El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

jueves, 29 de junio de 2006

En el parque

Hacía ya tiempo que no iba a un parque. No voy a decir que desde que era un crío, pero si bastante En general un parque cambia poco. Los mismos árboles, la mismas sombra. Los bancos, algunos nuevos, otros viejos pero con una nueva capa de pintura. Y la gente. Viejos que se sientan bajo una buena sombra a ver pasar las horas. Personas que pasean por el parque, para matar el tiempo o para despejar la mente del trajín diario de la ciudad. Otras, se ocultan tras un periódico o están absortos en la lectura de un libro. Otras, son meros transeúntes, personas de paso, no habitantes temporales como el resto, sino gente con prisas que cruza por el parque para atajar y llegar antes a su destino. Pero todos, todos dan vida al parque hasta que cae la noche el parque se queda sólo, con sus árboles y flores y sus columpios inertes.

Si hay una zona del parque que ha cambiado más en los últimos años, esta es sin duda la zona de juegos. Los niños siguen allí, pero, algún conejal, alentado por uno de estos padres escrupulosos que no dejan en paz a su crío y luego se olvidan de el cuando éste empieza a tener edad para contestarles, se ha empeñado en ir remodelando poco a poco los columpios para que los niños no sufran ningún percance indeseado.
Sí. Es curioso ver como antes los columpios eran de hierro, el suelo de gravilla o arena, o de cemento de ese que quemaba las manos si te caías. Y éramos felices. Y nos columpiábamos más y mas deprisa para ver quien llegaba más alto, o para ver quien era el valiente que saltaba del columpio en marcha y llegaba más algo, dábamos vueltas en la rueda, cada vez más y más deprisa., porque, de alguna manera, en lo más profundo, sabíamos que otra rueda estaba girando, y un día, sin que nos diésemos cuenta ni nos importara, se acabaría el jugar en el parque.
Seguro que hoy los niños se lo siguen pasando genial en el parque, con sus columpios y sus juegos, unos nuevos, otros también pero con aires de algo ya visto. A mí, personalmente, lo que me llama la atención son las madres de ojo avizor y estos parques de juegos acolchados como si fueran una burbuja. ¡Con suelo mullido y todo! No se como hemos llegado a esto pero, resulta ridículo que una madre –he sido testigo de esto- le riña a su hijo por jugar en el arenero: ¡sal de ahí que te vas a machar y luego tengo que lavarlo todo! Con lo divertido que es jugar ahí. O esa situación aún mas cómica en la que la madre o padre indignada porque su hijo a recibido un golpe con un columpio, se pone hecha un basilisco y denuncia al ayuntamiento al chaval que se columpiaba y a cualquiera que se ponga delante... increíble. Cuando yo era pequeño, si te daban con el columpio la respuesta era algo así como “no haber metido la cabeza ahí, eso se llama espabila pa otra vez...”
Sí, estos padres de hoy en día, al menos muchos de ellos, me parecen un poco sobreprotectores. Quieren tener hijos florero y mantenerlos inmaculados, sin postillas en las rodillas y los codos, sin arena en el pelo y la ropa sucia de tierra. Y lo peor es que cuando se hacen mayores y respondones, dicen “Ay, chico, no hay quien les soporte” se desentienden de ellos.
Espero no convertirme en uno de estos padres si algún día llego a tener críos. No quiero olvidar lo que es ser niño, no quiero olvidar los columpios del parque, aquellas películas para todos de las que daban antes en la tele, no quiero olvidar lo divertidos que eran los charcos y la arena, y aquellas zapatillas rojas, y tantas y tantas cosas. No, no quiero olvidar que yo también fui niño.

Lectura recomendada: “El Parque de los Juegos” de Ray Bradbury, en Fahrenheit 451 (Edición Aniversario) Minotauro, Barcelona.

martes, 27 de junio de 2006

Esta casa esa una ruina

¿Os acordáis de aquella película con Tom Hanks y la chica de Cheers? Es una de mis favoritas. La he visto un millón de veces y sigo llorando de la risa. Pues la casa de mi abuela está más o menos como la de Tom Hanks y Shelly Long en aquella comedia de los 80. Reformas. Albañiles picando por arriba, por abajo, de sol a sol, pom-pom-pom-,.... Todo sea por acabar con esos azulejos pequeños años 70 (ya tenían paciencia los albañiles entonces) que se caen sin previo aviso y casi le cortan los dedos del pie a uno cuando sale de la ducha.
Y hoy sólo ha sido el primer día. Mañana creo que me escaparé a un parque, el sonido de los pájaros me gusta más que el del martillo hidráulico.
Albañiles aparte, las últimas semanas han sido más bien tranquilas. Sin muchas novedades que contar. Los opositores (no me refiero a los locos del congreso...) se muerden las uñas esperando los resultados de esos terribles exámenes, los que aún estudian acaban estos días con ese horrible y estresante mes que es julio, y yo, por mi parte, he decidio poner fin a este periodo de reflexión y hacer algo productivo. O al menos algo que espero sea productivo. Porque enviar curriculums lleva su tiempo, y eso que los sellos de ahora son autoadesivos y no tiene uno que pasar la lengua y quedarse sin saliva.
Sí, he decidido hacer algo. Incluso puede que me apunte al paro (lo siento Sr. presi por engordar la lista, pero así es la vida) o puede que me busque algún otro rollo. A ver que sale. De momento sigo por León, sin mucho que hacer. ¿Por qué este año las fiestas son un asco? No lo se.
Menos mal que de vez en cuando cae algo bueno en esta ciudad, como el maravilloso concierto para famillias "Tuve tuba por un tubo" de Fernando Palacios y The Sir Alligators Company. Sobran comentarios. Mejor dicho, es dificil de comentar. Id y verlo vosotros mismos si teneis la oportunidad de cazar al Sr. Fernando en algún lugar. Maravilloso.
Seguiré por aquí esta semana, intentando matar el aburrimiento como sea, leyendo en el parque o escuchano música (acabo de descubrir a una chica que se llama Shannon McNally, muy, muy recomendable) o paseando o escribiendo algo en el blog para que otros no se aburran (o se aburran aún más, qué sé yo...) Luego volveré para "el pueblo", a engordar a base de cerezas. Porque este año hay muchas cerezas. Pero muchas muchas ¿eh? Cerezas cerezas cerezas. Al menos mi arbol se a puesto tonto, y creo que no es el único. Hay cerezas por todas partes... Mi pueblo es el pueblo de las cerezas y de las obras por las calles... como nos han entrado aires burgueses (yo creía que era un pueblo minero) pues hacemos el centro peatonal y construimos bibliotecas de cuatro pisos. No se que pensarán que van a conseguir. Seguimos siendo 10,000 habitantes y para abajo. En fin, cada loco tiene su sueño. Yo incluído.
No doy más la brasa hoy. Mañana será otro día, ya contaré más cosas.

martes, 6 de junio de 2006

LIVING WITH WAR

Sí. Vivimos en Guerra. Vivimos con la guerra en nuestras vidas. Vale, aquí no hay guerra, pero la hay en otros rincones del planeta, y nosotros, ciudadanos del llamado primer mundo, que vivimos por desgracia a expensas de la pobreza de otros, somos responsables, en alguna medida, de las guerras que tienen lugares tan lejanos y cercanos a la vez.
Me parece que hace ya siglos que nos manifestamos en contra de la guerra de Irak. No consigo recordar la fecha exacta ¿Fue en el 2003? ¿Van ya tres años de muertes? Recuerdo aquellas manifestaciones con emoción, gratos recuerdos que me siguen dando fuerza y esperanza. Un puñado de personas en la calle con un mismo pensamiento universal, aunque algunos intentasen aprovecharse para difundir sus ideas llevando banderas y signos partidistas que no venían a cuento.
Y además ago conseguimos. Aunque sólo fuese seguir siendo nosotros mismos, fieles a nuestras ideas, creencias y principios, sin dejarnos manipular, sin dejarnos llevar por ese río turbulento de mentiras y codicia por el que nos quieren hacer navegar o en el que quieren ahogarnos. Nos mantuvimos firmes, como aquel muchacho delante de un tanque en la plaza de Tianamen.
Fueron unos momentos muy especiales para mi. Unos recuerdos maravillosos y por eso, cuando hoy, años después, con la guerra convertida ya en un monotonía, en un recuento diario de vidas perdidas, como quien cuenta días que pasan, me llena de emoción y esperanza oír a Neil Young, con rabia, con energía, con esperanza, recordarnos que la guerra sigue, que los culpables de las muertes diarias siguen impunes, y que NOSOTROS, TODOS NOSOTROS, JUNTOS, podemos hacer que cambie esta situación.
“Vivo con guerra todos los días/ Vivo con guerra en mi corazón todos los días/ Estoy viviendo con guerra” -canta Neil Young- “Y cuando amanece veo a mis semejantes/ y en la pantalla plana matamos y somos matados otra vez/ Y cuando anochece rezo por la paz/ intento recordar la paz/ me uno a las multitudes/ alzo mi mano por la paz/ nunca me doblego ante la actitud de la policía/ He hecho un voto sagrado:/ no volver a matar nunca/ no volver a matar nunca".

Palabras. Música. Principios. Valores. Emociones. Un sentimiento más fuerte que el dinero. Una voz de alarma llamando a nuestra conciencia. Como en 1970. El mensaje es universal y seguirá sonando dentro de treinta años y más allá, hasta que ya no haya guerras y podamos volver al jardín.

“No necesitaremos ningún hombre en la sombra/ dirigiendo el gobierno/ no necesitaremos ninguna guerra apestosa/ no necesitaremos cortes de pelo/ no necesitaremos zapatos lustrosos/ cuando ya no quede paraíso”.

Living With War de Neil Young está pulbicado en CD por Reprise Records/WEA. Si lo preferís en vinilo picar aquí.
No dejéis de echar un vistazo a la web oficial de Neil Young y al blog del disco: http://livingwithwar.blogspot.com

Dando vueltas a la cabeza...

Llevo ya algún tiempo sin escribir. Tengo varias ideas rendándome la cabeza, pero la pereza me gana día a día y no acabo de plasmarlas sobre el papel.
La verdad es que empieza a ser algo vicioso o incluso peligroso esto de estar sin hacer nada, pensando, dándole vueltas a la cabeza sin decidirse por algo. Ojalá perteneciese a ese grupo de personas que tienen muy claro a qué dedicarse, o a esas que lo quieren es trabajar para ganar dinero, aunque realmente no lo necesiten, sólo lo hacen por entrar en ese círculo vicioso que nos vende la sociedad actual de casa + coche + niño florero = vida resuelta.
A mi no me gusta esa operación matemática. No hace falta coche, ni críos sintéticos, ni una hipoteca a 40 años en un piso nuevo en la ciudad o en una urbanización de ensueño en el extrarradio. No hace falta esclavizarse en un trabajo que no nos gusta, que no nos aporta nada, en el que nos explotan, sólo por dinero y por formar parte de ese estilo de vida actual con el que nos bombardean continuamente pero que no es el único.
No digo que haya que vivir como un ermitaño o irse a uno de esos pueblos de falsos hippies. Personalmente, mantengo que, salvo que a uno se muera de hambre y entonces mande el instinto, una persona ha de ser fiel a sus principios y no dejarse llevar por lo que en un determinado momento se tenga por normal, más común y por lo tanto supuestamente acertado. Yo, que no me muero de hambre, me niego a buscarme un trabajo explotador sólo por sacarme “unas perras” sin las que puedo vivir perfectamente.
Creo que tenemos que buscar trabajos que sean dignos, en los que nos sintamos realizados, realizando una labor que nos aporte algo más que dinero y que aporte también algo a los demás, animándoles a seguir nuestro ejemplo. Un salario justo, sencillo, que de para vivir y cuatro cosas más. No es necesario un chalet, tres televisores, dos coches, etc. Hay que elegir. La vida es una sucesión de elecciones. Yo me gasto la mayoría de mi dinero en discos, vale, pero sólo en eso. El problema es que queremos discos, coches, ropa, salir de viaje, etc., y no puede ser. No se puede tener todo, hay aprender a compartir, a ser sinceros con nosotros mismos y con los demás.
De ahí lo del trabajo justo y digno con un salario justo y digno. Y por supuesto, trabajando para alguien que no se llene los bolsillos a nuestras expensas; de ahí lo de un trabajo en el que uno no sea explotado.
Todo eso lo tengo claro, aunque suene un poco utópico. Y lo que también tengo claro, volviendo a un tono más personal, es que, a día de hoy no me apetece estudiar más. Tengo cierta saturación de libros, de tensión pre-examen. Nada de oposiciones.
Y claro, fuera de los trabajos explotadores por dinero y los empleos cómodos de las Oposiciones, no parece haber mucho más. Por eso no hago nada. Pero también puede ser que soy demasiado perfeccionista, siempre me parece que no estoy suficientemente preparado para esto o aquello. Me cuesta mucho dar ese primer paso, en lo profesional y en lo personal. Una vez que lo doy las cosas suelen ir sobre ruedas, pero ese primer paso parece imposible, y en un mundo dominado por la “C” de Competencia (yo también me rijo por la “C”, pero de Compartir) no parece haber nadie dispuesto a darme ese necesario empujón.
Pero, en fin, uno no puede pasarse la vida esperando. ¿O sí? No lo se. Hay quien dice que soy un conformista con lo que tengo en mi plano personal. Siempre estoy con la antena dirigida hacia los demás, hacia lo que pasa en este mundo, pro por mi mismo no hago mucho, me conformo con lo que tengo... en fin, no lo se: tres palabras que repito demasiado.
Por lo menos hoy he conseguido sentarme y plasmar algo sobre el papel. Y voy a seguir escribiendo para conseguir dar forma a esos otros comentarios que me dan vueltas por la cabeza pero que no salen.