un año viviendo en una actividad continua de 5 de la mañana a 9 de la noche que ya empiezo a echar de menos, pero la gente allí tiene una manera diferente de ver la vida: algo así como "no merec la pena correr porque llegarás de todos modos al final del camino" o "haz las cosas despacio, da igual demorarse 2 que 6 horas". Si pierdes el bus de las 11, no te preocupes, coges otro más tarde. Esa es la filosofía. Y siempre hay algo que hacer mientras esperas: mirar con calma los distintos puestos del mercado, comer algo, charlar con el vendedor, o simplemente mirar el río, la selva, los animales...
Llevo una semana en Chile, y, aunque esto es un pueblo de unos 20.000 habitantes, las prisas corren ya a mi alrededor: camina deprisa para no perder el bus de las 6 que si no toca esperar a las 6:15; la gente corre por el supermercado mientras yo camino como bobo mirando los diferentes productos... por no decir del ruido y humo de los coches y este invierno en que todo está muerto porque la gente se esconde en sus casas.
En realidad todo está muerto y gris sólo dentro de la gente que se encierra en sus casas con la excusa del frío. Afuera todo es vida: el sonido del viento, los colores y brillos de la luz invernal en la costa, los gansos, flamencos, y otras vandadas de pájaros que surcan los grises cielos de este frio sur.
Y también hay vida en las calles semidesiertas de estos pueblos: el ruido de los barcos de madera que se mecen en el puerto mientras las gaviotas y los pelícanos pasan por la bahía mientras un pescador solitario les observa al tiempo que recoje una red. El olor a madera ardiendo que sale de las chimeneas de las calles. Los vendedores embutidos en gruesos sacos de lana y forros polares coronados por un gorro de lana que llenan las semivacías plazas con olores y voces que anuncian empanadas calientes y milcados.
Y por encima de todo ello, el rumor del mar, el olor a costa, el viento frío y húmedo. La vida, en el invierno.

Parte de esta magia del inverno, el redescubrir de la belleza dentro de nuestro apresurado mundo occidental surgió de estos días observando el océano y los paisajes aquí en la isla de Chiloé. La otra parte me la hizo recordar la música de The Innocence Mission, un grupo cuya música siempre será para mí la de la belleza y armonía en nuestras grandes urbes, especialmente en invierno. Mientras redescubro esa belleza urbana y natural, descubro también que tiene un nuevo EP (salió en diciembre, en el invierno septentrional) ¿Pura coincidencia, o cosas del destino?
Sea como sea, se ha convertido en la banda sonora de éste, mi primer invierno en Julio.
(El EP lleva el título de Street Map y lo podéis escuchar y comprar en la web del grupo)

domingo, 19 de julio de 2009

Chiloé

Al margen de la arquitectura y de las gentes, de su gastronomía y su muy especial mitología, Chiloé es un archipiélago de paisajes impresionantes.

miércoles, 15 de julio de 2009

Desde el emisferio austral

"Vente en julio que tengo vacaciones de invierno". Cuando mi amigo Alfredo me dijo esto, yo me quedé extrañado. ¿Invierno en Julio? ¿Qué es eso, el mundo del revés? Luego, mi cabeza empezó a razonar científicamente -algo que hace rara vez- y me di cuenta de que en el emisferio sur, es al revés que en el norte: el agua gira para el otro lado y cuando en España están en pleno verano tostándose al sol, en Chile están en pleno invierno tiritando con bufanda.
Aún con mis razonamientos, después de un año en el trópico, el cambio no deja de sorprenderme. Sobre todo porque surgió en a penas 5 horas, el tiempo que tarda el avión desde Quito (literalmente el centro de la tierra, en pleno ecuador geográfico o casi) hasta Santiago de Chile, en mitad de este enorme país alargado como una flauta.
Llevo como 3 días en Chile. Y, aunque voy maravillándome de la arquitectura, los paisajes, y las gentes del lugar, mi principal admiración está en el clima y en la sensación de vuelta mágica a la civilización: cambiar de repente las embarradas calles de Lago Agrio o el desorden de un Quito, poruna ciudad o pueblo de Chile, es un cambio notable. Esto -Chile- tiene un aire mucho más parecido a aquella Europa que dejé hace casi un año. Resulta increible como cambian las cosas tan sólo pasando una frontera.
El clima también ayuda a acentuar ese cambio y esa sensación de cercanía con mi tierra. Después de un año de calor tropical empezaba ya a echar de menos un poco de frío, empezaba a cansarme de la monotonía de la selva, donde el único cambio es que a veces llueve un poco más o hace un poco más de calor. Necesitaba las 4 estaciones.
Santiago de Chile la ví de pasada el domingo, un primer vistazo, para dejar el mensaje de "espera ahí 15 días que ya vuelvo". Me gustó el primer contacto por la ciudad y me gustó el clima. Ese frío que te despeja la cara en la mañana que yo tanto añoraba ya.
A la tarde pusimos rumbo al archipiélago de Chiloé, en el paralelo 42, latidud sur, una isla grande, rodeada de otras más chiquitas donde da la sensación bien de que el tiempo se a parado o de que uno ha llegado a un universo como de cuento de hadas. Da la sensación de que la gente de acá vive en un mundo diferente al del continente, y eso se ve en su forma de ser, en los paisajes, las ciudades. Para mí es algo nuevo, algo con lo que no tengo comparación en mi vida, en los lugares cercanos o lejanos que conozco.
Es una tierra verde, fría, por estar tan al sur, que a menudo me da la sensación de estar en la montaña para luego descubrir que esto es mar. Ancud, la ciudad en la que me encuentro es como un pueblo grande, de gentes tranquilas que salen lo necesario y descansan y se esconden del frío en sus casas. Unas casitas de madera, de pintorescos colores, forradas por fuera las típicas de lentejuelas de madera de alerce, las modernas de horribles chapas de cinc. Casas de una o dos plantas sembradas a lo largo de calles, de campos... Llevó dos días paseando por aquí y aún camino como echizado viendo la arquitectura de la ciudad...
Pero aún me queda mucho más: La gastronomía es bien especial, me dicen, y también las costumbres, la mitología de este archipiélago, que aún se escapa de los grandes circuitos turísticos, de la influencia estandarizadora del mundo occidental -y continental- y mantiene una entidad propia muy especial.
Mientras me dejo llevar por estos aires, os regalo algunas primeras fotos de esta tierra fría y acogedora...

lunes, 13 de julio de 2009

Paseos culturales por Quito

Quito es una ciudad realmente con encanto, con muchas cosas escondidas. Es una ciudad grande, alargada, con un millón y medio de habitantes -lo cual alguien me dirá que es poco al lado de otras grandes urbes latinoamericanas- pero, hay que reconocer, que algo desordenada, con un tráfico excesivo e incluso caótico en sus horas puntas. Esta desorganización hace que, fuera del circuito del Quito colonial, no sean muchas las personas que se acercan a otras partes de la ciudad.
El centro histórico es precioso, pero también hay otras zonas perdidas por la ciudad que merecen la pena ser visitadas: el teleférico, el panecillo, la zona peatonal de la Avda. Amazonas y la Mariscal, la Mitad del Mundo (que está como a una hora de Quito, al norte), por ejemplo.
En las tres o cuatro veces que he pasado por Quito este año, poco a poco he ido conociendo todos estos lugares, en algunos casos por primera vez, en otros redescubriéndolos y mirándolos ahora con ojos de adulto (estuve de crío por Ecuador, allá en el 92) Esta última visita decidí que no podía dejar pasar más tiempo dos lugares que les recomiendo encarecidamente que no dejen de visitar si se van a Quito.
Uno es el Museo de Banco Central, donde hay una magnífica e impresionante colección de arte preincaico, es decír de las múltiples culturas que habitaron ecuador antes y durante la dominación Inca y hasta la llegada de los españoles. Siempre he sentido una curiosidad especial por la prehistoria y por todas estas primeras civilizaciones poco conocidas, y Ecuador tiene una riqueza especial al respecto: Valdivia, Chorrera, Machalilla,... hasta la Cultura Napo de los Omaguas, que me hace recordar que me quedó pendiente la visita al Museo de Pompeya en Orellana... otra vez será. Dicen que siempre hay que dejar algo pendiente para regresar en el futuro.

Además de visitar este museo y encontrarse con el sugerente y atrayente arte de estos primeros pobladores, en el que yo encuentro una magia, un simbolismo especial, otro lugar importante y especial también en el aspecto espiritual, es la Capilla del Hombre de Oswaldo Guayasamin. No conocía mucho de este pintor ecuatoriano, de su vida, su obra; y para mi fue todo un descubrimiento: una persona que se me hace humana desde lo más profundo, comprometida, luchadora, y mística también, capaz de expresar en un rostro, en la representación de una persona todos esos sentimientos y vidas que llevaría decenas de páginas expresar por escrito. Pero, no solo sobrecojen y llevan a la reflexión sus pinturas. El lugar es sin duda único y mágico. La primera capilla -dice- creada para el hombre y no para un dios. Un lugar para sentarse a ver arte y reflexionar sobre el hombre y sobre la vida.

Fue realmente espcial e inesperado acabar allí la tarde del viernes. Horas allí sentados en el museo y paseando por el singular lugar que Guayasamín eligió para edificar su casa y sembrar su arte. Hay algo mágico en estos lugares y en estas gentes. No dejen de visitarles, déjense llevar por los implusos de alma y mente.

jueves, 9 de julio de 2009

La espera

Que dificil es decir adiós. Que dificil es marcharse si mirar atrás sin soltar una lágrima. Pero aún más dificil, más duro, es esperar. Esperar a que llegue el momento de poner rumbo hacia otras tierras, otras experiencias.
Me fuí de Lago rápido, el mismo día que acabé mi trabajo allí, porque los días de espera se me hacían eternos en esa tierra verde, y ahora se me hacen eternos los días de espera en esta ciudad. El tiempo pasa lento para mí y sin embargo la gente corre de un lado para otro por las calles de Quito. Creo que aún arrastro conmigo parte de esa tranquilidad, ese dejarse llevar del día a día, sin prisas, siempre tranquilos y despreocupados, de la gente del oriente. Me paseo tranquilo por las calles de esta ciudad, visito museos e iglesias, y miro el reloj y compruebo que sigo sin conseguir matar el tiempo de una vez por todas.
Cúando llegará el sábado, me digo una y otra vez. Cúando. No es que esté a disgusto aquí, pero algo me incomoda. Quiero partir y no puedo. El día está fijado y me toca esperar a que llegue.
Leo, pienso, paseo, escribo. Espero. Intento distraerme pero no puedo. Estoy varado en tránsito y mi mente no descansa tranquila y no me deja expresar bien mis pensamientos. Y empieza a faltarme la actividad que avandoné en el oriente. Y también alguien con quien compartir las penas y alegrías del día a día, alguien con quien compartir la espera. Es dificil estar sólo y esperando.

The waiting is the hardest part, dice la canción.
Así es. Duro. Dificil. Una prueba más de la vida, supongo. Una lección más que aprender: vive el último minuto a cien, descansa lo estrictamente neceario, y busca compañía. No camines solo.
Para los indígenas el hombre que vive y anda solo es algo inconcedible. El gurpo humano es lo único válido y necesario.
Cúanta sabiduría hay en esos valores ancestrales que nos empeñamos en tapar y olvidar con valores y normas nuevas, constuídas a golpe de cemento y acero. Cada vez estoy más convencido de que hay que volver al jardín, y olvidarnos de todas estas necesidades y comodidades creadas para que el ser humano olvide quién es.

Vive con poco, crea algo propio y compártelo. Sé humilde.

-Cuando muere, todo el mundo tiene que dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. “No importa lo que hagas –decía-, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortado de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí para siempre.”

- Ray Bradbury, Fahrenheit 451.

Despedidas

Esta mañana me a vuelto a despertar el tráfico. Cientos de autos y buses que corren por esta rudiosa avenida quiteña que, casualidades del destino, se llama Río Amazonas. El dulce sonido de pájaros, monos e insectos del oriente es sutituído por el ruido de autos y aviones de este mundo monderno que avanza tan deprisa; miro al frente, y la verde selva mutilada de Sucumbíos se sutituye por un paisaje de edificios, cables del tendido eléctrico y el cielo gris de Quito.
Ya se acabó la amazonía. Llevo ya 4 días en esta ciudad, pero esta mañana creo que lo acabé de asumir. Sucumbíos está a 8 horas en bus de aquí, pero la distancia para mi es muy grande. Sé que algún día volveré, pero ahora los vientos soplan en otra dirección y me toca fijar de nuevo rumbo, buscar mi camino otra vez en esta vida, buscar nuevas gentes, nuevas esperiencias.
Este último año ha sido muy rico en experiencias para mí, sobre todo en el plano humano. Mi maleta vuelve casi con lo mismo que llego, pero mi espíritu se ha enriquecido y llenado, y también ha dejado su huella en estas tierras. Ha sido un año tan pleno que casi me cuesta creer que hayan pasado 10 meses desde que llegué aquí. 10 meses. Increible. Podría llenar un libro entero contando las experiencias, las anectodas, de mi vida este pasado año en Sucumbíos, en el Colegio Abya Yala. Algunas de esas experiencias están aquí en este blog. Otras, quedan guardadas en el recuerdo, en el corazón.

Me es dificil expresar mis sentimientos, pero creo que todo se resumen con una sola palabra: GRACIAS. Gracias a las gentes de aquí y de allá que me acogieron este año y compartieron su tiempo conmigo. La lista es muy larga para citarlos a todos, pero los nombres de algunos deben quedar aquí escritos:

Alfredo
Daniela
Walter
Jose Luís
Juan Pablo
Pacho
Harold
Juanita
Anita
Carmita
Kurinua
Alexandra
Marco
Pablo
Stiven
Rinna
Ana María
Julia
María
Martín
Eder
Segundo
P. Juanito
Hnas. Lauritas
P. Armando
Kabiru
Hnas. Guadalupanas
P. Jesús A.
P. Juan B.

Y por su puesto a todos los alumnos del colegio Abya Yala, en especial a los cursos de 10º y 1º de Bachillerato. A todos los muchachos del itnernado, los que no me dejaban dormir, los tranquilos y calmados.

Y a mi tío el P. Pablo, por invitarme y abrirme las puertas a esta maravillosa experiencia.

Y a todos los otros que por despiste de mi mente o al emoción del momento, no aparecen aquí.:

GRACIAS

Legué como profesor voluntario y me fuí como aprendiz. Llegué sólo sin saber bien a donde iba y encontré un lugar y una familia. Siempre estarán en mi corazón. Dondequiera que el viento me lleve, siempre les recordaré.
Que sigamos todos caminando bien firmes por este sendero que es la vida, tendiendo manos amigas a todos aquellos que se crucen en nuestro camino.

jueves, 2 de julio de 2009

En estos días tristes e inciertos

En estos días tristes e inciertos

intento secar mis lagrimas,

controlar mis sentimientos.

Miro a la selva, las plantas, las estrellas;

en estos días tristes e inciertos

trato de encontrar respuestas.


En estos días tristes e inciertos

mis ojos se aguan con pena

y un nudo en la garganta

me impide despedirme de los que no se quedan.

Y yo mismo me quedo quieto, sin fuerza

en estos días tristes e inciertos.


Me muevo como por inercia,

gota a gota voy llenando la maleta

de ropas, libros, recuerdos,

de lágrimas de resentimiento amargo

de estos días tristes e inciertos.


Pero también con flores y alegrías

de momentos más placenteros

recuerdos felices que borran la hipocresía

de estos días tristes e inciertos.


La lucha humana día a día aquí en la selva.

Quiero gritar, alzar mi voz, abrir ojos

pero

en estos días tristes e inciertos

mi voz sólo clama en el desierto.


Los sentimientos entrechocan diciendo:

quédate y lucha y abraza

a los que viven riendo y sintiendo,

no dejes que ganen aquellos

que viven de orgullo ciegos.

Se la voz del cambio

en estos días tristes e inciertos.


Pero solo y cansado preparo mi hatillo.

Algo ha quedado: mi huella, mi aliento;

algo que no se borrara de esta tierra, de estas gentes,

en un futuro incierto.