El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 4 de enero de 2009

Noni

Recién llegado aquí a la amazonía, me dieron a probar jugo (zumo) de Noni. Tenía un sabor fuerte, pero estaba bueno. Reconozco que no soy quien para hablar de sabores agradables -como lo que sea y como sea- y quizá sea más ilustrativo el hecho de que el 90% de las personas aquí en el colegio no soportan el sabor del noni y menos aun su olor.
Me dijero que el noni es una fruta de origen polinésico, con abundantes propiedades curativas, reconstituyentes, depurativas... Yo he comprobado ya parte sus beneficiosos efectos: si estás acatarrado, sirve para aumentar tus defensas y resistencia a la gripe, si tienes problemas de estómago, el noni te ayuda a calmarlos e incluso corrige algún que otra molestia digestiva, es como un reconstituyente o depurador del organismo. Me dicen que incluso se puede uno curar de infecciones o enfermedades gracias al noni, y yo empiezo a creer. Incluso aquellos que no soportan su olor o su sabor, acaban por beber un trago cuando se ecuentran enfermos.
Los remedios naturales son siempre los mejores, yo aquí echo de menos las infusiones de hierbas para el catarro, el malestar de estómago, etc, así que es realmente reconfortante haberse encontrado un sustituto. Vale, sabe fuerte, cuando lo pasas por la batidora huele a demonios, y normalmente hay que rebajar su sabor mezclándolo con otra fruta, pero tampoco es para tanto. Aquí mi compañero chilote (ahora lo he escrito bien a la primera) y yo nos hemos vuelto adictos a la casi-chicha-de-noni, es decir, jugo de noni que después de 3 días en la refrigeradora ya se empieza fermentar.
Después de comentar a familiares y amigos las maravillosas propiedades de este fruto, parece que todo el mundo lo quiere probar; de lo cual me alegro, porque así dejarán de doparse continuamente con mil y una pastillas para no se qué que realmente no tienen. Sin embargo, veo dificil que lo prueben salvo que viajen al trópico. Me sugerían que mandase noni o semillas o jugo de noni a España. Imposible. Fuera del clima tropical, por lo que he entendido, no crece, así que nada de semillas. El fruto, una vez recogido se pudre rápidamente y desprende un olor más bien nauseabundo, así que como para llevarse dos o tres nonis en la maleta... Y el jugo, podría ser, aunque algo me dice que las leyes actuales de control en aviones no dejarán pasar más noni del que cabría en la cantimplora para poción mágica de Asterix...
Buscando por internet información sobre el noni, he encotrado esta página, que afirma curiosamente que es fruto de panamá, y habla de sus mil y una cualidades benéficas. También habla de un montón de productos de herboristería que llevan noni -y que son probablemente lo más parecido al noni que uno pueda encontrarse fuera del trópico- pero supongo que no es lo mismo que tomarse un buen vaso de jugo de noni para desayunar, natural y recién esprimido.
Buscad por internet más información sobre esta planta vosotros que tenéis acceso 24 horas al ciberespacio y más tiempo para esos menesteres. Yo os sigo animando que dejéis a un lado las pastillas y os paséis a la medicina natural.
Y si quereis beber un buen baso de zumo de noni, cruzad el charco, yo os invito :)

Las dos caras de toda historia

Me piden que escriba algo más sobre la vida de las gentes de este país. ¡Ni que yo fuese antropólogo o sociólogo! Siempre he sido muy observador, pero aún así…En realidad, lo que sucede es que, cuando uno lleva ya cuatro meses viviendo en un lugar, las costumbres locales o la realidad social, por muy diferente, por muy dura o incluso desgarradora que sea, se convierten en algo normal y dejan de soprender al extranjero. No es que uno se vuelva insensible o deje de preocuparse por los problemas y desigualdades del entorno en que vive y los acepte como normales o al menos como "sin solucción". Es simplemente que el estómago y el corazón se adaptan a ver pobreza y miseria y al mismo tiempo se afana en trabajar, o se ve realizado en su trabajo porque sabe, inconscientemente que está trabajando día a día para cambiar esa situación que ve y en algún sentido vive, y sabe que, aunque el no vea el cambio, éste llegara. Este cambio se está produciendo, aunque de manera inapreciable con cada gesto, con cada acto que se realiza: se da ejemplo, se educa, se siembran semillas que el día de mañana producirán el cambio o estarán al menos preparadas para realizar ese cambio.

Pero para trabajar con energía y esperanza y encontrar el motivo para no tirar la toalla y abandonar, hay primero que aceptar lo que uno ve a diario, por terrible que sea. Entonces, tranquilamente uno puede asegurarse en sus convinciones y, desde su propia fuerza, contando con muy poco más, ayudar a los demás. A ello también ayuda la forma de ser de las gentes: a pesar de la miseria, de la enfermedad, de la inseguridad económica, de la inseguridad ciudadana, de los múltiples problemas personales y familiares que este clima económico y social produce, estas gentes ponen alegría a su vida, viven de manera sencilla y tranquila, se las ingenian para rebuscarse la vida como buen pueden y vivir si no con esperanza si almenos con tranquilidad el día a día. Y los jóvenes, o almenos muchos de ellos, se afanan por aprender y descubrir nuevas enseñanzas y conocimientos a diario.

En el colegio solo se ve una cara de la moneda de estos jóvenes: Chicos y chicas alegres, más o menos sanos, revoltosos, tranquilos, y con unas ganas terribles de aprender; felices, a fin de cuentas de estar en el colegio. Sin embargo, tras esas hermosas caras sonrientes se esconde, con demasiada frecuencia una realidad social muy dura: Viven en casas en medio de la selva, mal comunicados con las ciudades o pueblos donde puedan encontrar una mínima asistencia médica, están mal alimentados, faltos de higiene, etc. Pero más que estas carencias sanitarias que poco a poco se van subsanando, están otros problemas de mayor índole: Familias muy numerosas incapaces de mantener a todos sus hijos hasta el punto de que algunos de los estudiantes mayores del colegio (15 años más o menos) tienen que trabajar para sacar los a penas 10 dólares que cuesta el internado a la semana. En las familias de muchos de ellos hay también casos endémicos de alcoholismo, suicidios,... Es realmente triste econtrarse con que algunos padres llegan borrachos a las reuniones, o aceptar que probablemente el pasado 31 adultos y jóvenes acabaron borrachos tirados por el suelo en sus comunas. Es duro escuchar que algunos estudiantes han intentado el suicio a no ver como afrontar o al no entender la dura realidad que les ha tocado vivir. Es duro ver como muchos pierden la esperanza y no acaban sus estudios, o como muchas chicas quedan embarazadas a los 13 o 14 años y se van del colegio, o, aunque no se conviertan en madre, se van porque tienen que hacerse cargo de sus hermanos pequeños porque su madre falleció o simplemente no puede hacerse ya cargo de tanto crío.

Aquí la mayoría de los y las estudiantes de lo que en España llamaríamos ESO, no sólo estudian, sino que además trabajan, ayduan en las labores domésticas -que aquí son cuidar de sus hermanos pequeños, sembrar, trabajr en el campo, etc.- a la vez que soportan una realidad social llena de alcoholismo, mala alimentación, insalubridad, y pocas prespectivas de futuro, pues los indígenas, aquí y en otras partes, siguen siendo los exlcuídos, los discriminados, el último escalón en la sociedad, los que menos cuentan, los explotados por una sociedad que les sigue viendo en muchos casos como inferiores y les explota e impide su ascenso, acceso a un trabajo mejor o simplemente una educación decente, hasta el punto de que hay quien afirma que la conquista aquí aún no ha acabado, y los propios gobiernos de estos países en vías de desarrollo y las insensibles empresas extrageras se encargan de seguir explotando a las gentes y los recursos que ellos consideran de nadie y por tanto libres de ser adquiridos y explotados sin más miramientos.

Ante esta realidad, ¿Cómo no hacer todos los posibles por tener una mano que al menos les pueda decir, "siempre hay esperanza"?

El precio del tiempo

Hay quien dice que el tiempo es oro (bastante gente lo dice, no sólo Constantino Romero) Al margen del chiste malo entre paréntesis, me refiero al echo de que muchas veces muchas personas pagan sumas altas por su preciado tiempo. Exigen que se les pague a precio de oro su tiempo de trabajo o cualquier otra actividad que realizan, o bien pagan sumas desorbitadas para llegar antes a algún sitio.
Yo, la verad, hasta ahora no me había percatado mucho del precio del tiempo. Nunca he caminado con prisa, ni he sentido la necesidad de llegar antes -léase en menos tiempo- a algún lugar. Si andando tardo una hora y en bus 30 minutos, me es igual, simplemtne salgo media hora antes de casa y voy a pié. Si el avión tarda 30 minutos en llegar Lago y el bus 8 horas, me es igual, me tomo medio día de viaje y listo. No entiendo la prisa por llegar antes y así dedicar el tiempo que uno gana a otra actividad. El mero echo de pasar 8 horas en un bus es una actividad bien interesante, incluso aunque uno no realice ninguna actividad concreta, la mera experiencia, es decir, el pasar 8 horas encerrado en un bus y observar y empaparse del viaje, del paisaje, de la gente, de la vida, simplemente eso, es suficiente y tanto o más valioso que llegar a un sitio volando y aprovechar el tiempo que uno ha ganado en hacer no se qué cosa que aún no ha hecho. No, para mí el tiempo nunca ha tendio ese valor, y cada vez lo tiene menos. Ahora ya ni siquiera busco el confort: me vine en vuelo directo, ahora veo que mejor hubiese sido arriesgarse y dar la vuelta al mundo o pasar 12 en tránsito, no por el dinero, sino por la experiencia. Uno siempre acaba llegando, antes o después, y no es más listo o gana más o aprovecha más por viajar a la velocidad de la luz.
Pero basta de viajes, me estoy llendo por donde no es. La cosa es que estando aquí he hayado sin querer que el tiempo tiene precio. Si señor, y sin viajar, simplemente sentado delante de un ordenador. Cada vez que vengo al internet, al cyber, mantengo un ojo en el teclado y otro en el reloj, me desespero cuando las descargas o las subidas van demasiado lentas... Parece que con cada minuto, uno de mis preciados centavos de dólar se van por el ciberespacio con los ceros y los unos. ¿Quiere usted dominar el tiempo? Ponga un cybercafé-locutorio. En esta sociedad en que la información es lo más valioso, los canales de acceso a la misma, la comunicación virtual, telefónica, las vías para adquirir esa preciada información se convierten en un punto clave tan valioso o más que el fin. Puedes pagar y suscribirte y tener acceso a mil y un periódicos y bases de información online, pero si no puedes acceder a internet, estas fregado como dicen aquí. El que controla el acceso al mundo virtual, a la comunicación por cable o inalámbrica es el verdadero jefe del meollo. Si sube la tarifa, se cruza de brazos ante las protestas del usuario y espera a que este suelte su preciado oro. Es el nuevo barquero, el que nos permite viajar virtualmente a cambio de nuevas monedad de oro, y cuando más dure nuestro viaje, más costará. Sin embargo, hemos llegado a un punto en que no podemos vivir sin movernos por esas autopistas de la información. Nos hemos vuelto adictos y tenemos siempre parte de nuestro cerebro espectante de recibir nuevos emails y sms y ansiamos conectarnos a la red cada vez que nos falta algo, cada vez que no entendemos o no encontramos algo, y gastamos nuestro tiempo convertido en dinero en viajar entre ceros y unos por el ciberespacio, olvidando que hay otras formas de comunicación, quizás más limitadas en velocidad y alcance aparente, pero más universales y, por supuesto gratuítas. Sólo hay que tener un poco más de confianza y fe en los demás, aunque para eso hay que utilizar otros medios menos materiales y a veces necesitamos tanto ver imágenes, leer, escuchar voces, que acabamos pagando nuestras piezas de plata para no quedar nunca realmente satisfechos
Yo mismo caigo en las redes de las que me quejo y me conecto y pago y escribo en este blog, porque algo en mi me dice que escriba y que pague religiosamente por poder más que escribir transmitir estos conocimientos. Sí es cierto que uno se busca sus medios para no pagar o para pagar menos, como el escribir en casa y luego ir colgar en el blog el texo, algo que hago precisamente en estos momentos para así ahorrar tiempo-dinero mañana.
Supongo que como todo, las autopistas virtuales y el dinero convertido en tiempo de comunicación constante no son malas, siempre y cuando las usemos con moderación y no nos convirtamos en un apéndice de nuestro ordenador o nuestro teléfono movil, algo que por desgracia le sucede cada vez a mas gente.
No hace falta llamar a casa todos los días. No hace falta leer todos los días. No hace falta ver 20 horas de televisión. No hace falta sacar 500 fotos en un viaje. A veces es mejor mirar en el interior de uno mismo y dejar que los recuerdos, las esperiencias, las voces y rostros de gentes lejanas surgan desde lo más profundo del ser con mucha más fidelidad y realidad. Inténtadlo. Es un viaje bien bonito.a través de las autopistas del corazón.

[...]
don't you write it down remember this in your head /no lo escribas, recuérdalo en tu cabeza
don't take a picture remember this in your heart /no tomes una foto, recuérdalo en tu corazón
don't leave a message talk to me face to face/ no dejes un mensaje, háblame cara a cara
[...]

Dead man's hill, de Amy Ray. En el disco de las Indigo Girls Swamp Ophelia (1994)

Pensamientos interiores

Desde que llegué aquí no me había vuelto a poner a pensar en mi mismo, a sentir la necesidad de dar salida a mis pregunas interiores. Sería la euforia inicial, sería el estar atareado todo el día sin mucho tiempo para darle vueltas a la cabeza, no se, el caso es que hasta estos primeros días del 2009 no había vuelto a encerrarme en mis pensamientos privados y a sentir la necesidad de plasmarlos en el blog. No me malinterpreten (que sudamericano ha sonado eso) no es depresión, ni enfado, ni malestar con mi situación actual, todo lo contrario, sigo encantado de estar aquí, con ganas de trabajar y de seguir creciendo interiormente, tanto es así que ya ni siquiera me inquieta la pregunta de qué voy a hacer cuando esto se acabe. Sigo sin saberlo, pero ahora sé que no importa, lo que sea vendrá y será tan bueno como lo anterior. Sólo hay que seguir caminando.
Mi euforia y energía están más vivas que nunca, y mi mente cada vez más clara. Simplemente he vuelto a sentir la necesidad de volver a retomar ese diario improvisado que fue este blog durante gran parte del año pasado. Y todo, veo ahora, por falta de actividad. El venirme estos días apresuradamente de regreso al colegio, con la escusa de descansar y trabajar no ha sido tan producente y beneficioso como creí o quise creer. Fuera por el cansancio físico, la necesidad de poner en orden mis taréas, de pasar algún tiempo solo, o el miedo de siempre a lo nuevo, al cambio, el caso es que en lugar de aventurarme a perderme por una ciudad grande yo solo estos días, decidí, en cierto modo justificadamente, en otro no, recluirme en mi interior y en la paz de estos muros de un colegio vacío en medio de la selva.
Si para algo han servido estos cuatro días, ha sido para darme cuenta de que, para estar bien, tengo que obligarme a elegir siempre el camino que se me antoja más dificil (el que me da más miedo o me hace dudar) tengo que renuncia a parte de esa necesidad que siento de dedicamre sólo a mi mismo y compartir casi todo mi tiempo con los demás, y tengo que aprender a aceptar y vivir con el cansancio físico, al final, este no importa si estás cansado pero realizado interiormente.
No es que no haya echo nada estos días, pues he descansado, he preparado alguna asignatura (aunque no gran cosa) y me he atrapado en una novela adictiva -El mundo según Garp de John Irving-, pero también he perdido mucho el tiempo. De echo, creo lo único de provecho ha sido engancharme al libro de Irving, algo que por otro lado sucedería más tarde a pesar de tener menos tiempo para leer. Supongo que si me hubiese lanzado a patear calles y perdeme solo por este país, no hubiese hecho gran cosa -en el campo materia- y probablemente me hubiese quedado sin un centavo de mis 35 dólares mensuales, y también con toda seguridad me vería la semana que viene cansado y con la lengua afuera preparando a la carrera asignaturas y organizando sobre la marcha mi trabajo, pero, a fin de cuentas y dejándome de engañar, así es como funciono: a la carrera y bajo presión. Da igual cuanto tiempo me reserve para mi trabajo, siempre pierdo horas y días enteros ensimismándome en mil y un pensamientos y luego, al final, cuando se me echa el tiempo encima, me pongo a trabajar a todo trapo, y me enfando por no haberlo echo antes, y me canso, pero al final, qué curioso, las cosas salen bien. Me paso los últimos días a la carrera haciendo malabares y al final todo funciona. Es como si esa presión, ese forzar mi cuerpo y mente al 100% me hiciese trabajar adecuadamente.
Conócete a ti mismo, decía Sócrates. Si para algo me valen estas esperiencias es para conocerme y aceptarme mejor a mi mismo. Me prometo ahora no volver a estar parado más de un día o de medio día, de golpes aprende uno. Aunque también se que en algún momento nuevas situaciones me harán volver a caer... el caso es levantarse y seguir andando, aprendiendo a aceptarse a uno mismo con sus errores y debilidades. Aceptando limitaciones pero al mismo tiempo esforzándose por romper algunas de ellas. Lo dificil es encontrar el equlibrio en esta delicada balanza.

Ahora, después de escribir estas líneas, después de estos días de reflexión, de repente tengo ganas de comerme el mundo, esto pleno de enerigía, habré perdido el tiempo, sí, y no puedo remediar lo que no hice, pero siento algo positivo: tengo ganas de escribir, mil y una ideas fluyen en mi cabeza, tengo ya líneas para nuevas historias (algo que hace tiempo que me tenía ya preocupado pues no era capaz de encontrar nuevas ideas para escribir) y siento ganas de hacer tantas cosas que no se por cual empezar.
Daré rienda suelta a mis dedos en el teclado ahora que mi cerebro está en plena ebullición.

viernes, 2 de enero de 2009

Desde una tierra verde

Hay un muchacho en una tierra verde. Hay un árbol alto, infinito y verde, hay unos ojos verdes que brilla, que observan las estrellas en la noche llena de cantos, no sé bien si tristes o alegres.
¿Se vestirá el día de mañana de verde esperanza, o se teñirá de negro como una noche sin luna, triste, muerta, callada?
¿Será ésta la tierra verde esperanza, tierra de hombres y mujeres verdes, de ríos verdes, de verde vegetación de sonrisas, de ojos verdes, puros, llenos de amor para enseñarnos a compartir el mañana?
¿O será ésta la tierra de hombres grises, vestidos de falso verde para ocultar su codicia y arrogancia, que marchitan la tierra extrayendo la sangre negra de sus entrañas, que siembran progreso y recogen muerte y desesperación, que quieren comprar con dinero de falso verde el mañana?
La codicia es desde siempre enemiga de la esperanza. El dinero no repara, no sustituye, no nos devuelve la fe en el mañana. Son los árboles y las plantas verdes, y las limpias y cristalinas aguas, son las criaturas que cantan, que observan calladas, son los hombres y mujeres de rostro sereno, sin ropas ni equipaje a sus espaldas, los que siembran la esperanza en el mañana.
Guárdate del oro y la plata, de la opulencia y el poder, no sueñes con objetos inertes, no arrastres contigo acuestas tu casa, el falso verde del dinero no puede vestir de verde eterno y puro tu alma.
Camina libre, sin peso dentro y fuera, sin dirección pero decidido, con una sonrisa siempre dispuesta y el corazón siempre abierto. De ti depende: un mañana negro o verde esperanza.

Pessoa


Para ser grande, sé entero; nada
tuyo exagera o excluye
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Así en cada lago la luna toda
brilla, porque alta vive.

Fernando Pessoa, Odas de Ricardo Reis