El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 27 de abril de 2008

Cecy

Cecy.
Sí. Me enamoré de ti en cuanto te vi en mis pensamientos,
Allí, en lo alto, entre la penumbra y un rayo de sol que se filtra por una ventana entreabierta al mundo.
En una cama de telas de araña y suaves almohadones de plumas,
Entre sueños alimentados de viejos recuerdos cubiertos de polvo
Entre briznas, olores, y sabores de mil y una vidas.
Tranquila, dormida con los ojos bien abiertos,
Descansas Cecy.
Oculta del mundo, atrevida y descarada.
Sin miedo a lo desconocido, ávida de probar todo lo nuevo, lo prohibido.
Cecy...
Ojalá entraras en mi.
Ojalá me hicieras correr por prados infinitos y sentir las flores,
Volar después en una mariposa, saboreando los olores de la primavera en todo su esplendor,
Conocer de tu mano el calor del verano, sentir el beso, el miedo interno, antes de que octubre llegue y se lleve las luces y los colores.
Llévame contigo, poséeme, hazme partícipe de tu extraño de ritual, de tus juegos inocentes.
Quiero sentir la risa, quiero sentir este mundo.
Quiero ser salvaje, descarado, como tú, Cecy.
En mi cama, entre estas cuatro paredes espero,
Quiero salir y buscarte Cecy,
Sentir como tú, no, sentir contigo,
Ven, despierta mis pasiones ocultas,
Aquellas que yo mismo tengo miedo de dejar salir.
Cecy...

Cuatro letras que alimentan mis sueños
El reflejo de mis pasiones ocultas.
Mi otro yo.
Lo que no soy y quizá no seré.
Lo que deseo conocer.
Cecy.

Nota:
Cecy, mi Cecy, no es de carne y hueso ¿o sí? Ella vive en las páginas del cuento de Ray Bradbury "La bruja de abril" incluído en su libro Las doradas manzanas del sol (The golden apples of the sun, 1953) Os invito a conocerla.
No creí esta nota necesaria. Pero parece que sigo dando por sentado que la gente conoce a todos estos "clásicos modernos" de los mal llamados "géneros menores" y muy amenudo no es así.
(29 de Abril de 2008)

miércoles, 23 de abril de 2008

Fahrenheit 451

Mi intención esta mañana era recomedar un libro -por eso de que es el día del libro- y acabé haciendo redactando todo un discurso sobre la calidad de lo que leemos y vemos y la manipulación que los medios de comunicación ejercen pasivamente sobre las personas.
Todo porque, el libro que yo quería recomendar versa, en el fondo, sobre ese tema.
Recomendar a estas alturas Fahrenheit 451 de Ray Bradbury puede parecer un poco inecesario. No sólo es la obra más conocida de su autor, si no que es de sobra famoso por si mismo, catalogado ya desde hace muchos años como una de las grandes novelas de ciencia ficción, que seguro que muchos ya ha leído y releído y que otros compran por simple curisidad.
He leído la mayoría de libros de este hombre que, con los pies en Los Ángles y la cabeza en Green Town, Illinoils, me hace pensar y soñar e imaginar. ¿Ciencia ficción? Algo ¿Fantasía? Sí, problmente sí. ¿Poesía? sin dudas ¿Moraleja, metáfora, inteción de hacer a la gente despertar y crear y trabajar por camibar las cosas? Sin dudas. Todo esto encuentro yo en la obra de Bradbury.

En Fahrenheit 451 Ray Bradbury nos describe una sociedad futura en la que está prohibido leer, y los bomberos se dedican a perseguir a lectores fugitivos y quemar libros. Todo envuelto en un marco de ciencia ficción, que permite al escritor plantear posibilidades imposibles y al lector soñar y dejarse llevar. Si embargo, lo importatne en la novela no es la tecnología futura, los minúsculos transmisores ocultos en la oreja, las grandes autopistas con anuncios descomunales, los perros mecánicos, las pantallas de televisión murales. No. Eso es el envoltorio, el casacarón. En Fahrenheit 451 vemos una sociedad que no lee, que no piensa, que se deja llevar por las normas establecidas sin cuestionar si son buenas o malas, si se podría cambiar esto o aquello, una sociedad que vive atrapada en sus casas, sintiéndose más próxima de una televisión mural con programas vacíos de contenido que de su propia familia de carne y hueso.
En 1953, cuando la televisión estaba todavia en sus primeros años de vida, Ray Bradbury imaginó una sociedad en la que la TV, como expersión máxima de los mass media, controlaba nuestras vidas de una forma pasiva. Esto es lo que me asusta, lo que me incomoda, y lo que me atrapa de la novela. La enorme similitud con el momento que vivimos hoy en el año 2008. No la similitud tecnológica (que es la primera que llama la atención) si no la similitud social y cultural.

Creo que es una de las mejores libros para descubrir el amor por la lectura, por descubrir los mundos, los personajes que viven en esas páginas blancas manchadas de negro y por el placer también de invitar después a otros a que ellos también los descubran. Y para pensar, sí, para pensar.

Un último apunte. Leed Fahrenheit 451, sí. Seguro que encontrais un hueco. Y luego, o antes, según vuestra elección, buscad la maravillosa adaptación al cine que hizo François Truffaut, quien consiguió plasmar en la pantalla el corazón y el alma de libro de Bradbury, algo muy raro de ver en el cine actual (y no tan actual)

Día del libro

Dice que leemos poco. Los españoles, me refiero, en comparación con otros países europeos. Quizá. Los de las encuestas sabrán. Libros se siguen vendiendo un montón. No se si buenos o malos. No creo tener conocimiento para posicionarme al respecto. Yo leo. Sin más. El períodico, un libro, un comic, o páginas web de lo más variopinto. El caso es leer, y pensar, y sacar nuestras propias conclusiones de lo que leemos, imaginarnos esas palabras con nuestras propias imágenes, darles movimiento y vida propia nosotros mismos en nuestra cabeza.
Creo que los medios de comunciación de masas, la televisión principalmente, nos está comiendo la mayor parte de nuestro tiempo libre, y, lo que es aún más alarmante, se está convirtiendo en nuestra principal fuente de información, incluso nuestro principal educador, pasivo y subliminal.
No digo que la tele sea mal en sí misma. Salvo que uno la vea a oscuras y de cerca, con el riesgo que esto acarrea de fastidiarse la vista, el aparato en sí no es dañino. El mal está en el otro lado de las ondas, en la mente de guionistas y programadores cuyo cerebro parece haberse secado, en las cabezas de ejecutivos y expertos en marketing que han convertido la caja tonta definitivamente en una fábrica de tontos, de gente aborregada que se deja convencer facilmente por las atrayentes imágenes de un televisor, sin pararse a pensar qué le están diciendo en realidad todos esos colores y formas y sonidos.
El problema es que nos lo dan todo ya digerido, masticado, trillado. Listo para que sea absorvido por nuestros ojos en un proceso de osmosis, sin ningún trabajo por nuestra parte, sin que nos demos siquiera cuenta. No sólo en la TV, también en el cine, o en los libros, sí, en los libros. Todas las historias son ahora sencillas, todas tienen personajes claramente definidos -muy buenos o muy malos- todas las historias tienen un final feliz, un argumento facil de seguir, y todas nos explican con peros y señales qué sucede, porqué sucede, y qué conclusión tenemos que sacar, qué moraleja tiene la hisotoria, si es que la tiene.
Se trata de que el individuo no piense, porque si el libro, el programa de televisión, la película, le hacen pensar, le obligan a tener que poner todos sus sentidos en lo que está viendo o leyendo, el individuo se aburre, se enfada dice "vaya mierda" y apaga la tele o no recomienda la película o el libro en cuestión. Y no digamos si encima el libro o film encima le deja con un montón de interrogantes sin explicar. O con moralejas que no atrapa y entiende. O si le cuenta actos y hechos que le incomodan porque con están pasados por el tamiz edulcorado por el que está acostrumbrado a ver las cosas.
Aunque cueste trabajo, hay que pensar, hay que poner nuestro cerebro a trabajar. Con ello no quiero decir que tengamos que leer novelas "duras", con lenguaje complicado, con temas difíciles de entender. No es necesario que leamos novelas o veamos películas con temática reivindicativa, social, con temas que incomoden al público. No. Simplemente que leamos y vemaos productos de "calidad". Un buen libro, una buena película, entretiente, enseña y hace pensar a partes iguales, sin que el lector se aburra. Puede ser un cuento infantil, una comedia, un libro de aventuras,... el entretenimiento no está reñido con la seriedad y el buen hacer.
El problema es que, como las másas dóciles son mejores que las masas pensantes, nos han educado poco a poco de manera que no pensemos que no nos interesemos por preguntar ¿Por qué?, de manera que no tengamos necesidad de buscar una posible solucción al problema porque ya nos dan la mejor -la única- posible. Hemos desandado un buen trecho de camino para dejarnos llevar ahora por una cómoda escalera mecánica. Nos va a costar aprender a mover las piernas otra vez y abrirnos camino entre la espesura literaria, pero es así. Tiene que ser así.
Así que hoy, día del libro, id a una librería, o, mejor aún a una biblioteca pública, pasad de largo de la sección de betsellers y novedades y libros de moda, y rebuscar en los estantes hasta encontrar alguno de esos libros clásicos, cuyo nombre llama al lector en sueños para descubrir porqué, a pesar del paso del tiempo, alguien se molesta en seguir publicando un libro tan viejo. El paso del tiempo es la mejor criba. Y, si por desgracia no sabe uno cuál o qué puede gustarle, cuál puede merecer la pena leer, buscad a un viejo bibliotecario, o un librero, uno que todavía use el cerebro y no la base de datos de un ordenador.
Y leed. Sin prejucios, sin ideas preconcevidas sobre si os va a gustar o no, sobre si os identificáis o no con lo que el autor relata. Leed hasta el final, dejaos llevar. Y luego, tomaros un tiempo mientras digerís lo que habéis leído y pensad en ello. Seguro que luego miraréis a día de una manera distinta.

La página 43

Necesitaba escribir algo positivo, y, como últimamente no se me ocurre nada, alguien vino otra vez a susurrarme al oído palabras de ánimo. Ojalá existiese ese libro de la vida con todas las respuestas a nuestros miedos... Supongo que no queda otra que lanzarse y escribir el libro uno mismo.

Las palabras de ánimo ayudan a ello.

Look around again /Mira de nuevo a tu alrededor
It's the same old circle /Es el mismo círculo de siempre
You see, it's got to be/ Tiene que ser así
It says right here on page 43/ Dice aquí en la página 43
That you should grab a hold of it /Que debes agarrarte a él
Else you'll find/ O si no hallarás
It's passed you by/ Que se ha olvidado de tí

Rainbows all around/ Arcoiris a tu alrededor
Can you find the silver and gold?/ ¿Puedes encotrar el oro y la plata?
It'll make you old/ La búsqueda de hará viejo
The river can be hot or cold/ El río puede ser cálido o frío
And you should dive right into it/ Y tú debes sumergirte en él
Else you'll find/ O si no hallarás
It's passed you by/ Que se ha olvidado de tí

Pass it 'round one more time/ Pásamela una vez más
I think I'll have a swallow of wine/ Creo que tomaré un trago de vino
Life is fine/ La vida esta bien
Even with the ups and downs/ A pesar de los momentos buenos y los malos
And you should have a sip of it/ Y tú debes beber un sorbo de ella
Else you'll find/ O si no hallarás
It's passed you by/ Que se ha olvidado de tí.

Page 43 (David Crosby) del LP Graham Nash /David Crosby (1972)

Gracias.
(Perdón por la traducción casera...)

viernes, 11 de abril de 2008

... pensamientos...

Es viernes y son las 12 y media de la noche. No tengo demasiado sueño, pero tampoco me decidía bien por qué hacer. ¿Acabar de ver el Hombre de Mimbre? ¿Seguir leyendo Metrópolis, o comenzar el Quijote? Últimamente me cuesta mucho decidirme ha hacer algo. Mejor dicho, llevo ya así muchos meses. Tardo en decidirme ha hacer algo, y cuando lo hago, suelo dejarlo a medias y nunca encuentro el momento oportuno para acabarlo. Todo me da pereza y el trabajo que implica cada acción se me hace muy duro. Tengo por esta bitácora virtual dos o tres historias esperando un final, pero parece que no me decido a acabarlas. No veo las cosas claras en la cabeza, no siento ese impulso interior para continuar, o para empezar. El único remedio es obligarme, obligarme a sentarme y teclear, a ver la película entera y luchar contra un cansancio que parece autoinducido, aunque a veces se me hace también muy duro sacar adelante esa obligación impuesta por mi mismo.
En este rato de indecisión, volví a merodear por los bites de este viejo ordenador, ahora relegado a un cuarto vacío de una casa fría y vacía en un pueblo que cada vez se me antoja más pequeño y aburrido, y encontré fotos de años pasados, iluminadas por sonrisas y siluetas de etapas más optimistas de mi vida, quizá más soñadoras o distantes de este mundo real en el que pienso y pienso día a día.
No se. Me repito esas palabras una y otra vez. No se. Quizá sopeso mucho las cosas, pero tengo la sensación de que hasta ahora no las sopesaba a penas. Quizá sea necesario un poco más de decisión, de “no pensar” otra vez, quizá no. No se. Me da la sensación de que esa es la única manera de salir, de cambiar de desconectar, olvidarme de todos mis pensamientos presentes y dejar que otros pensamientos llenen mi cabeza y me hagan escapar de la realidad aunque sea sólo unos instantes.
No hago si no construir historias, mundos ficticios, pensamientos de blanco sobre negro, para intentar soñar y levar anclas dejando la realidad atrás, algunos acaban en este blog, otros, los más personales, los menos ficticios, siguen rodando en mi cabeza sin atreverse a salir por los dedos o por la boca. Historias que me parecen más un reflejo de mi vida actual, de la realidad, que fantasías para volar lejos. Ni siquiera las fantasías de otros, las que veo y leo, consiguen hacerme volar para siempre, funcionan un momento, pero el sueño se desvanece poco después, devolviéndome de vuelta a esta absurda realidad, e incluso a veces no son lo suficientemente fuertes como para envolverme en una nube en la que construir castillos y reinos imposibles.
Siento que debo salir, y construir esos sueños con experiencias, con anécdotas de un día a día en movimiento, como hacia antes. Y sin embargo, me asomo, miro a lo que voy a encontrarme, a aquello que antes no veía o desconocía, y no paro de preguntarme ¿Merece la pena? ¿Merece la pena sacrificarse, luchar, moverse, vivir, en este mundo tan maltrecho? Es difícil contestar a esa pregunta cuando la sociedad, la gene que te rodea, el mundo en general, se mueve, en una dirección totalmente diferente a la que sientes, cuando los actos globales persiguen fines totalmente diferentes a los tuyos y no parece quedar espacio para otras opciones. Cuando no encuentra uno un reflejo en sus gustos, sus ambiciones, sus metas, entonces se pregunta ¿Merece la pena, merece la pena salir, y comenzar a caminar, abriendo camino en la espesura, trazando sendas nuevas, desafiando las autopistas y los caminos cuadriculados? ¿Qué otra opción queda, esconderse –imposible- o quizás, saltar?

martes, 8 de abril de 2008

Chapuzas a domicilio

Todo comenzó la tarde de ayer. Llovía a mares, era esa agua tan esperada que por fín nos llega con abril. Una llamada perdida en el movil me despertó de mi desconexión diaria de la realidad, después de parar el tocadiscos, donde la banda sonora de las Aventuras del Barón Munchausen nutría mis sueños, me quedé mirando pensativo por la ventana, mientras el agua golpeaba los cristales y yo cogía perezoso el movil para ver quién había osado interrumpir mi siesta.
El mismo de siempre. Por lo menos no era ningún mensaje de publiciad telefónica.
Descendí a los infiernos, donde esta máquina que me abre puertas virtuales zumba todo el día y leí un curioso email sobre ir comprar ¿"estores"? para una ventana. Qué narices sería eso. Viniendo de una persona que, a las 3 y pico de la madrugada, con los ojos rojos medio viendo la peli de miedo de turno, en silencio y tensión total te dice "Vamos a cambiar la ventana", me esperaba cualquer cosa.

Aquella vez contesté "¿Ahora?" para cachondeo de mi compañero de pelis de miedo y también mío. Esta vez la cosa se quedó en un "¿Perdón?" y es que mi incultura sobre bricolaje doméstico es general. O sí, me las puedo apañar para hacer chapuzas -la mayoría de las veces en el sentido literal del término- siempre y cuando no corran prisa -la velocidad en el trabajo no es una de mis virtudes-; lo que si puedo asegurar es que, de momento, ninguna de mis "chapuzas" se ha venido abajo. De todos modos, lo del bricolage no va conmingo, nunca seguí Bricomanía o Un Chapuzas en Casa, ni me pierdo en secciones llenas de mil y una herramientas extrañas en macrocentros comerciales para el fan acérrimo del clavo y la chapa ocumen.
Los stores -las castellanizaciones de palabras inglesas me desconciertan cada vez más- resultaron ser esas "cosas" cruce entre persianas y cortinas que todo el mundo pone ahora en lashabitaciones de su casa para que no entre la luz del sol por la ventana o para que el vecino de enfrente no se entere de lo que uno hace en su preciada intimidad.
A mi esos artefactos me dan la sensación de casa prefabricada, no tengo ninguno y nunca se me había ocurrido colocar semejante chisme. Hasta ayer. Sigo sin tener ninguno, pero cierta persona tiene ya un par de ellos colgando de la fachada de su casa.

Ojalá nos hubiesen filmado en video. Dos tiarrones del norte agarrados de la cintura, para no esmorrarse ventana abajo y manchar el patio a la vecina del primero con sangre y sesos como en una peli gore. Colocar un store -no se porqué se llaman así, si alguien lo sabe que deje su esclarecedor comentario- no tienen mucha ciencia: un par de tacos, un par de torinillos y listo, a tirar de la cuerdita. Pero, ¿Y si tiene usted que colocarlo por fuera de la ventana? Ahí la cosa cambia. Intentaré dejar aquí unas instrucciones para futuros palurdos que lo quieran intentar. Partimos del hecho obio de que no tenemos ni andamio exterior ni arneses ni nada que nos permita trabajar cómodamente desde casa, ni tampoco fundas, guates, ni demás equipo televisivo de bricolage. Somos un par de chalados del montón en zapatillas y chandal de estar por casa, con un taladro un destornillador.
Bien.
1. Comenzamos por abrir bien la ventana. Una vez realizada esta básica operación, estiramos el cuello para ver bien la pared encima del marco y comprobamos si tenemos los brazos lo suficientemente largos para llegar allí arriba y hacer unos agujeros. Téngase en nota que hay elementos más bracilargos que otros.
2. El siguiente paso es hacer en la pared las marcas exactas donde van a ir los agujeros. Como caminar hasta la caja de la herramienta y cojer la cinta métrica es muy costoso, lo mejor, para ser totalmente exactos, es coger el store en cuestión, colocar en los extremos los dos soportes que han de ser clavados, pegarlos con celo al tubo del estore -esto es esencial si no queremos ir a pedir a la vecina que por favor nos devuelva dos piezas de plástico que se han caido a su patio cuando...- y marcar con un lapiz el sitio de cada agujero. Pongan especial antención en poner el store bien recto, porque si no luego el asunto no funciona y el store se va de viaje en caída libre hasta el patio de la vecina acarreando los consiguientes problemas.
3. Una vez realizadas las marquitas, el de los brazos más largos agarra el taladro y empiza a dejar la pared del edificio como un queso suizo. Si ninguno de los elementos tiene la suficiente longitud de miembros superiores o la suficiente flexibilidad, entonces deberá subirse al alfeizar para taladrar mejor mientras su compañero de faena le coge por la cintura para evitar que se peque el hostiazo padre contra el patio de la vecina.
4. Una vez acabada la ardua tarea del taladro, procederemos a colocar los soportes con taco y tornillos. Asegúrense de tomar las mismas precauciones descritas en el paso 3 si fuesen necesarias.
5. Ya sólo nos resta colocar el store entre los soportes. Si lo hemos hecho bien, el tubo quedará aguandado sólidamente entre los soportes. Para comprobarlo, tiren con fuerza de él hacia abajo (pero sin hacer el tarzán) Si el store no se mueve, bingo, ya tiene usted store para los siglos de los siglos; si el store se va a tomar por saco, deberá usted revisar los pasos anteriores una vez haya negociado con la vecina del primero la recuperación del preciado store.

ADVIRTENCIA
Asegúrese de no tener miedo a las alturas.
Es recomendable medir cerca de dos metros de altura.
Necesario cursillo de manejo de taladro.
Recomendable fregona y cubo para recoger desperdicios en caso de desgracia.
Si no tiene cursillo para manejo de taladro, es recomendable parche y desinfectante para el ojo perdido.
Para más información, pongase en contacto con Hermanos Tuerto y Tullido S.L.

martes, 1 de abril de 2008

Graceland (1986) - Paul Simon

Este mes me he decido por un disco "famoso". Lo escribo entre comillas porque, quizá ya no sea tan conocido. Hoy día parece que, en lo que ha discos se refiere, la cosa se divide en dos grupos: los grandes clásicos de los 60-70, y las rarezas de culto. Yo suelo caer bastante amenudo en el segundo grupo al recomendar discos en este blog; me parece que los discos que en su día fueron famosos lo siguen siendo hoy y la gente los conoce y escucha. Quizá así era antes, pero ya no.
En parte por el paso del tiempo, en parte porque las emisorias de radio y demás medios de comunicación ya no ponen éxitos pasados, o los ponen orientados a ese público ya adulto que los descubrió en su juventud, trabajos como este Graceland de Paul Simon, que en su día marcó un antes y un después, pasan hoy desapercibidos en las estanterías de tiendas de discos. Recuerdo que mi amigo Luis, de la desparecida Discos Liverpool me decía. "Sí, es muy bueno, a mi también me encanta, pero sólo vendo un Graceland a año, y con suerte". La gente ha perdido su cultura musical.
Así que aquí estoy yo, compitiendo con los Mass Media para volver a sacar a flote música de un tiempo en que todavía era posible que la calidad se colase entre las rendijas que dejaban tras de sí los esperpentos televisivos.

En Graceland (1986) Paul Simon (mitad de los míticos Simon & Garfunkel) nos redescubrió la música africana. Enamorado de los rítmos que descubrió en discos llegados desde este continente olvidado, viajó a Johannesburgo y empezó a grabar canciones con músicos locales, mezclando los ritmos folk, rock y country de la música de su música con los ritmos de estos músicos africanos. La mezcla que surgió rompió fronteras y giró la cabeza de un montón de ejecutivos de casas discográficas y distribuidoras hacia África. Creo -que me corrijan si me equivoco- que fue el punto de partida para todo el boom de música étnica que ha invadido nuestros oídos occidentales desde entonces.
Hoy parece que la fiebre por la música étnica ya ha pasado. Recuerdo cuando sonaba Khaled en todos los pubs y discotecas, parece que fue ayer, pero la verdad es que de eso hace ya 10 u 11 años. Se ve que me hago viejo. Por suerte la música no envejece, y este disco en el que Paul Simon aparece envuelto en ritmos pegadizos, letras inteligentes, acompañado por músicos como Ladysmith Black Mamabazo, Stimela, Linda Ronstadt o los Everly Brothers, nunca se hará viejo. Puede que no se le escuche últimamente, pero seguirá ahí vivo, esperando a que alguien lo coja en la estantería de una tienda y lo escuche una y otra vez, una y otra vez, como hago yo sin darme cuenta muy de vez en cuando. *****

Videoclips: The Boy In The Bubble - You can call me Al